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¿Clasificamos siempre de izquierda a derecha?

Cuando las personas clasifican los objetos según su tamaño, por lo general, empiezan por la izquierda y avanzan hacia la derecha. Ese mismo modo de proceder lo utilizan cuando tienen que imaginar secuencias temporales o numéricas en el espacio o representarlas de forma ordenada. Resulta un tanto extraño, puesto que no hay una razón concreta ni una causa conocida para esta preferencia. ¿Se encuentra esta tendencia fijada genéticamente en nuestro programa de comportamiento? Si así fuera, ¿a qué se debe? Un equipo dirigido por el psicólogo Benjamin Pitt, de la Universidad de California en Berkeley, ha investigado el fenómeno. Según concluyen los investigadores en Science Advances, en principio, también podríamos proceder en sentido contrario, es decir, de derecha a izquierda.

Para su estudio, los científicos se plantearon, en primer lugar, con qué sujetos podían comparar su grupo experimental («casi todas las personas») para descubrir si la conducta de contar y clasificar es innata o aprendida en los humanos. De este modo, escogieron dos grupos de participantes a los que todavía no se ha podido imprimir una manera preferente de clasificar: niños pequeños que están aprendiendo a contar y miembros de los tsimane’, una población indígena de la cuenca amazónica de Bolivia. Estos pobladores raramente contactan con personas de la sociedad industrial, no asisten a la escuela, rara vez utilizan la tecnología moderna y, según la hipótesis, es poco probable que estén influenciados culturalmente para preferir ordenar en una dirección concreta. Así pues, si los niños y los tsimane’ también contaban y clasificaban de izquierda a derecha, ello hablaría a favor de un comportamiento innato.

Sin preferencias espaciales

En el laboratorio de la universidad y en un entorno amazónico, los investigadores pidieron, respectivamente, a 30 niños de 3 a 5 años de edad y a 96 tsimane’ que clasificaran tarjetas en las que aparecían puntos u objetos (por ejemplo, plátanos) en filas según su número o dimensión. A continuación, compararon el resultado con el comportamiento común entre los adultos de los países industrializados: ordenar siempre de izquierda a derecha. Según constataron, los participantes amazónicos y los niños actuaban de manera distinta: no detectaron ninguna preferencia espacial a la hora de ordenar.

Otro experimento, en el que solicitaron a otros 60 tsimane’ que clasificaran de forma arbitraria en ejes verticales u horizontales objetos de diferente tamaño o número, así como secuencias temporales, arrojó resultados similares. Una vez más, los participantes procedentes de Estados Unidos, China o la India procedieron metódicamente y clasificaron las diferentes categorías en una dirección. En cambio, menos de la mitad de los tsimane’ mostró tal tendencia.

Al parecer, este forma de comportamiento no está fijada ni es heredada en el ser humano, sino que es aprendida en la mayoría de sociedades, concluyen los autores. Este hallazgo contradice teorías previas, las cuales sugieren que el cerebro de los bebés (y también el de algunos animales) favorece una determinada semirrecta numérica, en la que los números van de menor a mayor de izquierda a derecha. Como explicación señalan la asimetría cerebral: el hemisferio derecho preside el procesamiento visuoespacial, por lo que la atención tiende a orientarse hacia el lado izquierdo. Pero los nuevos resultados sugieren que los factores culturales desempeñan una importante función en este caso.

Jan Osterkamp

Referencia: «Spatial concepts of number, size, and time in an indigenous culture». Benjamin Pitt et al. en Science Advances, vol. 7, n.o 33, 2021.