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‘La vida es muy corta para no ser feliz’. Ileana Ros-Lehtinen concluye casi tres décadas en el Congreso

Ileana Ros-Lehtinen no estaba segura de qué iba a hacer.

La primera hispana en llegar al Congreso federal iba a pronunciar un discurso ante un destacado grupo de estudios de Washington en menos de 10 horas, y estaba trabada en una oración. No estaba segura de si debía pedir la inclusión de Venezuela en la lista de países promotores del terrorismo de Estado, y llamó a un antiguo asistente para pedirle su opinión.

Pero primero tenía que esperar a que los clientes en un bar de Washington se calmaran después de ver un partido de football.

Mientras comía alitas de pollo sin salsa y se tomaba un ron doble con Diet Coke al final de una jornada de trabajo de 17 horas que comenzó a las 4:30 a.m., Ros-Lehtinen escuchó la opinión de su antiguo asistente, quien le dijo que pensaba que estaba bien incluir eso. Otro asistente le dijo que ya había enviado un tuit sobre incluir a Venezuela, junto con Corea de Norte y Siria, en la lista de país patrocinadores del terrorismo, y la respuesta de los venezolanos fue positiva.

“Los tuits han hablado”, dijo Ros-Lehtinen de los comentarios a sus propios tuits, mientras escribía en un cuaderno para actualizar el discurso la semana pasada.

En momentos que a la legisladora federal miamense con más tiempo en el cargo le quedan pocas semanas en el escaño, todavía le queda mucho por hacer. Su proyecto de ley, que limita los préstamos de Washington al gobierno del presidente nicaragüense Daniel Ortega hasta que implemente reformas democráticas exigidas por el Senado federal, todavía debe aprobarse en la Cámara de Representantes y necesita la firma del presidente Donald Trump. Otro proyecto de ley que lleva su hombre contempla autorizar gastos de defensa y seguridad en Israel, pero enfrenta un destino incierto en las últimas semanas de este período de sesiones del Congreso.

Aunque Ros-Lehtinen se retira, su postura anticomunista, inspirada por su niñez en Cuba, sigue vivo en media docenas de asistentes y otros que ocupan cargos de poder en el gobierno, sobre todo el senador Marco Rubio, que fue pasante en su despacho. Así las cosas, el legado de su influencia sobre la política exterior y los asuntos latinoamericanos de Estados Unidos se mantendrán mucho después que deje el cargo.

Pero la legisladora, a quien Fidel Castro una vez llamó una “loba feroz”, ya no tiene oficina en el Capitolio, para que su reemplazo pueda mudarse en las últimas semanas de este período de sesiones. Ros-Lehtinen ha tenido que cabildear a favor de proyectos de ley, y presionar por medidas como un museo nacional para los hispanos, desde una oficina sin ventanas y sin impresora, donde comparte espacio con un perrita llamada Mya.

“Mya es como yo. Las dos llegamos cuando éramos delgadas y hemos ganado un poco de peso”, dijo Ros-Lehtinen.

El Miami Herald pasó recientemente un día con Ros-Lehtinen, la primera cubanoamericana elegida al Congreso federal, en momentos que está por terminar una carrera que comenzó hace 36 años en la Legislatura de la Florida. Con la excepción de unas cuantas conversaciones privadas y un almuerzo a puertas cerradas, pudimos reportar sobre todo lo demás ocurrido en la jornada, una ventana a cómo una de las personas más afables en Washington sirve a sus electores, rechaza de plano a ciertos cabilderos y sigue impulsando varios temas que la han convertido en la voz republicana en temas de políticas dominados casi siempre por los liberales.

El poder de las reglas

Pese a todos los tributos, banquetes y premios para rendir homenaje a la carrera de 29 años de Ros-Lehtinen en el Congreso —y han sido muchos a lo largo de los últimos 18 meses— en el pleno de la Cámara de Representantes las reglas son más importantes que el poder.

Un embotellamiento del tráfico en el camino desde el aeropuerto hizo que Ros-Lehtinen llegara tarde para su discurso matutino, y se encontró con la cámara casi vacía. En vez de comenzar a hablar a las 10 a.m., tuvo que esperar casi una hora. Mientras los demás hablaban de temas que iban desde la decisión de General Motors de cerrar una planta, hasta los atributos positivos de algunos alimentos, Ros-Lehtinen le dedicó la atención a su iPad.

El discurso matutino de una hora es parte de la rutina diaria de Ros-Lehtinen. El año pasado habló 81 veces sobre todo tipo de temas, el cuarto legislador que más habló de los 435 representantes. El tema de esta mañana era impulsar los derechos de la comunidad LGBT, un mensaje familiar del primer legislador republicano que apoya el matrimonio gay.

“Durante todo el tiempo que he estado en el Congreso, he enorgullezco de promover la igualdad de la comunidad LGBT aquí y en todo el mundo”, dijo Ros-Lehtinen tras bajar el podio para poder mirar por encima. “En 1989 nuestro país era muy diferente de lo que es hoy en la manera que entendemos a las personas LGBT, y los derechos y el respeto que les debemos. Aunque todavía hay mucho por hacer, es cierto que estamos avanzando en la dirección correcta”.

