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El legendario telescopio de Arecibo se cierra para siempre. Los científicos están conmocionados

Uno de los telescopios más famosos del mundo, el radiotelescopio de 305 metros de diámetro de Arecibo, en Puerto Rico, se cierra permanentemente. Los ingenieros no ven una forma segura de repararlo después de que dos cables que soportaban una estructura se rompiesen brusca y catastróficamente, uno en agosto y el otro a principios de noviembre.

Es el final de uno de los telescopios más icónicos y científicamente fructíferos de la historia de la astronomía. Los científicos lamentan perderlo.

«No sé qué decir», es la respuesta de Robert Kerr, exdirector del observatorio. «Es increíble».

«Estoy deshecho», dice Abel Méndez, astrobiólogo de la Universidad de Puerto Rico en Arecibo y usuario del observatorio.

El telescopio de Arecibo, que se construyó en 1963, fue durante muchos años el mayor radiotelescopio del mundo; su importancia para la astronomía es tanto histórica como moderna. Desde allí se envió en 1974 un mensaje de radio interestelar, con la esperanza de que los extraterrestres que pudiese haber lo oyesen; allí fue donde en 1992 se confirmó la existencia del primer planeta de fuera del sistema solar.

Con él se realizaron trabajos pioneros en la exploración de muchos fenómenos; por ejemplo, de los asteroides cercanos a la Tierra y de los desconcertantes estallidos celestes conocidos como explosiones rápidas de radio. Todas estas líneas de investigación quedan ahora clausuradas, si bien se seguirá haciendo ciencia, de modo más limitado, en algunas instalaciones de Arecibo más pequeñas.

Evaluación de daños

Los cables que se rompieron soportaban una plataforma de 900 toneladas de peso con instrumentos científicos que pende sobre el plato principal del telescopio. El primer cable se salió de su unión y destrozó unos paneles en el borde del plato, pero el segundo se partió e hizo grandes rotos en la zona central del plato.

Una imagen de alta resolución por satélite, tomada a petición de Nature por Planet, una empresa de San Francisco, California, que se dedica a la observación de la Tierra, muestra la magnitud de los desperfectos causados por el segundo cable: a través de grandes agujeros en el plato se ve el verde de la vegetación. Una segunda fotografía, publicada la semana pasada por responsables del observatorio, muestra también la destrucción. Son de los pocos vislumbres de los desperfectos hasta ahora.

Si fallasen más cables, lo que puede ocurrir en cualquier momento, la plataforma entera se estrellaría contra el plato, que está debajo. La Fundación Nacional de la Ciencia de Estados Unidos (la NSF), propietaria del observatorio de Arecibo, está elaborando planes para bajar la plataforma de forma segura y controlada.

Pero la elaboración de esos planes llevará semanas, y no se puede saber si la plataforma no se desplomará mientras de manera incontrolable. «Hasta los intentos de estabilizar o comprobar el estado de los cables podrían acelerar el fallo catastrófico», decía el 19 de noviembre en una rueda de prensa Ralph Gaume, director de la división de astronomía de la NSF.

La NSF ha decidido por ello cerrar permanentemente el plato de Arecibo. «Esta decisión no es fácil de tomar, pero la seguridad es la prioridad absoluta», dice Sean Jones, que encabeza el directorio de ciencias matemáticas y físicas de la NSF.

El cierre ha sacudido a la comunidad astronómica en general. Casi inmediatamente surgió una campaña en redes sociales con el hashtag #WhatAreciboMeansToMe (lo que Arecibo significa para mí): astrónomos, ingenieros y otros científicos, muchos de ellos puertorriqueños, comparten en ella historias de cómo ha conformado el observatorio sus carreras. «Perder el observatorio de Arecibo sería una pérdida grande para la ciencia, para la defensa planetaria y para Puerto Rico», decía Desireé Cotto-Figueroa, astrónoma de la Universidad de Puerto Rico Humacao en un mensaje de correo electrónico antes de que se anunciase la clausura.

