El presidente de EE.UU. admite los aspectos negativos de la guerra de drones que efectuó EE.UU. en algunos países considerándolo más similar a un videojuego.
«Reconozco el peligro de una … guerra desde una distancia que comienza a parecer un videojuego», aseveró el miércoles Barack Obama en una entrevista con la cadena estadounidense CNN, cuando se le preguntó si la guerra de los drones estadounidenses podría ser una caja de Pandora.
Sin embargo, el mandatario justificó la decisión de Washington de recurrir a estas herramientas balísticas que acabaron con la vida de miles de civiles e indicó que los ciudadanos estadounidenses necesitan estar protegidos de las amenazas a las que están expuestas.
Reconozco el peligro de una … guerra desde una distancia que comienza a parecer un videojuego», aseveró el presidente de EE.UU., Barack Obama.
En otra parte de sus declaraciones, habló sobre el fracaso de su Administración para lidiar con la amenaza del grupo terrorista EIIL (Daesh, en árabe). Obama confesó a la CNN que la capacidad de Daesh para movilizarse y tomar el control de ciertas áreas estratégicas en Siria e Irak ‘no había estado en su radar de inteligencia’.
Obama también reiteró que EE.UU. debería evitar el envío de tropas terrestres a Siria, llamando a impedir un «conflicto de tierra a gran escala … la decisión más inteligente de un menú de malas opciones».
Según informes, Estados Unidos comenzó a usar aviones teledirigidos en febrero de 2002 en Afganistán. Los ataques aéreos estadounidenses que lleva a cabo en Paquistán, Afganistán, Yemen y Somalia bajo el pretexto de la lucha contra el terrorismo han causado numerosas muertes de civiles.
En julio, la Casa Blanca dijo que alrededor de 116 civiles murieron en los ataques de aviones no tripulados del país en el período entre 2009 y 2015, mientras que los órganos de control estiman que el número de víctimas es de 3000.
En septiembre de 2015, el Buró del Periodismo Investigativo reveló que la Administración de Obama ordenó 10 veces más ataques de drones que la que estuvo a cargo de su antecesor George W. Bush.
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