Representante conservadora

Aunque la legisladora atrajo la atención nacional en los últimos dos años y medio al rechazar a Donald Trump durante la primaria republicana del 2016 —y mantener su postura después que Trump ganó los comicios— sigue siendo una republicana que favorece un gobierno limitado con aversión a los impuestos.

En medio de una serie de reuniones, dos cabilderos de Citizens Climate Lobby la visitan para convencerla de que apoye un proyecto de ley que contempla gravar las emisiones de carbono y devolver el dinero recaudado por el impuesto a todos en forma de un dividendo. Mientras Mya buscaba algo de comer debajo de la mesa, los cabilderos alegaron que la firma de Ros-Lehtinen en una iniciativa redactada por los demócratas floridanos Ted Deutch y Charlie Crist, junto con el republicano Francis Rooney, tendría mucho peso en el próximo período de sesiones del Congreso en momentos que grupo trata de que se apruebe un impuesto a la contaminación que pudieran conseguir algún apoyo republicano.

Ros-Lehtinen los felicitó por el esfuerzo, pero frunció el ceño cuando mencionaron la palabra “impuesto”.

“A nadie le gusta que le impongan nuevos impuestos”, dijo Ros-Lehtinen, a lo cual los cabilderos respondieron que el impuesto a la contaminación beneficiaría a todos en forma de un dividendo.

El futuro

En enero, Ros-Lehtinen podrá tomar un receso de su nuevo empleo en un centro que lleva el nombre de su sucesora, Donna Shalala, ex presidenta de la Universidad de Miami. En su retiro, Ros-Lehtinen planea trabajar en una gama de actividades de consultoría sobre temas relacionados con la comunidad LGBT e Israel, pero lo primero que hará será dictar una clase en la Universidad de Miami con su esposo, Dexter, el próximo semestre.

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La demócrata Donna Shalala ganó el Distrito 27 congresual de Miami en la carrera para reemplazar a la republicana Ileana Ros-Lehtinen.

Emily Michot Miami Herald

Aunque Ros-Lehtinen hizo campaña contra Shalala durante las elecciones, no hay mala voluntad cuando Shalala la visita durante su orientación como nueva legisladora en Washington. Las dos conversan sobre las prioridades de Shalala en el próximo período de sesiones, como los servicios médicos, ampliar el Estatus de Protección Temporal y el transporte.

“Usted tiene que dejar su marca y hacer las cosas lo mejor posible porque será una batalla cuesta arriba”, le dijo Ros-Lehtinen a Shalala, notando que conseguir que Trump levante cualquier restricción a la inmigración va a ser casi que imposible.

Ros-Lehtinen también le ofreció a Shalala un regalo de despedida: una máquina para hacer café cubano, que ofrece a todos los que llegan a su oficina. Shalala acepta, señalando que seguir ofreciendo café cubano en su despacho es una de sus promesas de campaña.

No es un gesto vacío.

Horas más tarde, Ros-Lehtinen le pregunta a su personal cuáles son las mejores cafeteras para una oficina congresual. También se molesta por recordarle a Shalala que pida una mezuzah para la oficina y que haga que un rabino la bendiga para cumplir un mandamiento judío de tener las palabras de Dios en la puerta de cualquier lugar habitado, un gesto que los electores judíos agradecen.

Mientras un asistente de Shalala toma una instantánea del encuentro y la sube a Twitter con el pie de foto “me encantó hablar con mi vieja amiga Ros-Lehtinen sobre lo que podemos hacer cuando dejamos a un lado el partidismo y luchamos por el sur de la Florida”. El tuit se gana un mensaje de felicitación de Eileen Higgins, comisionada de Miami-Dade, que Ros-Lehtinen lee horas después, mientras usaba su iPad mientras la llevaban en “La Bestia”, un Chevy Suburban de 1990 al que no le funciona el indicador del tanque de la gasolina y no tiene espejo retrovisor del lado del conductor. El vehículo también tiene una abolladura grande en el lado derecho, de cuando un ex asistente llamado Guillermo se estrelló contra una columna en el estacionamiento del Capitolio.

La Bestia avanza lentamente por las calles vacías de Washington mientras regresa a la vivienda de Ros-Lehtinen. Una jornada laboral que comenzó a las 4:30 a.m. en Miami (Ros-Lehtinen vio un documental sobre el programa de televisión Mister Rogers’ Neighborhood durante buena parte del vuelo a Washington) termina después de las 10 p.m. con la conversación sobre Venezuela en el bar deportivo.

“Alguna gente se molesta conmigo cuando digo cosas agradables sobre demócratas”, dijo Ros-Lehtinen, mientras sopesa si responde al tuit de Higgins.

Hace una pausa, sonríe a la pantalla y lo retuitea.

“La vida es muy corta para no ser feliz”.