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Le sale el tiro por la culata a EEUU con sus políticas migratorias

Estados Unidos, un país creado por inmigrantes, no sabe lidiar con la inmigración y sus políticas migratorias desde la II Guerra Mundial; son palos de ciego que a menudo consiguen el efecto contrario al buscado, así residan en la Casa Blanca demócratas o republicanos.

El doctor Jesús Peña es un sociólogo del Colegio la Frontera Norte, centro público de investigación social que depende del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) del gobierno federal mexicano dedicado a medir los flujos migratorios entre México y EEUU y a recomendar políticas públicas relacionadas con la migración.

Dice Peña que las políticas de tolerancia cero o de mano dura a la inmigración no son algo nuevo. Han sido una estratégia de los gobiernos en EEUU que han seguido el argumento de que haciendo más difícil o más costosa la migración van a disuadir a las personas de migrar, considerando que el migrante se mueve en base a esta lógica de costo beneficio, que decide pensando en cuánto le va a costar económica o incluso moralmente, en los riesgos que va a correr y en el beneficio que puede lograr.

«Las políticas de tolerancia cero lo que buscan hacer es que el costo para el migrante sea muy alto pensando que eso va a disuadir a la persona de emigrar a EEUU, pero lo que hemos visto es que el efecto nunca ha sido así. Las políticas de cero tolerancia, en realidad, nunca han tenido un efecto de dismiuir los flujos migratorios. Lo único que consiguen es hacer la vida más difícil, más dura y más peligrosa para las familias de migrantes. Se aumenta el costo, pero las personas siguen migrando», sostiene el sociólogo.

Peña subraya que por más que los políticos estadounidenses insistan en implantar estas políticas para «espantar a los migrantes», «la realidad es que nunca han funcionado, los flujos migratorios nunca han descendido por este tipo de acciones» porque los migrantes no se mueven por esa lógica de costo beneficio.

Explica Peña que, por ejemplo, actualmente, los migrantes llegan a EEUU buscando la reunificación familiar, encontrarse con sus padres o hijos que ya están en el país, o huyendo de la violencia en sus países de origen. No se trata de buscar un trabajo mejor, de ganar más o visitar Disney World.

«Es gente que no tiene otra opción. Van a ir aunque les cueste más, aunque les metan a la cárcel», aunque arriesguen sus vidas en el camino, «por eso es que vemos a tantas personas con niños pequeños. Ellos buscan la reunificación familiar o están escapando de situaciones de violencia, de crimen organizado». No quieren que sus hijos acaben muertos o en pandillas. «Es un migrante que busca refugio más que un migrante en busca de trabajo».

«Esto es lo que se les escapa a las personas en EEUU que promueven estas leyes (de cero tolerancia o mano dura a la inmigración). No ven mucho las causas de la migración y creen que esto lo va a detener y, por lo que hemos visto, no es cierto».

El cambiante perfil del migrante

Cuando EEUU entró en la II Guerra Mundial necesitó mano de obra que llegó del sur. Se firmaron acuerdos y se crearon programas de trabajadores temporales entre México y EEUU.

El perfil de estos migrantes era el de hombres jóvenes, de entre 19 y 35 años, que cruzaban a trabajar unos meses y regresaban con sus familias a México. «Por mucho tiempo, hasta mediados de 1980, eso es lo que había. El 86 por ciento de los migrantes eran hombres jóvenes que iban a trabajar y regresaban. Era una migración de retorno», ilustra Peña.

A pesar de que EEUU seguía necesitando esa mano de obra, el presidente Ronald Reagan (1981-1989) comenzó a firmar leyes migratorias coercitivas tratando de evitar el relajito de «ese flujo de personas que iban y venían» y se intensificó el miedo injustificado a esa idea de que «los migrantes iban a robarse los trabajos de los estadounidenses».

«Así que empezaron a tratar de que se les hiciera más difícil cruzar hacia EEUU. Había acuerdos de trabajadores temporales, pero era muy poca la proporción de migrantes que iban con estos acuerdos. Casi toda era inmigración indocumentada, pero, podríamos decir que tolerada, porque iban a trabajar. Hacían los trabajos que más les hacían falta: la agricultura, la construcción, los servicios de limpieza, cosas que las personas locales no querían hacer».

La última reforma migratoria real

Tratando, por un lado, de regularizar a los trabajadores que ya estaban en EEUU, pero, por otro lado, intentando que no entrara más gente del sur al país, sancionando a los empleadores que contrataban a inmigrantes recién llegados, el cuadragésimo presidente estadounidense, aquel actor mediocre, republicano, firmó el 6 de noviembre de 1986 la Ley de Reforma y Control de Inmigración (IRCA), que ofreció la legalización de estadtus migratorio y un camino libre a la ciudadanía a cerca de cinco millones de indocumentados en el país en aquel momento.

