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Bildu, a Sánchez: «Pamplona la queremos ya, no aceptamos negociarla como contraprestación en las elecciones vascas»

El aparato oficial de Bildu era el encargado de desvelar el último engaño de Pedro Sánchez. Dijo que no entregaría Pamplona a Bildu con los votos del PSOE y, evidentemente, lo ha hecho una vez que ha pasado las elecciones del 23-J y la formación de gobierno. Porque lo que buscaba era retrasar la entrega de una gran plaza al partido heredero de ETA para que no le afectase en sus ansias personales de poder. Pero la maniobra ha mostrado la fuerza de Bildu ante el PSOE. Los socialistas intentaron retrasar la entrega de Pamplona a los de Otegi para incluirla en la negociación de las elecciones vascas de mayo del próximo año. Bildu fue tajante en su mensaje remitido a Sánchez: «Pamplona la queremos ya, no aceptamos negociarla como contraprestación en las elecciones vascas». Y, por supuesto, manda Otegi.

El Partido Socialista de Navarra ya ha dado su consentimiento a una moción de censura contra la alcaldesa de Pamplona, Cristina Ibarrola (UPN) con el fin de entregar el consistorio a los proetarras de Bildu. Libertad Digital ya había adelantado que el Ayuntamiento de Pamplona era una de las piezas clave de la negociación de Bildu con Sánchez. Un pacto del que nada se conoce, salvo por las informaciones de Libertad Digital y que este martes ha confirmado una de esas exigencias: el Ayuntamiento de Pamplona.

Pero el puzzle es mucho más amplio. Para empezar, el pacto real sobre este asunto fue sellado entre el PSOE y los proetarras antes de las elecciones del 28-M. Y era muy simple: la fuerza «progresista» que quedase más adelantada de entre los partidos de izquierda tendría que recibir el apoyo de todo el resto de esas formaciones. El PSOE, tras ver que la regla pactada se cumplía en Pamplona tras el 28-M —fue la segunda fuerza por detrás de UPN, pero la primera «progresista»— pidió a Otegi permiso para incumplir el acuerdo porque «supondría un problema de cara a las elecciones del 23-J«. Traducido: pactó engañar a los votantes escondiendo el pacto para entregar Pamplona a los herederos de ETA.

El tiempo fue pasando, y las elecciones vascas del próximo mayo acercándose. Y Bildu vio el intento del PSOE de incluir Pamplona en el bazar de negociación una vez vistos los resultados de esas votaciones autonómicas. Y dijo «no».

Las elecciones vascas de la primera mitad del próximo año 2024 tienen una importancia muy superior a la estrictamente regional. Bildu cuenta con reabrir una reválida de la subasta de exigencias a Pedro Sánchez vivida en la negociación de la investidura del presidente. Pero quería tener previamente el Ayuntamiento de Pamplona. Precisamente, para que el PSOE, si son la primera fuerza en esa comunidad autónoma española, no les quisiera contentar dándoles Pamplona. Y es que Bildu quiere el control de las principales ciudades vascas donde esté al alcance de la mano otra moción de censura. Pero también quiere, por supuesto, la presidencia del País Vasco. Y todo dependerá del resultado de esas elecciones.

La tendencia electoral de Bildu es ascendente. La del PNV, descendente. Todo ello, gracias a los inmensos favores, apoyo, impulso, pactos y blanqueamiento de Pedro Sánchez. Y ha llegado la hora de la verdad, como comentan en Bildu. Los proetarras entran en un año en el que saben que pueden ser la fuerza más votada en el País Vasco en los próximos comicios de mayo de 2024. Y en el que tienen atrapado por las alianzas de investidura al presidente nacional y líder del PSOE —el partido que, con muy alta probabilidad, tendrá que decidir si entrega la gobernabilidad vasca tras las elecciones autonómicas a Bildu o al PNV—. Y Bildu tiene muy claro su plan.

Los proetarras parten de varias bases. La primera, que no quieren tumbar a Sánchez: les da el máximo de lo que piden y eso saben que no lo encontrarían con otro presidente.

La segunda, que están ganando peso cada día en el País Vasco y en Navarra, donde la presidenta —también del PSOE—, María Chivite, les ha entregado la llave del control local, de Pamplona y de la Mancomunidad de Pamplona, el control cultural en toda la región y una elevada influencia en todas las decisiones de Gobierno de la Comunidad Foral, hasta en la política fiscal. Fruto de ello se está produciendo ya, por ejemplo, el vaciado de competencias de la Guardia Civil y un avance del vascuence en base a subvenciones difícil de igualar.

Y la tercera, que, pese a ello, su objetivo es la ampliación de poder en lo que ellos denominan Euskal Herria, lo que incluye, por supuesto, el País Vasco.