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Alfonso X, un rey muy sabio

Alfonso X el Sabio


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Hijo primogénito de Fernando III el Santo y de Beatriz de Suabia, Alfonso X de Castilla ha quedado para la Historia como el Sabio, pero su reinado tuvo muchas facetas. Por ejemplo, la guerrera. Alfonso fue muy activo en la lucha contra los musulmanes, en el marco de la Reconquista de la península Ibérica: ocupó Jerez en 1253, conquistó Cádiz en 1262, sofocó la revuelta de los mudéjares de Murcia y el valle del Guadalquivir e incluso cruzó el estrecho para arrasar Salé, el puerto de Rabat, en 1260. Y en los últimos años de su reinado tuvo que hacer frente asimismo a la rebelión nobiliaria encabezada por su propio hijo, Sancho IV.

También destacó por su espíritu reformador, iniciando el proceso que desembocaría en el Estado moderno y centralizado de los Reyes Católicos. Así, unificó las leyes de Castilla en el código conocido como las Siete Partidas (1256-1265), promovió la repoblación y edificación en el interior peninsular, llevó a cabo una activa y beneficiosa política económica (reformando la moneda y la Hacienda pública) y creó el Honrado Concejo de la Mesta –que reunió a todos los pastores de León y Castilla en un singular precedente del asociacionismo– en 1273.

Pero su labor cultural oscurece todas las demás. Nacido el 23 de noviembre de 1221 en Toledo, el futuro rey –reinó entre 1252 y su muerte en 1284– aprendió el galaicoportugués de niño en Allariz (Orense) y recibió una esmerada educación en múltiples campos (su madre era una erudita para la época). Ello se reflejó en su incansable impulso a las artes y las ciencias. Alfonso X reunió en torno a la Escuela de Traductores de Toledo a un conjunto de intelectuales latinos, hebreos e islámicos que tradujeron y alumbraron muchas obras científicas y literarias de enorme valor, inaugurando en buena medida la prosa en castellano. El propio Rey coescribió las Cantigas de Santa María (en galaicoportugués) y otros versos y textos, como el Libro de los juegos.