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El plasmoide de Urano

Hace muchos años ya de que la sonda Voyager 2 pasase cerca de Urano. Los datos que reunió durante su aproximación al planeta, del que estuvo más cerca el 24 de enero de 1986, han determinado desde entonces la imagen que nos hacemos de él. Gina DiBraccio y Daniel Gershman, del Centro de Vuelos Espaciales Goddard de la NASA en Greenbelt y miembros del equipo que proyecta una futura nueva misión a Urano y Neptuno, reevaluaron las mediciones de la Voyager 2 y publicaron el año pasado sus resultados en Geophysical Research Letters. Muestran que la nave navegó en las proximidades del planeta a través de una gigantesca burbuja de plasma magnética que los astrónomos no habían descubierto hasta ahora. Y parece que transporta hacia el espacio exterior gas electrificado de la parte superior de la atmósfera de Urano.

No es raro en nuestro sistema solar que un planeta, el nuestro incluido, pierda continuamente pequeñas cantidades de gas en el espacio. Los campos magnéticos de los planetas desempeñan en lo que a esas pérdidas se refiere papeles contrapuestos: por una parte, bloquean las tormentas solares fuertes, que, si no, podrían llevar parte de la atmósfera hacia el espacio. Por otra parte, en Saturno o Júpiter facilitan la pérdida cuando las líneas de campo magnético se «enredan» y tienden a desgajar burbujas de gas que se dirigen entonces hacia el espacio.

El inusual campo magnético de Urano parece que facilita las pérdidas de gas, escriben los dos astrónomos. Tiene forma de cuadrupolo, con dos polos norte y dos polos sur, lo cual crea una magnetosfera muy asimétrica. Y su interacción con el viento solar, según los nuevos resultados del reanálisis de los datos de la Voyager 2, engendra en la cola de ese campo, es decir, en la parte que es arrastrada por el viento solar, un «plasmoide» (una estructura reconocible conformada por las líneas de campo magnético en el plasma). Las líneas crean una hélice que aleja al plasma del planeta. Tiene unos 204.000 kilómetros de largo y un diámetro de unos 400.000 kilómetros. Y como otras burbujas de plasma del sistema solar, está formada sobre todo por hidrógeno ionizado.

Los autores calculan que entre un 15 y un 55 por ciento de las pérdidas de gas de Urano se deben a este proceso. En comparación con Júpiter o Saturno, la parte que se pierde por culpa del plasmoide es claramente mayor. Lo que no está claro es cómo actúa en general este mecanismo en los planetas gaseosos. Solo nuevos datos arrojarían luz, tal y como escriben los investigadores.

Daniel Lingenhöhl

Referencia: «Voyager 2 constraints on plasmoid‐based transport at Uranus», de Gina A. DiBraccio y Daniel J. Gershman, en Geophysical Review Letters (2019).