«Se dio una especie de amnistía, pero con mano dura para que no vinieran más. Vamos a tolerar a los que ya están aquí, pero a los que vengan los vamos a tratar con mano dura. Hubo un acuerdo entre demócratas y republicanos. Esta ha sido la última reforma migratoria de EEUU. La última ley real».

«Lo que se olvida de esta ley», señala el sociólogo, «es que la mayoría de estos trabajadores que se regularizaron eran hombres, casados, con hijos. Cuando lograron documentarse en EEUU, quisieron llevar a sus familias, y se llevaron a su familia extendida, no nada más a su esposa y sus hijos, también a la abuela, a un hermano… y muchos de esos iban indocumentados también».

«En lugar de detener la inmigración, la multiplicó».

Las consecuencias de la inmigración irregular siempre la sufrieron los individuos. Aunque se amenazaba a los empleadores con castigos ejemplares, en la práctica, los empresarios nunca sufrieron las consecuencias porque la economía mandaba y se necesitaban demasiados recursos y agentes para hacer caer el peso de la ley sobre los empresarios.

«Y así es como comenzó a crecer la población mexicana en EEUU».

Los 90: otro tiro por la culata

En 1993, el cuadragésimo segundo presidente de los EEUU y desdeñable saxofonista, William Jefferson Clinton (1993-2001), demócrata, comenzó a construir «el muro» en Tijuana, «con la idea de hacer más difícil que crucen, pero tampoco funcionó. La consecuencia de estas políticas es que funcionan también para el otro lado y así las personas que estaban allá ya no regresaron a México por miedo a no poder regresar y se paró entonces la migración circular, de los que iban y venían. Y estas personas empezaron a tener más hijos. Y esos son los famosos dreamers (soñadores) de DACA», que han vivido toda su vida en EEUU, que ni si quiera saben hablar español muchos de ellos y los están deportando a países del sur que no son el suyo, donde no conocen a nadie.

«Y así, aunque se detuvo en parte la entrada de indocumentados, la población indocumentada en EEUU creció hasta los 11 millones que se estiman ahora».

El nuevo sentimiento anti inmigrante

El doctor Peña lamenta que el cuadragésimo quinto presidente de los EEUU, Donald Trump, ha provocado un sentimiento anti inmigrante contra la población mexicana en EEUU al señalar que estas personas habían «invadido el país». El sociólogo explica que este «sentimiento» de amenaza es el resultado, no tanto de las personas que cruzan las fronteras como resultado de que «esta población empezó a crecer y empezaron a salir de California, de Texas, de Illinois, de los lugares donde estaban establecidos, y se empezaron a expandir a otras partes buscando trabajo, y entonces empezaron a emigrar a otras partes de EEUU donde no se habían visto muchos mexicanos hasta entonces. Muchos de esos migrantes hablaban español, y eso es lo que creo que ha provocado» que Trump y el setor más conservador del país tenga la percepción de que «hay una invasión, de que hay miles de personas tratando de cruzar la frontera, cuando en realidad no es así».

La realidad es que «son personas que llevan mucho tiempo en Estados Unidos».

El nuevo perfil del migrante

Peña insiste en que el migrante que llega ahora a EEUU, no es «gente que va a buscar trabajo». «Ves a mamás con sus niños para reunirse con el papá o que van escapando de la violencia del crimen organizado, para evitar de que sus hijos sean reclutados para las pandillas, que sean víctimas de violencia. Es un perfil más de refugiado que de migrante laboral».

Y entonces, desde Clinton, especialmente desde 1997, pero continuando con George W. Bush hijo (2001-2009) y con Barack Obama (2009-2017), «Las políticas migratorias se han dirigido a sacar a los que están adentro, en las deportaciones».

Reitera el doctor Peña que si antes se deportaba a las personas que se arrestaban cruzando la frontera o que acababan de llegar, ahora se persigue a los que ya están aquí desde hace años.

La separación familiar

«Lo que estamos viendo mucho ahorita es que padres y madres indocumentados son deportados hacia México o Centromérica y dejan a sus hijos en EEUU, hijos nacidos e EEUU, y son cien por ciento estadounidenses. Y tenemos diferentes estatus migratorios en la misma familia. Imagínate, tú estás en México y no puedes regresar a EEUU porque ya te han deportado y entonces el riesgo de cruzar otra vez, que te criminalicen».

«Lo de construir un muro es una distracción. El muro está ahí, en Juarez lo puedes ver. Lo que ellos están tratando de cortar son los lazos de los migrantes en EEUU… cortar ese lazo es una estrategia tan vil como efectiva».