Los responsables de la NSF insisten en que el fallo de los cables fue una sorpresa. Tras el primero, equipos de ingenieros observaron un par de cordones rotos en el segundo cable, más importante para el sostenimiento de la plataforma, pero no les pareció un problema grave ya que el peso que soportaba estaba bien dentro de lo que permitía su diseño. «Se consideró que no era un peligro inmediato», dice Ashley Zauderer, director de programas de la NSF para Arecibo.

Pero parece que ese cable principal, que se instaló a principios de la década de 1960, se había degradado con el tiempo. A lo largo de los años comités supervisores fueron señalando la constante necesidad de encargarse del mantenimiento de los envejecidos cables. Zauderer dice que en años recientes se habían cumplido los plazos previstos para el mantenimiento.

Antes de este año, los últimos problemas graves con un cable del observatorio ocurrieron en 2014, cuando un terremoto de magnitud 6,4 dañó otro de los cables principales, que fue reparado por los ingenieros. La añosa estructura sufrió otras sacudidas en años recientes; el huracán María dañó la antena y el plato en 2017.

No se ha calculado todavía el coste de desmantelar el telescopio.

Un lugar legendario

Entre las actividades científicas que se han parado en seco está el estudio por Arecibo de los asteroides, principal en el mundo. El telescopio dirigía ondas de radio a asteroides cercanos a la Tierra para descubrir la forma y rotación de estas amenazantes rocas del espacio. No contar con él «será una gran pérdida», dice Alan Harris, científico de asteroides de La Cañada, California. (El Telescopio de Apertura Esférica (FAST), con un diámeto de 500 metros, inaugurado en 2016 en China, no dispone en la actualidad de medios para efectuar esos estudios de radar).

Algunos de los proyectos científicos del observatorio se podrían transferir a otras instalaciones, afirma Gaume, quien espera que los científicos propongan a dónde transferir sus investigaciones. Buena parte de las efectuadas en Arecibo, sin embargo, solo eran factibles con su singular batería de instrumentos astronómicos. «El telescopio de Arecibo es irreemplazable», según un comunicado de dos grandes organizaciones estadounidenses radioastronómicas, el Observatorio Nacional de Radioastronomía, en Charlottesville, Virginia, y el observatorio de Green Bank, en Virginia Occidental.

Una pequeña parte de las actividades científicas seguirá en otros sitios del observatorio de Arecibo, donde hay otros instrumentos además del disco de 305 metros. Por ejemplo, dos instalaciones de lidar disparan láseres a la atmósfera para estudiar fenómenos de esta.

El telescopio de Arecibo se fue actualizando con regularidad; estaba prevista la instalación de varios instrumentos nuevos en los próximos años. «El telescopio no está obsoleto, ni mucho menos», dice Christopher Salter, astrónomo del observatorio de Green Bank que trabajó durante años en Arecibo.

Cabe suponer que los planes de actualización que se habían planeado estén ahora en suspenso, entre ellos el del desarrollo de una antena de 5,8 millones de dólares que se estaba desarrollando para la plataforma del telescopio y que habría incrementado mucho su sensibilidad. Brian Jeffs, ingeniero de la Universidad Brigham Young, en Provo, Utah, que dirige el proyecto, dice que su equipo espera hablar con el NSF sobre otras opciones para su futuro. «Lo que más nos preocupa es el maravilloso personal científico, técnico, de gestión y de servicio» del observatorio, afirma.

El observatorio es un centro importante para la educación científica en Puerto Rico, donde ha hecho progresar la carrera de muchos astrónomos e ingenieros. Y se convirtió en parte del vocabulario de la cultura popular al aparecer en películas tan conocidas como Contacto, de 1997, que se basaba en una novela del astrónomo Carl Sagan, o como GoldenEye, una de las de James Bond, de 1995.

El desastre más reciente de un radiotelescopio fue el de 1988, cuando una noche una antena de 90 metros de ancho del observatorio de Green Bank se derrumbó por culpa de un fallo estructural.

Alexandra Witze / Nature News

Artículo traducido y adaptado por Investigación y Ciencia con permiso de Nature Research Group.