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Detectar la neurodegeneración temprana a través de los ojos

El diagnóstico temprano de los trastornos neurodegenerativos, como el alzhéimer o el párkinson, constituye un desafío para la comunidad científica. A menudo, la aparición de los síntomas clínicos ocurre una vez la enfermedad progresa y afecta de forma notable al tejido cerebral. Ahora, investigadores de la Universidad de Boston, liderados por Thor D. Stein, proponen que la presencia de las proteínas, conocidas como neurofilamentos, en el globo ocular podría alertar de la muerte neuronal inicial.

Localizados en el citoplasma de las neuronas, los neurofilamentos contribuyen a mantener la estabilidad estructural de las células, y en especial de sus axones, hecho que asegura la correcta transmisión de las señales nerviosas. La concentración de neurofilamentos aumenta con la edad, pero también a consecuencia de procesos inflamatorios o daño neuronal. Además, la detección de neurofilamentos en sangre o líquido cefalorraquídeo permite diferenciar sujetos sanos de pacientes con alzhéimer. Ello llevó a los autores a evaluar su utilidad como biomarcadores de la neurodegeneración.

Con este objetivo, recogieron muestras de humor vítreo, el líquido transparente que rellena el espacio comprendido entre la retina y el cristalino, procedentes de 77 pacientes, en su mayoría hombres de 56 años de edad promedio. La extracción tuvo lugar justo antes de que los voluntarios se sometieran a una intervención quirúrgica ocular en el Centro Médico de Boston. Asimismo, una semana antes de la operación, los participantes realizaron una prueba diseñada para medir sus capacidades cognitivas y detectar el grado de deterioro.

Los resultados, publicados en la revista Alzheimer’s Research and Therapy, revelaron la presencia de neurofilamentos en las 77 muestras analizadas. De forma interesante, concentraciones elevadas de estas proteínas correlacionaron con un incremento de otras proteínas implicadas en la enfermedad de Alzheimer, en concreto amiloide beta y tau, usadas como marcadores del trastorno. Los niveles de neurofilamentos también se asociaron a al aumento de citocinas proinflamatorias y proteínas vasculares.

Sin embargo, los investigadores no hallaron relación entre la cantidad de neurofilamentos y enfermedades oculares previas de los pacientes, hecho que sugiere que dichos trastornos no influyen en la presencia de las proteínas. Además, tampoco observaron una asociación clara entre los neurofilamentos y el principal factor de riesgo genético para el alzhéimer, el alelo e4 de la apoliproteina E.

Stein y su equipo señalan el carácter preliminar del trabajo y la necesidad de realizar nuevas investigaciones. Pues si bien es cierto que, en ratones, el aumento de proteínas amiloides en la retina podría indicar el comienzo asintomático del alzhéimer, el reducido tamaño de la cohorte analizada no permite inferir dicha conclusión. Además, ningún voluntario padecía demencia en el momento del estudio, por lo que no se observó correlación entre la prueba cognitiva, poco sensible en estadios tempranos, y la concentración de neurofilamentos. El seguimiento posterior de las capacidades cognitivas de los voluntarios permitirá confirmar si los niveles de neurofilamentos predicen la aparición de neurodegeneración.

Marta Pulido Salgado

Referencia: «Neurofilament light chain in the vitreous humor of the eye», de Manju L. Subramanian et al., en Alzheimer’s Research & Therapy; 12:111, publicado el 17 de septiembre de 2020.