«Porque las políticas ahorita en EEUU sobre inmigración están orientadas a detener el crecimiento de la población mexicana en EEUU. Para muchas personas es una amenaza el crecimiento tan grande de la población de origen mexicano, que es la más numerosa, pero en el mexicano meten a todo el mundo, si es morenito es mexicano. No son políticas de control migratorio. Son políticas de control poblacional. Y esto es algo que sí es diferente de lo que se hacía en 1990, que sí era control migratorio, que no pasen los migrantes. Por eso es importante para la adminsitración Trump cortar las redes familiares, porque cortas ese crecimiento. Lo rompes ahí».

Qué están haciendo en México

«Lo que estamos trabajando aquí es no tanto atender a la persona deportada como atender a esos hijos que nunca han estado aquí, que son mexicanos porque son hijos de mexicanos pero que nunca han estado aquí. Personas que se están regresando a México y van a llegar aquí a un país que no conocen, que no hablan español».

Son mexicanos porque en México si eres hijo de mexicano, tienes la nacionalidad, pero llegan a un país que no conocen, que no hablan el idioma».

«Para 2017, alrededor de un 37 por ciento de las personas repatriadas en toda la frontera dejaron hijos menores de 18 años que nacieron en EEUU. Cuatro de cada 10 personas repatriadas son de largo plazo, que llevaban viviendo en EEUU más de un año. También se está dando el fenómeno del retorno voluntario… cada vez son más las personas que están decidiendo que antes de que llamen a su casa y los deporten se regresan a México».

«La realidad es que no eran muchos los mexicanos que querían vivir para siempre en EEUU. Eso fue como consecuencia de las políticas migratorias de EEUU. También de la situación en México, la violencia, el desempleo, tampoco es que aquí lo estemos pasando muy bien».

La separación de los niños (otro tiro por la culata)

«La misma ley de EEUU lo hace para proteger a los menores porque se supone que no pueden estar encarcelados como sus padres que siguen un proceso criminal por cruzar la frontera.

Separan a los niños pero los llevan a centros que en definitiva acaban siendo también como cárceles. La política de cero tolerancia lo que conlleva es que si cruzas va a haber consecuencias penales, aunque sea la primera vez y no hayas hecho nada más».

«Pero es irreal para EEUU. El costo, la magnitud de procesar a cada persona. Es imposible. No hay jueces suficientes, no hay suficientes centros de detención. Es demasiado dinero para ellos. Es irreal que puedan procesar a cada migrante indocumentado. Esto se va a detener porque es insostenible en logística y en dinero. No es que no lo hayan intentado antes, pero es que hicieron números y vieron que es imposible. Es irónico que están respetando las garantías de los derechos del menor al no llevarlos con los papás mientras atraviesan un caso criminal. Están protegiendo al menor, pero los separan.

También es cierto que se les dan las garantías al migrante de tener su día en la corte, el problema es que son tantos, que no tiene tiempo para hablar, les dan menos de un minuto para hablar, a menudo sin abogado.

En el lado mexicano de la frontera. La esperanza de AMLO

El gobierno de México trata de adaptarse a las nuevas realidades de la migración.

Al principio se esforzaba en asistir a los migrantes retornados con necesidades básicas, proveyéndoles atención médica u otras necesidades básicas. Pero recientemente ha estado trabajando en rediseñar las políticas de atención a las personas deportadas enfocándose en la educación antes de la deportación, en colaboración con organizaciones de derechos de humanos y civiles dentro de EEUU, como Raices o Kids.

Además de estas campañas de prevención y de información para que estén preparados ante la eventual deportación, tratan de ofrecer servicios legales, que es la mayor necesidad de las personas deportadas.

«Tratamos de ayudar en lo que podamos sin intervenir en las leyes de otro país. Que sepan sus derechos, que pueden ir a corte y defender sus casos. Que tengan un plan de emergencia, que las familias sepan donde están los papeles de la casa, del carro, los teléfonos que marcar, que tengan acceso a un abogado».

Las imágenes de los niños en jaulas y los audios de los niños llorando han supuesto un antes y un después en la sensibilización de los estadounidenses con respecto a las políticas migratorias de su país.

«Esto se conecta también mucho con el sentimiento anti Trump de muchos estadounidenses que no quieren sus políticas».

Pero ahora hay una cuestión más profunda, que se espera se materialice con el nuevo gobierno de Andrés Manuel López Obrador y es que se establezcan unas condiciones en México para que la gente no quiera o no necesite emigrar.

«Es algo que no se había visto con los presidentes anteriores, con los tres últimos presidentes».

Se trata de crear mejores condiciones en México para los migrantes.

La causa de la migración es la pobreza, especialmente la distrubición y el abandono del campo mexicano. AMLO trae planes para volver a hacer productivo el campo mexicano, para producir alimentos, para producir empleo.

«Es un proceso que no se va a hacer en seis años, pero como investigador y como científico, sí me da gusto que entre eso en la agenda».