Inicio Intelectualidad Cerebro o músculos, ¿qué se deteriora primero?

Cerebro o músculos, ¿qué se deteriora primero?

A partir de los 50 años acontece una disminución gradual propia de la edad, no solo física, sino también cognitiva, ya que los dos funciones se hallan correlacionadas. Pero ¿cuál de las dos influye en la otra? ¿Es la actividad física la que impacta en el cerebro, o al revés? Para responder a esta pregunta, científicos de la Universidad de Ginebra y del Centro Nacional de Competencias en Investigación de Suiza Lives (NCCR Lives) han analizado una base de datos de más de 105.000 personas con edades comprendidas entre los 50 y 90 años y cuyas capacidades físicas y cognitivas se registraron de manera bienal durante un período de 12 años.

Los hallazgos, que se publican en Health Psychology, revelan que, al contrario de lo que se pensaba hasta ahora, las capacidades cognitivas evitan la inactividad física de manera más notable que a la inversa, es decir, que lo que la actividad física previene la disminución de las funciones cognitivas. Al parecer, debemos priorizar el ejercicio de nuestro cerebro.

Ejercicio físico con cabeza

Las investigaciones previas han analizando, sobre todo, el impacto del ejercicio físico en las habilidades cognitivas. «Se han establecido correlaciones entre estos dos factores, particularmente en relación con la memoria; también con respecto al crecimiento y a la supervivencia de nuevas neuronas», señala Boris Cheval, de la Universidad de Ginebra y uno de los autores, en un comunicado de prensa. «Estudios anteriores indicn que la actividad física previene el declive de las habilidades cognitivas. Pero ¿y si solo explicasen la mitad de la historia? Investigaciones recientes demuestran que nuestro cerebro interviene cuando llevamos a cabo actividad física», continúa.

Los científicos comprobaron las dos opciones a partir de los datos de la Encuesta de Salud, Envejecimiento y Jubilación en Europa (encuesta SHARE), una base de datos socioeconómicos a nivel europeo que abarca más de 25 países. Las habilidades cognitivas se midieron mediante una prueba de fluidez verbal (los participantes debían nombrar tantos animales como les fuese posible en 60 segundos) y un test de memoria (debían memorizar 10 palabras y repetirlas después). La actividad física se registró a través de una escala del 1 («Nunca») al 4 («Más de una vez por semana»).

A continuación, analizaron esos datos a través de tres modelos estadísticos. En el primero, observaron si la actividad física permitía predecir el cambio en las habilidades cognitivas a lo largo del tiempo; en el segundo, si eran las habilidades cognitivas las que pronosticaban el cambio en la actividad física; y en el tercero, comprobaron ambas posibilidades bidireccionalmente. «Encontramos que el segundo modelo se ajustaba con mayor precisión a los datos de los participantes», afirma Cheval.

Según los autores, el estudio demuestra, por tanto, que las capacidades cognitivas influyen en la actividad física, y no al revés. «Obviamente, es un ciclo virtuoso, ya que la actividad física también influye en nuestras capacidades cognitivas. Pero, a la luz de estos nuevos hallazgos, lo hace en menor medida», indica Matthieu Boisgontier, investigador del NCCR Lives y otro de los autores de la investigación.

Retrasar un declive inevitable

A partir de los 50 años, la disminución de las capacidades físicas y cognitivas es inevitable. Sin embargo, estos resultados indican que si actuamos primero sobre nuestras habilidades cognitivas podemos frenar el declive de este círculo virtuoso. «El estudio respalda nuestra teoría de que el cerebro tiene que hacer un esfuerzo para salir de un estilo de vida sedentario, y que si se trabajan las capacidades cognitivas, la actividad física las seguirá», concluye Cheval.

Fuente: Universidad de Ginebra

Referencia: «Relationship between decline in cognitive resources and physical activity». B. Cheval et al. en Health Psychology, publicación avanzada en línea, 2020.