Aumento del PIB per cápita (arriba) y descenso del paro según los años pasados desde un pico en la entrada de inmigrantes o refugiados, y debidos a él. Las líneas negras representan un 0% de cambio; las líneas de puntos están separadas por dos décimas de aumento en la gráfica de arriba y por una de punto porcentual de disminución en la de abajo. Las líneas rojas corresponden a los inmigrantes; las azules, a los solicitantes de asilo. Las franjas indican un intervalo de confianza del 90% [Nature, basado en los datos de d’Albis et al en Sci. Adv. 4, eaaq0883].
Los refugiados y emigrantes que buscan lugares seguros y más oportunidades benefician a las naciones que les acogen en un plazo de unos años a partir de su llegada, según indica un análisis de 30 años de datos de 15 países de Europa Occidental.
El estudio halla que al poco tiempo de que se produzca una punta en la llegada de migrantes, la fuerza y la sostenibilidad generales de la economía mejora y el paro disminuye. Esta conclusión contradice la idea de que los refugiados suponen una carga económica para el país porque absorben demasiados de sus recursos públicos. El estudio se publicó en Science Advances.
«Hay quienes dicen que les gustaría dar la bienvenida a los refugiados pero no pueden permitírselo económicamente», dice Hippolyte d’Albis, economista de la Escuela de París de Economía, que dirigó el estudio. «Pero hemos demostrado que históricamente no ha sido un coste y que si no se reciben migrantes la economía puede empeorar».
D’Albis y su equipo se han basado en un modelo económico que utiliza indicadores económicos anuales para predecir el futuro tras una gran perturbación, un desastre natural, por ejemplo. En este caso, se trataba de determinar el efecto de un ingreso súbito de migrantes (uno por mil habitantes). Los investigadores observaron por separado los efectos de los inmigrantes económicos y de los solicitantes de asilo, que residen temporalmente en una nación mientras se procesa su solicitud de que se les conceda la condición de refugiados.
Muchos de los solicitantes de asilo incluidos en los datos en que se basó el estudio son los que huyeron de la guerra de Yugoslavia en la década de 1990 y los que llegaron más recientemente procedentes de Siria. En análisis estudió la situación entre 1985 y 2015 en Alemania, Austria, Bélgica, Dinamarca, España, Finlandia, Francia, Irlanda, Islandia, Italia, Países Bajos, Noruega, Portugal, Reino Unido y Suecia.
Para evaluar el bienestar económico de las naciones midieron los ingresos medios a lo largo de los años dividiendo el producto interior bruto (PIB) por el tamaño de la población. Calcularon también el cambio de los ingresos fiscales netos del Estado y una variable, el balance fiscal, que resta de esos ingresos fiscales netos el gasto público y divide el resukltado por el PIB.
El modelo indica que con una entrada de inmigrantes el paro cae significativamente y la actividad económica aumenta, y el efecto va a más durante los primeros años.
Esto se debe probablemente a que los migrantes hacen que aumente la demanda en el mercado y ofrecen servicios, añaden puestos de trabajo y pagan impuestos. El estudio arrojaba que los ingresos fiscales anejos a estos cambios superaban con creces los costes para el Gobierno de los recién llegados, lo que en parte se explica por su edad: en general son jóvenes o de mediana edad, así que dependen menos de los servicios públicos que los ancianos, dice d’Albis.
Efecto general
Michel Clemens, economista del Centro de Desarrollo Global, think tank de Washington DC, dice que este análisis se aparta de algunos trabajos anteriores porque se centra en las consecuencias a gran escala en vez de en elementos concretos de la economía, por ejemplo en el efecto que los inmigrantes tienen los salarios locales. «Se puede comparar con el efecto negativo que una cafetería de Peet [una cadena estadounidense] tenga en Stabucks, pero la competencia puede ser mejor para la economía en general», explica.
En un momento en que las políticas de inmigración están sujetos a acalorado debate y han entrado en una fase de cambios tanto en Estados Unidos como en Europa, estudios como este pueden ayudar a los políticos a evaluar las consecuencias de sus actos. «Si se cercena la inmigración por razones culturales o de seguridad, se tendrá que pagar un precio económico», según Clemens.
Amy Maxmen / Nature news
Artículo traducido y adaptado por Investigación y Ciencia con permiso de Nature Research Group.
Referencia: «Macroeconomic evidence suggests that asylum seekers are not a «burden» for Western European countries», de Hippolyte d’Albis et al en Science Advances, Vol. 4, no. 6, eaaq0883.