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Armas y lesiones craneales del Neolítico

Esta fractura en un cráneo neolítico pudo ser causada por un particular tipo de porra con forma de pala, el Thames Beater [Meghan Dyer]

Desde hace siglos, los seres humanos golpean las cabezas de sus congéneres con objetos contundentes, según se ve el registro arqueológico. Sin embargo, cómo eran en concreto esos objetos a veces no está claro. Meaghan Dyer y Linda Fibiger, de la Universidad de Edimburgo, muestran ahora en la revista científica Antiquity que una determinada lesión neolítica es reproducible con un tipo de arma determinado.

Pusieron a prueba una réplica de una porra de madera de hace 5500 años golpeando con ella una simulación de un cráneo hecha con una sustancia artificial que imita las propiedades de un cráneo de verdad. Vieron así que las lesiones que producían se parecían mucho a las que se encuentran en un cráneo de aquella época. Las investigadoras esperan que las cabezas artificiales ayuden en el futuro a determinar a qué armas corresponden las fracturas de cráneo prehistóricas.

Los modelos de cráneo se hacen con hueso sintético de poliuretano, que se rellena con gel para que haga de cerebro humano, como en las pruebas de balística. Una capa de goma recubre por fuera el cráneo y simula la piel. La utilidad en arqueología experimental de un sustituto así se debe a que cuesta reproducir los experimentos realizados con cráneos de cadáveres humanos y de animales, experimentos que, además, suelen ser moralmente vidriosos.

El experimento se realizó con una reproducción de una clava conocida como Thames Beater (una porra de madera de una forma particular, como una pala, encontrada junto al Támesis hace unos años), que mide 65 centímetros de largo y pesa más de un kilogramo. Llegó a la poco sorprendente conclusión de que esa arma podía realmente destrozar un cráneo humano, pero, además, por primera vez, sostienen las investigadoras, un tipo determinado de lesión se ha podido ligar a un arma específica: la hendidura que se ve en un cráneo encontrado en un enterramiento neolítico austriaco (donde se acumulan los cadáveres de, parece, una auténtica matanza) es compatible con las fracturas que el Thames Beater produce en los cráneos de poliuretano.

Lars Fischer/ spektrum.de

Artículo traducido y adaptado por Investigación y Ciencia con permiso de Spektrum der Wissenschaft.

Fuente: «Understanding blunt force trauma and violence in Neolithic Europe: the first experiments using a skin-skull-brain model and the Thames Beater», de Meghan Dyer y Linda Bifiger, en Antiquity, volumen 91, número 360, diciembre de 2017 , págs. 1515-1528.