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El ‘milagro’ póstumo de Obama

La renta media de las familias crece, la pobreza disminuye, más ciudadanos se incorporan a la asistencia sanitaria. ¿Un país ideal? No: EE UU, el tercer país más desigual del mundo entre las naciones ricas. Frente al estancamiento y declive de muchas décadas en las economías familiares, en el año 2015 las cifras han dado un giro. La cuestión es si sólo se trata de un accidente histórico o de una tendencia a largo plazo, lo que marcaría el legado de Obama. Además, la mejora ha afectado a los grupos más desfavorecidos más que a los colectivos mejor posicionados, con lo que la desigualdad, medida por el índice de Gini, se redujo un poco.

La Oficina del Censo estadounidense publica todos los años un informe sobre la situación económica. La de este año, sobre datos de 2015, da al menos tres noticias sobresalientes: 1), los ingresos de las familias crecieron a un ritmo muy alto (5,2%) y lo hicieron más rápido en los hogares con rentas bajas y medianas; 2), el número de personas que viven por debajo del umbral de pobreza se redujo en 3,5 millones (aún quedan más de 40 millones en ese segmento social), siendo los afroamericanos, los hispanos y los niños los más beneficiados; y 3), el número de ciudadanos sin seguro médico continúa su tendencia descendente (-1,3%), aunque casi un 10% de la sociedad sigue excluida de este elemento del Estado de Bienestar. Pese a todas las contradicciones, el Obamacare está cumpliendo sus funciones y será parte de la herencia más significativa del presidente demócrata.

A pesar de ello, todavía no se han recuperado los niveles previos a la Gran Recesión. Obama ganó sus primeras elecciones durante el “trimestre del diablo” (última parte de 2008), cuando todo parecía posible en la economía americana y, a través suyo, de la economía mundial (quiebra de Lehman Brothers, nacionalización de bancos, agencias hipotecarias, grandes aseguradoras,…) y ha logrado que la Gran Recesión no se convirtiese en Gran Depresión sino que la economía americana crezca a una media entre el 2% y el 3% (porcentajes modestos pero envidiables para otras partes del mundo, como la ortodoxa y rígida Europa) y que el paro oficial se reduzca a la mitad (del 10% al 5%). Lo hizo siguiendo la estela de Roosevelt: primero, no detuvo las medidas de rescate financiero de su antecesor, y a continuación implantó planes de estímulos monetarios y reales (en 2009 activó dinero público por valor de 830.000 millones de dólares).

A pesar de ello, EE UU no se ha librado del populismo que representa como nadie Trump. Es paradójico es que un multimillonario como él active el malestar contra las élites que radica, sobre todo, en la creciente polarización de los ingresos La erosión de la prosperidad y de las oportunidades ha dado lugar a los “cuatro jinetes del Apocalipsis”, que concretan los temores de una parte muy amplia de la población: el cambio tecnológico, la globalización, la economía de mercado y el debilitamiento de la negociación colectiva (“Obama, su posición sobre la desigualdad”, de Stewart Lansley, en Estados Unidos después de Obama, Vanguardia Dossier).

Por todo ello adquieren más significación los datos citados. Si corrigiesen la tendencia serían un aval para acabar con “la peligrosa brecha entre los beneficios y las personas” que denuncia Guy Ryder, el director general de la Organización Internacional del Trabajo.