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Injerencia de Trump en comunicación conlleva riesgos

Por tercera ocasión en seis meses, el presidente estadounidense Donald Trump está en búsqueda de un nuevo director de comunicaciones. Pero en la práctica, el cargo está ocupado.

Es el propio Trump el experto de la Casa Blanca y quien tiene la última palabra sobre qué y cómo se dirige al público.

A pesar de considerar a la mayoría de la cobertura de los medios como “noticias falsas” y de insultar personalmente a miembros de la prensa, Trump se insertó en las operaciones de comunicación de la Casa Blanca de una manera sin precedentes para un presidente.

Trump ha dictado comunicados de prensa y ha llevado a quienes hablan por él a modificar los hechos para reforzar sus afirmaciones. Ha ignorado los consejos de su equipo legal y ha desechado con un simple tuit de 140 caracteres estrategias legislativas cuidadosamente planificadas.

Su estilo directo y práctico lo ayudó a ganar la Casa Blanca y aún emociona a sus seguidores, pero también le crea crecientes riesgos políticos y potencialmente legales.

Uno de los ejemplos más claros es su intervención en la redacción de un comunicado para su hijo Donald Jr. sobre una reunión con una abogada ligada al Kremlin. Esa declaración fue rápidamente confirmada como errónea y generó cuestionamientos sobre el posible intento del presidente de encubrir a su hijo.

Trump ha tenido problemas para encontrar a un consejero de comunicaciones que sea de su agrado.

Su primer consejero, Mike Dubke, siempre estuvo tras bastidores, nunca se conectó con el presidente y dejó el cargo luego de tres meses.

Después fue Sean Spice. El asediado exsecretario de prensa tomó el cargo como director de comunicación y renunció a ambos cuando Trump nombró al financista Anthony Scaramucci, quien sólo estuvo en el puesto 11 días antes de ser despedido por las secuelas de una entrevista llena de palabras altisonantes.

Un cuarto candidato para el cargo, el vocero de campaña Jason Miller, fue sugerido durante la transición pero declinó días después bajo el argumento de que necesitaba pasar tiempo con su familia.

Más recientemente ha habido algunas conversaciones internas e informales acerca de un mayor papel en las comunicaciones para el asistente de la Casa Blanca, Stephen Miller, de acuerdo con un funcionario de gobierno que no estaba autorizado para hablar sobre las discusiones privadas y pidió permanecer anónimo.

Esas conversaciones todavía son vistas como preliminares. Hace poco, Miller tuvo un altercado con algunos reporteros sobre la política de inmigración durante una polémica conferencia de prensa.

Se dice que la semana pasada, cuando los funcionarios de la Casa Blanca preparaban una declaración que acompañara la firma de Trump en la legislación que aprobó sanciones más duras para Rusia _una ley que el mismo Trump criticó_, el presidente quería añadir frases fuera de lugar a la declaración, según dos funcionarios familiarizados con la cuestión, que también pidieron no ser identificados.

“Construí una verdadera gran compañía que vale miles de millones de dólares”, se leía en la nueva sección. “Esa es una gran parte de la razón por la que fui elegido. Como presidente, yo soy mucho más capaz que el Congreso de lograr mejores acuerdos con otros países”.

Esa retórica presumida y personal es muy diferente al lenguaje que por lo regular es usado en las declaraciones presidenciales. También parece que pretende enfurecer a los mismos legisladores que él necesitará si desea la aprobación de toda ley importante.

«Todos los presidentes son sus mejores mensajeros”, dijo Ari Fleischer, secretario de prensa del entonces mandatario George W. Bush. Recordó que en ocasiones Bush también se involucró en la oficina de prensa de la Casa Blanca.

Fleischer destacó que siempre operaba una red de seguridad de consejeros, la cual no parece existir en torno al actual presidente _particularmente respecto a su cuenta en Twitter.

“La lección para este presidente es que está perfectamente bien involucrarse, y de vez en cuando, evadir los medios de comunicación convencionales por medio de Twitter”, dijo Fleischer. “Pero (Trump) necesita tuitear más inteligentemente”.