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Alicante tenía algo que aportar a la gran revolución del urbanismo contemporáneo: la «no rotonda»

España tiene 591 rotondas por cada millón de habitantes. Al menos, esa era la cuenta en 2020, cuando Erdavis.com realizaba un estudio en el que ponía en perspectiva cuáles son los países que más optan por esta solución para sus ciudades.

De la decena de países estudiados, esta cifra nos dejaba como los segundos en el listado. Superamos, por más de un centenar de rotondas por millón de habitantes, a la suma de Reino Unido e Irlanda y por encima de Portugal.

El chiste de Homer Simpson dando vueltas alrededor de la rotonda junto a Buckingham Palacepodría estar mejor representado si fuera el Arco del Triunfo, en París. Estados Unidos, con 73 rotondas por millón de habitantes, ven este tipo de soluciones toda una rareza. Francia, con 967 rotondas por millón de habitantes, es la absoluta reina del panorama «rotondístico», si es que alguna vez ha existido esa palabra.

Pero nada de esto le vale a Alicante. De hecho, su Ayuntamiento ha querido huir de esta solución. Y lo ha hecho en un lugar donde es raro encontrar rotondas pero todavía más raro es encontrar soluciones pensadas por y para el peatón.

Alicante ya presume de su «no rotonda». Lo hace, cómo no, optando por el urbanismo táctico.

El «invento» de la «no rotonda»

Todo, con muchas comillas. Es de esto de lo que presume el Ayuntamiento de Alicante. El consistorio lanzaba esta nota de prensa hace solo unos días: Alicante finaliza la primera no rotonda de España en Atalayas, ciudad empresarial.

En la información se hace referencia a una intervención en un cruce dentro de un polígono industrial. Los polígonos industriales son espacios que, tradicionalmente, son agresivos para el peatón. Lugares de aceras estrechas, largas distancias, pocos servicios que animen a caminar y grandes avenidas.

Alicante ha querido transformar uno de los cruces de uno de sus polígonos industriales aplicando el urbanismo táctico. Estas intervenciones tienen la ventaja de que son baratas, pues suelen emplear grandes macetas de hormigón y pintura para el suelo, removibles si la idea fracasa y, sobre todo, piensan en ganar espacio al coche para devolverlo al peatón.

Con la intervención realizada en el cruce entre la calle Chelín y Dracma del mencionado polígono industrial, se ha conseguido reconvertir un cruce en un espacio para facilitar el paseo del peatón. Ahora, los coches están obligados a girar utilizando un solo carril y en el centro se ha creado una zona ajardinada, que sirve de cruce peatonal diagonal y, al mismo tiempo, un lugar de descanso.

En el consistorio aseguran que se «prima la movilidad de las personas, sobre el vehículo y que mejora la imagen paisajística y la sostenibilidad del área industrial al introducir un espacio ajardinado de unos 700 metros cuadrados». La reforma ha tenido un coste de 234.951 euros y a ella han concurrido 15 empresas.

Alicante

Antes y después de la intervención en Alicante

Aunque desde el Ayuntamiento de Alicante hablan de la primer «no rotonda», lo cierto es que este tipo de intervenciones ya se han visto en España. Como se puede observar en la imagen superior, anteriormente no existía una rotonda y sí un cruce, por lo que en la obra se ha optado por darle espacio al peatón rechazando la instalación de una rotonda que, sin embargo, tampoco mejoraría en nada el espacio original.

No deja de ser, por tanto, un ejercicio de marketing llamar al nuevo entorno «no rotonda» y hablar de la primera de España. En Logroño ya se han llevado a cabo intervenciones parecidas, como la del Área pacificada del barrio Madre de Dios, donde se ha reordenado el tráfico para convertir un cruce en una plaza de barrio. Es, desde luego, otro caso de «no rotonda». En Barcelona, las Superillas, aunque con intervenciones de mucho mayor calado, han apostado por convertir lo que antes eran cruces de asfalto en grandes plazas para los vecinos.

Tampoco es exclusivo de España el urbanismo táctico. La Piazza Aperte de Milán es un buen ejemplo de cómo reordenar el tráfico para devolvérselo a los vecinos. Y el concepto holandés de Woonerf, como se denominan los espacios residenciales, sirvió para calmar el tráfico y cambiar por completo la fisonomía de ciudades como Ámsterdam.

Sí hay que reconocer al Ayuntamiento de Alicante que la intervención en un espacio tan cochista como es un polígono industrial es interesante. De esta manera, se favorece que los trabajadores tengan un espacio donde relajarse o pasear para llegar a servicios como las cafeterías o los restaurantes en lugares especialmente agresivos para el peatón. De hecho, sólo hay que ver en la fotografía aportada por el ayuntamiento la cantidad de coches aparcados en la acera, quitando sitio al peatón.

De hecho, hace tiempo que se pone el foco en los polígonos industriales. En la guía aportada por el Gobierno para diseñar las Zonas de Bajas Emisiones, que deberían haber entrado en vigor en este 2023 para todas las ciudades con más de 50.000 habitantes, ya se especificaban qué tipos de intervenciones se podían llevar a cabo para reducir la contaminación en estos espacios.

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Fotos | Ayuntamiento de Alicante y Google Maps