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Victorias sobre la parálisis

La joven Kelly Thomas, de 23 años, creció montando a caballo, criando ganado y ayudando a su padre en el rancho, hasta que en 2014, un accidente automovilístico la dejó parapléjica con una lesión incompleta en la médula espinal, quedando paralizada desde el pecho hacia abajo, incapaz de usar sus piernas.

El cocinero Jeff Marquis, de 35 años de edad, disfrutaba de una vida muy activa en la naturaleza hasta que en otoño de 2011 su vida cambió cuando tuvo un accidente de bicicleta en un sendero de montaña, que le provocó una lesión en la médula espinal, quedando tetrapléjico, incapacitado para moverse desde el pecho hacia abajo.

Jered Chinnock, un joven que ahora tiene 29 años, se lesionó la médula en las vértebras torácicas situadas en el medio de su espalda en un accidente con una moto de nieve en 2013, por lo que no podía moverse ni sentir nada debajo de la mitad del torso.

Estas tres personas ahora pueden caminar, gracias a dos sistemas que combinan la estimulación complementaria de dispositivos implantados en el cuerpo, el entrenamiento locomotor diario y la terapia física, desarrolladas de forma independiente por dos equipos de investigación de EEUU.

RECONECTANDO CEREBRO Y MÉDULA

Thomas y Marquis consiguieron desplazarse con sus piernas en el experimento del Centro de Investigación de Lesiones de la Médula Espinal de Kentucky (KSCIRS), en la Universidad de Louisville, UofL, en Kentucky, Estados Unidos.

Otros dos lesionados medulares lograron mantener la estabilidad en su tronco y permanecer de pie, al utilizar la estimulación y enfocarse mentalmente en ello, dentro de esta misma iniciativa investigadora.

“Esta investigación demuestra que puede restablecerse la conectividad del cerebro a la columna vertebral años después de una lesión de la médula espinal”, señala la doctora Susan Harkema, autora del estudio, profesora y directora asociada del KSCIRS (http://louisville.edu/kscirc).

“Los participantes en este estudio, que viven con parálisis completa, pudieron caminar, permanecer de pie, recuperar la movilidad del tronco y otra serie de funciones motoras, sin asistencia física, cuando utilizaron el estimulador epidural y se mantuvieron enfocados mentalmente en dar sus pasos”, explica Harkema.

Esta especialista espera ampliar la investigación a más participantes, utilizando una tecnología de estimulación mejorada, debido al “tremendo potencial de progreso de este método, y por las posibilidades que en el futuro podría ofrecer a aquellas personas con una lesión de la médula espinal”, indica.

“Cuando los cuatro participantes se unieron al estudio hacía al menos dos años y medio que se habían lesionado, y no podían mantenerse en pie, caminar ni mover voluntariamente las piernas”, informa, Betty Coffman, especialista en comunicaciones de temas de Salud, de la UofL (http://louisville.edu/) .

Dos de esos participantes, Thomas y Marquis, lograron caminar por el suelo y sobre una cinta ergométrica, con la ayuda de dispositivos de asistencia, como un andador y postes horizontales, para mantener el equilibrio mientras el estimulador epidural estaba encendido, según Coffman.

Según la UofL, esta investigación se basa en dos tratamientos distintos: el entrenamiento físico locomotor y la estimulación epidural de la médula espinal (scES), mediante un dispositivo implantado, que envía señales eléctricas a las neuronas motoras en la columna vertebral.

“La estimulación epidural consiste en la aplicación de corriente eléctrica continua a frecuencias e intensidades variables en lugares específicos en la médula espinal lumbosacra, ubicación que corresponde a las densas redes neuronales que controlan en gran medida el movimiento de las caderas, las rodillas, los tobillos y los dedos de los pies”, según Coffman.

Por su parte, el entrenamiento locomotor “tiene como objetivo, en última instancia, volver a entrenar la médula espinal para que “recuerde” el patrón neurológico correspondiente a la actividad de caminar, practicando de forma repetitiva, permanecer de pie y caminar”, de acuerdo a esta comunicadora de la UofL.

“En una sesión de terapia de entrenamiento locomotor, el peso corporal del participante se sostiene mediante un arnés, mientras que el personal especialmente entrenado mueve las piernas del lesionado para simular que éste camina sobre una cinta rodante”, explica Coffman.

VOLVIENDO A CAMINAR, CINCO AÑOS DESPUÉS

Por su parte , la estimulación de la médula espinal y la fisioterapia combinadas han ayudado a Jered Chinnock a recuperar su capacidad para estar de pie y a caminar con ayuda, dentro de otra investigación efectuada en Estados Unidos en una colaboración entre la Clínica Mayo, en Rochester (Minnesota) , y la Universidad de California, UCLA, (www.ucla.edu), en Los Ángeles (California).

“Chinnock pudo hacerlo gracias a un estimulador implantado y con ayuda de un andador con ruedas delanteras, mientras los entrenadores le brindaban asistencia ocasional”, informa Rhoda Fukushima Madson, del departamento de Asuntos Públicos de la Clínica Mayo.

Este joven paralítico hizo previamente 113 visitas de rehabilitación a la Clínica Mayo durante un año, consiguiendo caminar con asistencia 16 minutos y dar un total de 331pasos, a una velocidad de 0, 20 metros por segundo, según esta misma fuente.

En el estudio, la médula espinal de Chinnock fue estimulada mediante un electrodo implantado quirúrgicamente, permitiendo que sus neuronas recibieran la señal de que el joven quería ponerse de pie o dar un paso, informa la Clínica Mayo.

El implante se asienta en el espacio epidural, la parte más externa del canal espinal, en un lugar específico debajo del área lesionada. El electrodo se conecta a un dispositivo generador de pulsos debajo de la piel del abdomen de Chinnock y se comunica de forma inalámbrica con un controlador externo, añade el portavoz de este centro médico y de investigación (www.mayoclinic.org).

Según Madson, Chinnock fue capaz de caminar sobre el suelo con un andador con ruedas delanteras y pisar una cinta de correr colocando los brazos sobre las barras de soporte, para ayudarse a mantener el equilibrio, pero cuando el estimulador estaba apagado, no pudo mover esa zona de su anatomía.

“Esta investigación nos enseña que las redes de neuronas debajo de una lesión de la médula espinal aún pueden funcionar después de la parálisis”, señala el doctor Kendall Lee, coinvestigador principal, neurocirujano y director del Laboratorio de Ingeniería Neural (NEL) de la Clínica Mayo.

“Creo que el verdadero desafío comienza ahora, y consiste en comprender cómo y porqué sucedió esto y qué pacientes responderán a este tratamiento”, explica por su parte la doctora Kristin Zhao, coinvestigadora principal y directora del Laboratorio de Tecnología Restaurativa y de Asistencia (ARTL) de la institución de Minnesota.