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Hillary Clinton no es la candidata de los latinos

(usnews.com)

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ESTADOS UNIDOS.- Las elecciones presidenciales del próximo 8 de noviembre en EEUU son cruciales para los latinos. Su resultado puede tener consecuencias gravísimas para cualquier familia cristiana pero, en particular, para las familias cristianas latino-americanas. En este sentido, el anticlericalismo de Hillary Clinton se puede comparar con el temperamento de Donald Trump.

Estas elecciones son determinantes para la preservación de nuestros valores cristianos y de nuestra libertad para practicar la religión abiertamente, sin represalias ni discriminaciones. Es importante defender nuestros ideales, antes de que sea demasiado tarde. Clinton se opone a la religión. Puede que Trump no sea religioso, pero no es contrario a la religión. Trump nos dejaría en paz. Clinton, no.

Clinton ha afirmado abiertamente que “los códigos culturales profundamente enraizados, las creencias religiosas y las fobias estructurales han de modificarse.” O sea, los gobiernos deben emplear sus recursos coercitivos para redefinir la religión. Entre otras “creencias tradicionales”, Clinton quiere cambiar también las nuestras: las de los cristianos latinos.

Fidel Castro trató de eliminar la religión y fracasó. Plutarco Elías Calles -Presidente de México- también lo intentó en la década de 1920, y también fracasó. El pueblo mexicano defendió su cultura al grito de “Viva Cristo Rey” y miles murieron heroicamente.

Como latinoamericano y como antiguo embajador de Estados Unidos en Guatemala, considero indispensable proteger nuestras tradiciones, la independencia de nuestras iglesias (católicas, evangélicas….) y el futuro de nuestros hijos, frente a toda agresión estatal. Queremos nuestra libertad religiosa y cultural y la queremos tal y como la recibimos de nuestros antepasados.

Clinton quiere erradicar en secreto todo rastro de los valores cristianos que hacen grande a Estados Unidos y a toda Latinoamérica y en el camino se haría desaparecer, de los lugares públicos, cualquier imagen religiosa, incluyendo la Virgen y los santos. Nuestro querido Junípero Serra y Nuestra Señora de la Paz, Patrona de El Salvador, también sufrirían el mismo trato.

Como latino me ofende el esnobismo de Clinton, que con sus cantos de sirena trata de conseguir nuestro voto, pensando que somos ovejas en un corral. Clinton no conoce a los latinos. Nosotros sí conocemos muy bien el valor de nuestras tradiciones. Por ellas hemos dado la vida. Por ellas hemos defendido la libertad de los Estados Unidos y de nuestras tierras.

A pesar de todo, con el reciente eslogan “Fe en nuestro voto”, Clinton busca apoyos entre los latino-americanos que frecuentan iglesias cristianas. Sin embargo, Clinton no está poniendo el mismo esfuerzo en el caso de las Iglesias evangélicas cuyos fieles no son predominantemente de origen latino, lo que demuestra una vez más su duplicidad y oportunismo respecto a nuestro pueblo.

Como hispano-americanos, hemos visto claramente la desastrosa política seguida por Clinton en el pasado. Durante las últimas décadas se han gastado miles de millones de dólares para resolver los problemas de las minorías, pero la violencia es ahora mayor y la miseria, más profunda. No se puede culpar a Trump de este desastre.

Es ilusorio pensar que Clinton es la candidata que apoya los intereses de los latinos y para darnos cuenta de ello bastan algunas de sus recientes declaraciones: “el hecho de que los hijos de los inmigrantes ilegales hayan cruzado la frontera no significa que se puedan quedar.”

Estamos hartos de Clinton, porque su ideología es capaz de justificar cualquier cosa con tal de ganar nuestros votos. Para ella somos números y no personas, postura insultante que atenta contra nuestra dignidad. No queremos palabrería vacía, sino oportunidades de progreso. Por eso apelo a todos los latinos, para que luchemos por nuestra herencia cristiana y por los ideales de una América libre e independiente.

Si Clinton gana tendremos que enfrentarnos con un Tribunal Supremo anticlerical, que intentará deshacerse de nuestros principios cristianos, de la libertad de conciencia, de la libertad educativa y del espíritu empresarial, tan importantes para el bienestar de un pueblo orgulloso de su pasado.

Que Clinton no condene a la oscuridad de un armario a nuestra Virgen de Guadalupe, Nuestra Señora de la Caridad del Cobre y a Fray Junípero Serra. No queremos ser humillados.