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Daño a la naturaleza por el huracán Irma

Cabe la posibilidad de que Irma haya extinguido a la reinita de Barbuda [Josh Noseworthy].

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Riesgos naturales
Riesgos naturales
Ene/Mar 2009 Nº 55

¿Cómo se originan y evolucionan los huracanes, los terremotos y las erupciones volcánicas? ¿Qué nos enseñan estos fenómenos sobre nuestro planeta? ¿Pueden predecirse? Este número monográfico repasa la ciencia y la historia de estas catástrofes, desde el impacto de los terremotos en la antigüedad hasta el posible efecto del cambio climático en la potencia de los huracanes de hoy.


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Se va a tardar en conocer la magnitud de los daños causados por el huracán Irma en el Caribe y en Florida. Han muerto al menos 81 personas; aunque no hay todavía una valoración definitiva, el perjuicio económico debe de ser del orden de las decenas de miles de millones de euros. No solo han padecido los seres humanos; los ecólogos están observando ahora los daños, igualmente grandes, sufridos por los ecosistemas y las especies de la zona. Irma pasó sobre los hábitats de muchos animales y plantas que ya estaban amenazados.

El ojo del huracán, por ejemplo, pasó justo por encima de la isla Barbuda, el hogar de una especie endémica de ave, la reinita de Barbuda (Setophaga súbita), que solo vive allá. Las imágenes de los satélites muestran que la vegetación de Barbuda ha quedado exfoliada casi por completo. Los animales, pues, encuentran poca protección y alimento, y muchos ejemplares pueden haber muerto directamente por la violencia de la naturaleza. El ornitólogo Andrew Dobson, presidente de BirdsCaribbean, se teme incluso que la especie pueda haberse extinguido, como le ha dicho a Bermuda News.

Los habitantes de la isla han sido todos evacuados, y dada la magnitud de la destrucción las instituciones se centrarán primero en reconstruir. Parece que una de las principales atracciones de la isla ha quedado muy deteriorada: la laguna de Codrington, con su gran colonia de rabihorcados magníficos o fragatas magníficas (Fregata magnificens). El huracán ha debido de matar a miles de flamencos en la costa norte de Cuba.

También preocupan a los ornitólogos las Bahamas, donde algunas islas quedaron igualmente arrasadas. El turpial de las Bahamas (Icterus northropi) podría haber padecido también: según la última cuenta, solo quedaban trescientos ejemplares. Las tres islas donde todavía subsistía no se encontraban directamente en la trayectoria del huracán, pero son muy llanas y por lo tanto propensas a las inundaciones durante las tormentas. El huracán Matthew llevó agua salada en 2016 bien dentro del pinar que le sirve de hábitat a esa ave canora y muchos árboles murieron. Tampoco puede excluirse que haya carencia de alimentos como consecuencia de los daños causados por la tormenta.

No solo las aves están amenazadas: no se sabe nada por ahora de la suerte de las iguanas Cyclura pinguis, que ya solo se encuentran en la isla de Anegada, una de las Islas Vírgenes británicas. Debe de haber solo unos 200 ejemplares en la naturaleza. Se desconoce qué ha sido de ellos, como los daños que Irma puede haber causado a un centro de crianza. En los cayos de Florida vive una subespecie de cérvido, Odocoileus virginianus clavium, cuyos especímenes son bastante más pequeños que sus parientes de tierra firme y son muy buenos nadadores. También estaban los cayos en la zona de mayor destrucción y tuvieron que ser evacuados. Se ha avistado a algunos cérvidos supervivientes, según informa el Servicio de Pesca y Vida Salvaje de Estados Unidos.

«Los cérvidos viven aquí en los cayos desde el último período glacial [norteamericano]. Saben lo que tienen que hacer para ponerse a salvo», afirma con optimismo Jeffrey Fleming, del Servicio. Un centro para la cría de la amenazada cotorra puertorriqueña, o iguaca (Amazona vittata), superó el huracán solo con desperfectos mínimos. Los edificios, construcciones muy estables, ofrecieron un seguro refugio a 80 cotorras y sus cuidadores. Parece que la selva lluviosa circundante, donde viven las últimas iguacas salvajes, solo se deterioró moderadamente.

Daniel Lingenhöhl/Spektrum der Wissenschaft

Artículo traducido y adaptado con permiso de Spektrum der Wissenschaft.