Inicio EEUU Trump regresa al Medio Oeste con ayudas y sin soluciones al declive

Trump regresa al Medio Oeste con ayudas y sin soluciones al declive

Es una mezcla de gira nostálgica y triunfal. El mitin de Ohio será el primero desde que terminó una campaña electoral en la que estos foros fueron una de sus armas más efectivas.

La visita a la planta de Carrier, en Indianapolis, tiene mayor calado. Se trata de un gesto que le permite proyectar la imagen de presidente efectivo, que cumple sus promesas. Carrier se convirtió durante la campaña en un símbolo. Había anunciado el traslado de 2.300 empleos a México y Trump lo aprovechó como ejemplo de los males de los tratados de libre comercio. Una de sus promesas era que, si ganaba las elecciones, forzaría a United Technologies, empresa matriz de Carrier, a mantener los empleos en Indianapolis.

El acuerdo entre Trump y los jefes de Carrier es un golpe político y un beneficio obvio para las mil personas que seguirán trabajando en la fábrica. Pero la letra pequeña esconde una victoria a medias y suscita dudas sobre la estrategia del presidente-electo para combatir la desindustrialización.

Se salvarán mil empleos, pero 1.300 más —600 de Carrier y 400 de otra planta de United Technologies en Huntington (Indiana)— se irán igualmente a México, según la revista Fortune.

No se han difundido las condiciones del acuerdo entre el presidente-electo y United Technologies, pero de varias declaraciones y filtraciones a los medios de comunicación se deduce que consisten en tres partes, según la publicación qz.com. Primero, rebajas fiscales de hasta 700.000 dólares anuales del Estado de Indiana, cuyo gobernador es todavía el vicepresidente-electo, Mike Pence. Segundo, la promesa de rebajar impuestos federales a las grandes corporaciones, promesa que requerirá del apoyo del Congreso para cumplirse. Y tercero, la velada amenaza de Trump con dejar de comprar a United Technologies, fabricante de motores de aviones de guerra y otro material militar, y proveedor del Gobierno federal.

El anuncio rompe con la doctrina tradicional del libre mercado, que en las últimas décadas abanderó el Partido Republicano de Trump. Esta doctrina dictaba que los poderes públicos no debían inmiscuirse en el libre funcionamiento de la economía capitalista. Además de distorsionar el mercado, prácticas clientelares con dinero del contribuyente —como es el caso del rescate de una empresa en concreto, y no otras— no se correspondían con la imagen de EE UU como paraíso del libre mercado.

«Es terrible para la vitalidad económica de la nación si las empresas toman decisiones para complacer a los políticos en vez de a los clientes y a los accionistas», escribe el economista conservador James Pethokoukis, del laboratorio de ideas American Enterprise Institute, en la publicación The Week. «Imaginen empresa tras empresa, año tras año, tomando decisiones basadas parcialmente en complacer a la Casa Blanca de Trump. Además, el hostigamiento de Trump contra el comercio y la deslocalización distrae de la realidad de que la automatización plantea un desafío clave a la fuerza de trabajo americana en el futuro».

El senador Bernie Sanders, que en su campaña contra Clinton en las primarias demócratas criticó los tratados de libre comercio y prometió actuar contra las deslocalizaciones industriales, desaprueba el gesto de Trump con Carrier. Sanders sostiene que, al rebajar impuestos a una empresa que amenaza con llevar los puestos de trabajo al extranjero, Trump pone en peligro otros empleos que hasta ahora eran seguros.

“Ha señalado a todas las corporaciones de América que pueden amenazar con externalizar empleos al extranjero a cambio de beneficios fiscales e incentivos favorables a las empresas”; escribe Sanders en The Washington Post. “Incluso corporaciones que no estaban pensando en externalizar empleos probablemente revaluen su posición esta mañana”.

El declive de los empleos industriales en EE UU no se detendrá con la operación de Carrier. Los mil puestos salvados representan el 0,2% de empleos en el sector manufacturero de Indiana, según The New York Times, que añade que en este Estado los empleos en el sector han caído en un 20% desde el año 2000.

Trump ganó las elecciones, en parte, con un mensaje que apelaba a los trabajadores del antiguo pulmón industrial de EE UU, el llamado rust belt o cinturón del óxido. Conectó con una clase trabajadora blanca que se sentía abandonada por su partido tradicional, el demócrata. La paradoja es que fue un presidente demócrata, Barack Obama, quien rescató General Motors en 2009. Y fue la demócrata Clinton la que presentó el programa más detallado con ayudas a estos votantes. Por ejemplo, en forma un aumento del salario mínimo.

Trump, que jurará el cargo el 20 enero, ha combinado una retórica populista con decisiones que contrarrestan este mensaje, como el nombramiento en su gabinete de millonarios y banqueros de Wall Street.