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El Pentágono quiere remplazar la prisión ultra secreta de Guantánamo. El precio por preso: $4.6 millones

El Pentágono quiere $69 millones para reemplazar la prisión ultra secreta donde están encarcelados el cerebro acusado de los ataques del 11 de septiembre, Khalid Sheik Mohammed, y otros 14 ex prisioneros de la CIA.

La solicitud de fondos, incluida en un enorme paquete presupuestario del Departamento de Defensa para el 2019 publicado el lunes, advierte que la prisión actual, Campamento 7, corre el riesgo de fallas mecánicas, eléctricas y de comunicaciones, lo que sería peligroso para los guardias del ejército de EEUU que están ahí.

Según la propuesta, el “centro de detención de máxima seguridad” debería durar 40 años e incluir un “área legal de visitas” confidencial.

La propuesta de construcción no indica cuántas celdas tendría la nueva prisión, pero indicó, sin dar más explicaciones, que la instalación “estará disponible para su uso por otros componentes”.

Con una población actual de 15 cautivos, los costos de construcción ascienden a $4.6 millones por prisionero. Como candidato presidencial, Donald Trump hizo dos promesas relacionadas con Guantánamo: “llenarla de tipos malos” y reducir los costos operativos al mínimo. Hasta ahora, nada de eso ha ocurrido.

La solicitud revive un proyecto de construcción que promovió el jefe de Gabinete de la Casa Blanca, John F. Kelly, cuando era general del Cuerpo de Marines a cargo del Comando Sur de EEUU, y lleva el precio del 2014. El Pentágono se negó en repetidas ocasiones a buscar los fondos porque la política del gobierno de Obama consistía en vaciar el centro de detención y trasladar a algunos cautivos a prisiones en Estados Unidos. Trump revirtió esa política el mes pasado.

Como reflejo de cuánto tiempo toma una construcción en esta remota base naval estadounidense, la fecha propuesta de culminación es julio del 2022, dos años después del inicio del proyecto, si los fondos se aprueban a tiempo para completar el diseño en enero y adjudicar un contrato en mayo del 2019.

El actual Campamento 7 es un misterio. Los periodistas no pueden verlo, el público no puede saber cuánto gastó el gobierno de Bush para construirlo y los abogados que lo han inspeccionado solo pueden describirlo superficialmente porque el sitio está clasificado como Top Secret.

En diciembre, el abogado de defensa criminal Walter Ruiz dijo que la cárcel le parecía “exactamente como ese tipo de cosas vencidas, desmoronadas, con aspecto de cárcel del condado”. Ruiz, un comandante de la Reserva de la Marina que como civil ha defendido casos de pena de muerte en Florida, agregó: “De hecho, algunas de las cárceles de los condados de Florida son mucho más agradables, huelen mejor”.

Un documento de tres páginas del ejército sobre el proyecto propuesto dice que el actual Campamento 7 “se está deteriorando rápidamente” con partes que se pronostica que serán “inutilizables a corto plazo”, pero no se dice cuándo. Promueve las nuevas instalaciones como una necesidad para los soldados que trabajan allí.

En octubre del 2015, un sargento de personal con una unidad de la Guardia Nacional asignado a esa prisión de alto rango testificó en el tribunal militar que allí trabajan en cada turno un mínimo de 28 guardias, lo que representa un pequeño subconjunto élite de los 1,700 militares y civiles que manejan el centro de detención bajo lo que se llama Grupo de trabajo conjunto de Guantánamo (JTF GTMO, por su sigla en inglés).

“Los sistemas de comunicaciones eléctricos, mecánicos y de seguridad dentro de las instalaciones actuales están recargados y corren el riesgo de fallar”, dice la explicación del Ejército para construir un nuevo edificio. “Las ineficiencias experimentadas en la separación adecuada, la reclusión y el control de los ocupantes ponen en riesgo al personal de JTF GTMO”.

Los ocupantes incluyen a seis hombres acusados de crímenes de guerra en casos capitales: cinco presuntos conspiradores en los ataques terroristas del 11 de septiembre del 2001 que mataron a 2,976 personas y el presunto autor intelectual de al-Qaida que mató a 17 marineros estadounidenses en el atentado con bomba del USS Cole.

Otros detenidos incluyen a un iraquí que está en el proceso de juicio y enfrenta una posible cadena perpetua por comandar a los insurgentes en Afganistán durante la invasión estadounidense, un paquistaní que se ha declarado culpable de crímenes de guerra y espera sentencia, y otros siete que hasta el momento no han sido acusados de crímenes de guerra.