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El placebo también alivia la culpa, aunque la persona sepa qué está tomando

Los tratamientos que carecen de efectos activos sobre el cuerpo humano pueden provocar, aun así, beneficios en la salud a través del efecto placebo. Esto no solo ocurre con simples píldoras de azúcar, sino también con cirugías o psicoterapias placebo. El alivio de múltiples dolencias, en especial de aquellas que cursan con dolor, alteraciones del ánimo o malestar general, mediante tratamientos sin efectos activos se ha documentado en numerosos estudios científicos. Así, las expectativas que los pacientes tienen sobre la terapia influyen en la aparición y la magnitud del efecto placebo.

A pesar de lo que se creyó durante mucho tiempo, el engaño (afirmar que el placebo va a tener efectos positivos sobre la salud) u ocultar qué está tomando el paciente (placebo o tratamiento con efecto activo) no son estrictamente necesarios para que se dé el efecto placebo. Cada vez son más las investigaciones que muestran que los beneficios del placebo se mantienen aunque los pacientes sepan que lo que toman no tiene principios activos.

Más allá del alivio de diversas enfermedades, ¿podría el placebo mitigar sentimientos como la culpa, que interviene en la regulación de la conducta social y es un síntoma que puede estar presente en algunos trastornos mentales? Investigadores suizos han realizado un ensayo clínico con el objetivo de responder a esta pregunta. Los resultados se han publicado en la revista Scientific Reports.

Al comienzo del estudio, los científicos despertaron sentimientos de culpa en los participantes del estudio, un total de 109 voluntarios sanos que no sufrían trastornos psiquiátricos ni estaban recibiendo medicamentos psicotrópicos. Para conseguirlo, se solicitó a los participantes que escribieran sobre un suceso de sus vidas en el que incumpliera alguna regla de conducta importante o en el que trataran mal a alguien cercano (hasta el punto de hacerles sentir mal o causarles daño).

Tras crear el sentimiento de culpa, se dividieron a los voluntarios al azar en tres grupos: 35 de ellos tomaron placebo (en forma de pastillas azules) y recibieron una explicación engañosa: la pastilla era un fármaco a partir de plantas que, en teoría, reducía el sentimiento de culpa gracias a sus efectos relajantes y reconfortantes, que aparecerían a los 3-5 minutos de tomar la pastilla. Otros 35 participantes también recibieron el mismo placebo, pero a ellos se les explicó abiertamente que lo que estaban tomando era un placebo y las características de este: que podía ser eficaz a través de las expectativas y un condicionamiento previo y que una actitud abierta hacia el tratamiento podría ser útil, pero no necesario para que se diera su efecto.

En los dos grupos que recibieron placebo, con o sin engaño, los autores potenciaron las expectativas de alivio, al incluir en las explicaciones que las pastillas reducirían los sentimientos de culpa. En el último grupo, 39 individuos no recibieron ningún tratamiento. Tras este paso, los autores evaluaron la magnitud de las respuestas de culpa, vergüenza, orgullo y afectividad de los participantes.

Los investigadores descubrieron que los sentimientos de culpa se atenuaron de forma significativa tanto en los voluntarios que recibieron placebo mediante engaño como en aquellos que lo tomaron sabiendo que no era más que un placebo, en comparación con los participantes que no recibieron ningún tratamiento. Además, no había diferencias estadísticamente significativas en las respuestas de culpa entre ambos grupos que ingirieron placebo. Se trata del primer estudio que detecta que el sentimiento de culpa puede aliviarse simplemente con un placebo, con o sin engaño. En cambio, no se observaron cambios en los sentimientos de vergüenza, orgullo y afectividad.

Los autores sostienen que las expectativas generadas frente al tratamiento influyen en que exista un efecto, aunque no haya engaño de por medio. A su vez, los hallazgos de este estudio vuelven a apoyar la idea de que los placebos pueden «funcionar» aunque se administren a las personas explicando abiertamente que lo son, por lo que estos se pueden administrar de forma ética, respetando el derecho del paciente a recibir una información veraz.

Aunque la culpa es un sentimiento desagradable, cumple una importante función social y moral al empujar a la persona a disculparse por una mala acción o compensar el daño. Sin embargo, si la sensación de culpa es desproporcionada y duradera puede afectar a la salud mental y empeorar casos de depresión. Quizás el placebo pueda ser una herramienta sencilla y barata con la que ayudar a personas con sentimientos de culpa patológicos. No obstante, la presente investigación no permite saberlo, pues todos los participantes estaban sanos y su sensación de culpa era adecuada y con una función adaptativa. Serán necesarios más estudios para comprobar si los beneficios del placebo sobre la culpa aparecen también en los pacientes con trastornos mentales o con una sensación de culpa disfuncional.

Esther Samper

Referencia: «Deceptive and open-label placebo effects in experimentally induced guilt: a randomized controlled trial in healthy subjects»; Dilan Sezer, Cosima Locher y Jens Gaab en Scientific Reports, vol. 12: 21219, 8 de diciembre de 2022.