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Esper, el jefe del Pentágono que agrada a la Casa Blanca y al Congreso

EFE

Formado en la academia militar de West Point y con experiencia tanto en el Gobierno como en el sector privado, el nuevo secretario de Defensa en funciones, Mark T. Esper, llega al cargo precedido por un consenso con el que nunca contó su antecesor, Patrick Shanahan.

Nacido en 1964, Esper se graduó en Ciencias en West Point a los 23 años antes de incorporarse al Ejército como oficial de infantería, lo que le llevó a participar en la primera Guerra del Golfo.

Sus acciones en el frente le llevaron a ser condecorado con una Estrella de Bronce y con una Legión del Mérito.

A su vuelta al país, mientras continuaba en el servicio activo, sacó tiempo para completar una maestría en Administración Pública en la prestigiosa Universidad de Harvard.

Tras diez años de servicio, decidió abandonar las Fuerzas Armadas y comenzó a trabajar para la Heritage Foundation, un centro de estudios conservador con una gran influencia en Washington.

Desde esta institución dio el salto al servicio público y se incorporó al personal del comité de Relaciones Internacionales del Senado. Entre 2001 y 2002 ejerció como director de políticas públicas del comité de Servicios Armados de la Cámara de Representantes.

Fue entonces cuando le llegó la llamada de la Casa Blanca.

En 2002, la Administración del entonces presidente George W. Bush le ofreció incorporarse al Pentágono como subsecretario de Negociaciones del Departamento de Defensa.

Este cargo le dio la oportunidad de trabajar en asuntos relacionados con el control de armas, la seguridad internacional o la no proliferación nuclear.

Tras su breve paso por la cartera de Defensa, volvió al sector privado para trabajar en instituciones como la Asociación de Industrias Aeroespaciales o Raytheon, uno de los principales contratistas del Pentágono.

Su retorno al Departamento de Defensa se dio, una vez más, de la mano de un presidente republicano, en este caso Donald Trump.

Desde que fue confirmado por la Cámara Alta en noviembre de 2017, su misión ha sido la de gestionar los recursos y la preparación de los 1,4 millones de soldados que forman parte del Ejército de Tierra.

Desde su puesto como secretario de esta rama de las Fuerzas Armadas, Esper se convirtió en una de las caras más reconocibles del Pentágono y volvió a recorrer con asiduidad los pasillos del Capitolio; ahora para comparecer ante un sinfín de audiencias, en la que se ha mostrado un firme defensor tanto de las necesidades del Ejército como de las políticas de la Casa Blanca.

Este, en ocasiones, difícil equilibrio le ha granjeado un respeto y una simpatía por parte de los legisladores de ambos partidos con los que nunca contó su predecesor en el cargo.

En los cerca de seis meses en que Shanahan ostentó el cargo de manera interina, el exdirectivo de Boeing dejó clara su servidumbre hacia un comandante en Jefe, lo que provocó el rechazo de la bancada demócrata.

A pesar de su complacencia, el presidente nunca llegó a nominar oficialmente a Shanahan para el cargo de secretario de Defensa.

Poco después de anunciar la marcha del hasta este domingo responsable de la cartera de Defensa, Trump dijo que “muy probablemente” nominará a Esper para que ocupe el puesto de manera permanente, sin embargo, en esa misma conversación también subrayó su preferencia por los cargos en funciones.

“Un interino te da mucha más flexibilidad. Es mucho más fácil hacer las cosas. Así son las cosas”, explicó el mandatario; unas palabras que hacen presagiar un futuro turbulento al nuevo jefe del Pentágono.