Inicio Intelectualidad ¿El encarecimiento de la energía hace que gastemos menos?

¿El encarecimiento de la energía hace que gastemos menos?

Se acerca un invierno duro en Europa. La inflación ya estaba dificultando la economía doméstica en muchos países, y ahora la guerra de Ucrania limita el suministro de petróleo y de gas justo cuando se espera que suba la demanda de cara a los meses fríos. Los efectos podrían ser devastadores, en especial para quienes ya viven en la pobreza. Hay indicios de que algunos han empezado a gastar menos energía, pero ¿cuánto pueden ahorrar? ¿Y cuánto durarán estos nuevos hábitos?

Los científicos del comportamiento se están preparando para responder esas preguntas. «Es un momento muy importante e interesante para el ahorro energético», explica Mark Andor, economista conductual del Instituto Leibniz de Investigación Económica (RWI) de Essen. «Hay muchos estudios en marcha ahora mismo.»

Las primeras observaciones indican que ya hemos empezado a apretarnos el cinturón. Una encuesta de la Oficina de Estadística Nacional del Reino Unido sobre la crisis del coste de la vida reveló que en ese país se está reduciendo el consumo de gas y electricidad, destaca Lorraine Whitmarsh, psicóloga ambiental de la Universidad de Bath. Un estudio en Alemania informó de un descenso del 6 por ciento en el uso de gas natural en marzo y abril, y el consumo bajó en un 29 por ciento durante la primera semana de octubre en comparación con la misma semana de 2021.

Una solución a corto plazo

En anteriores casos de encarecimiento súbito de la energía, como la crisis del petróleo de los setenta, los consumidores tendieron a centrarse en reducir los costes inmediatos, en vez de invertir en electrodomésticos e infraestructuras que ahorran energía a largo plazo, como calefacciones eficientes o mejores aislamientos, según Whitmarsh. Por ahora no hay suficientes datos para ver hasta qué punto se está recurriendo a estas inversiones en la crisis actual. Sin embargo, Andor advierte que la capacidad de hacer estos cambios puede ser limitada. Por ejemplo, en Alemania escasean las bombas de calor y los técnicos que las instalan.

A los investigadores también les interesa analizar qué medidas pueden alentar a la población a gastar menos. Estudios previos demuestran que recibir información sobre el consumo energético registrado por un contador puede aumentar el ahorro entre un 5 y un 15 por ciento. En 2020, una prueba controlada y aleatorizada constató que desglosar el informe por electrodomésticos, en vez de dar únicamente la cifra total, puede añadir otro 5 por ciento. Este nivel de detalle ayudaría a desmentir ideas equivocadas sobre qué aparatos gastan más, argumenta Andor. «Me parece que los consumidores temen la factura», añade, «pero están un poco perdidos».

A la economista del comportamiento Madeline Werthschulte, del Centro Leibniz de Investigación Económica Europea (ZEW) de Mannheim, le gustaría colaborar con proveedores de gas natural para aprender más sobre el tipo de incentivos (como pequeñas recompensas económicas por usar menos gas) que podrían promover el ahorro entre la población.

Las medidas políticas que aplican los países para aliviar el impacto de la crisis dificultan los estudios conductuales, apunta Andor. «Están pasando muchas cosas a la vez. Si subvencionas la energía para ayudar a los consumidores, sin duda habrá menos alicientes para ahorrar.»

¿Se perderán estos hábitos?

Si nos guiamos por anteriores repuntes de precios, los nuevos hábitos de ahorro energético se perderán pronto, según Whitmarsh. «La gente gasta menos, pero cuando los precios vuelven a la normalidad, recuperan sus costumbres», explica. «Pocos cambios perduran.»

Esta vez, podría ser que la creciente concienciación sobre los efectos del cambio climático alterase ese patrón, añade. Por ejemplo, quienes ya se habían planteado gastar menos por motivos ambientales podrían ver la crisis del coste de la vida como una oportunidad para hacer cambios y mantenerlos durante más tiempo que en ocasiones anteriores.

Aun así, ahorrar energía a menudo requiere sacrificios, por lo que puede ser difícil perpetuar las medidas. «No es algo que espere del consumidor medio», confiesa Andor. «A la gente le gustan las comodidades.»

Heidi Ledford

Artículo traducido y adaptado por Investigación y Ciencia con permiso de Nature Research Group