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Cuando una enana marrón choca contra una enana blanca

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  • 28/10/2018

astronomía

En 1676, un monje observó un nuevo punto de luz en la constelación de La Zorra. Ahora, los astrofísicos descifran qué ocurrió en el sistema CK Vulpeculae.

Monthly Notices of the Royal Astronomical Society

CK Vulpeculae, una nebulosa en forma de reloj de arena allí donde se observó por primera vez una nova (en vez de supernova) fehacientemente, si bien parece ahora que no es una nova clásica [ALMA (ESO/NAOJ/NRAO)/S. P. S. Eyres].

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El 20 de junio de 1670, el cartujo Anthelme Voituret observó que en la constelación de La Zorra se encendía una nueva estrella. En los años siguientes el punto siguó titilando, pero finalmente se fue extinguiendo. La astronomía moderna ha vuelto a poner sus ojos en ese sistema, que se encuentra a 2300 años luz de distancia y recibe el nombre de CK Vulpeculae. Lo que ahora se ve allí es una nebulosa con forma de reloj de arena. No estaba claro qué ocurrió.

El astrofísico Stewart Eyres, de la Universidad del Sur de Gales, y sus colaboradores creen haber resuelto el enigma, tal y como cuentan en Monthly Notices of the Royal Astronomical Society. Según explican, habrían chocado en ese sistema dos estrellas enanas, una blanca y la otra marrón.

Las estrellas de esos tipos son muy diferentes del Sol. Entre las ígneas bolas cósmicas, las enanas blancas son como cadáveres. Se crean cuando una estrella parecida al Sol agota su combustible nuclear y tras un episodio intermedio como gigante roja desperdiga sus capas exteriores. Lo que queda es una bola muy compacta de luz lechosa, apenas mayor que la Tierra.

Dos estrellas contrapuestas

Las enanas marrones, en cambio, no han alcanzado la densidad y la temperatura necesarias para que se produzca en ellas la fusión de los núcleos de hidrógeno. Solo tienen unas decenas de veces la masa de Júpiter; apenas si son mayores que los planetas más grandes del sistema solar. No se había observado hasta ahora directamente qué pasa cuando una estrella frustrada de estas choca con una enana blanca. Gracias a los datos obtenidos por el observatorio submilimétrico ALMA, instalación de la Organización Espacial Europea en Chile, el equipo de Eyres ha reunido bastantes indicios de que CK Vulpeculae es el residuo de un choque de esa especie.

En primer lugar, la enana marrón, con una masa mucho menor, fue desgarrada por la enana blanca cuando ambos astros, describíendo unas órbitas cada vez más estrechas, iban acercándose. Finalmente, la enana blanca, desde sus polos, disparó hacia el espacio las ruinas creadas por el choque, como suele ocurrir cuando chocan dos estrellas. Pero en muchas partes esos residuos son frenados por el gas circundante, lo cual explicaría la forma de la nube.

La forma de reloj de arena había dado entender en el pasado a los astrónomos que era el resultado del choque de dos estrellas ordinarias. Una colisión así puede generar, en efecto, una estructura semejante a esa, pero los datos de ALMA apuntan hacia ese otro tipo de choque, más exótico.

En la nebulosa de gas y polvo se ha detectado el elemento litio, que las estrellas ordinarias suelen destruir. ALMA ha encontrado también los compuestos formaldehído, metano y formamida, que no habrían sobrevivido a los fuegos nucleares. El conjunto de estas observaciones solo se explica si en la colisión de 1670 participó una enana marrón, según los argumentos de estos investigadores.

Robert Gast / spektrum.de

Artículo traducido y adaptado por Investigación y Ciencia con permiso de Spektrum der Wissenchaft.

Referencia: «ALMA reveals the aftermath of a white dwarf–brown dwarf merger in CK Vulpeculae», de S. P. S. Eyres et al. en Monthly Notices of the Royal Astronomical Society, volumen 481, número 4, 21 de diciembre de 2018,págs.4931–4939. Puede leerse la prepublicación en arXiv: 1809.05849 [astro-ph.SR].