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El precio neural de los alimentos grasos

Una hamburguesa. Una ración de patatas fritas. Un gofre de chocolate. Si consume estos alimentos dos veces al día durante cuatro días, percibirá una reducción de su memoria y sus habilidades lingüísticas. Su hipocampo, área del cerebro que controla la formación de la memoria, la orientación espacial y la imaginación, entre otras capacidades, empezará a mostrar un declive en su actividad. Además, su capacidad para regular el apetito y la ingesta de alimentos también se verá colapsada. Solo deseará comer y apenas prestará atención al sabor de lo que consuma.

Si bien los estudios desarrollados en animales de laboratorio ya habían demostrado que los ácidos grasos poliinsaturados que contienen los alimentos grasos y dulces producen efectos desastrosos en la función cerebral y el control de apetito, un reciente estudio llevado a cabo con 110 personas voluntarias va un paso más allá. Los investigadores de la Universidad Macquarie de Sídney han observado cómo este tipo de alimentación afecta el hipocampo humano. Los resultado se publican en Royal Society Open Science.

Menos memoria y control del apetito

Además de desempeñar un importante papel en capacidades cognitivas como la memoria o la orientación espacial, el hipocampo también participa a la hora de decidir si cedemos o resistimos a los deseos de comer. Durante su estudio, los investigadores pidieron a los participantes que indicaran sus ganas de comer un segundo desayuno, después de haber tomado el primero unos minutos antes. Los que habían seguido la dieta de comida rápida no se sentían llenos; también mostraban dificultades en el aprendizaje verbal. Estas dos señales revelan que el hipocampo estaba empezando a fallar. Según afirman los autores, su estudio proporciona nuevas pruebas de los efectos neurocognitivos de una dieta.

Si cuatro días de una alimentación rica en grasas y azúcares produce tales efectos, ¿qué podemos esperar de una dieta semejante durante muchos años? Los estudios con ratas sugieren una primera respuesta: los animales alimentados con ese tipo de nutrientes manifiestan signos de la enfermedad de Alzheimer. Tras la contaminación, la comida constituye uno de los factores de nuestro medio ambiente que debemos abordar de manera responsable con el fin de preservar nuestro propio funcionamiento mental.

Sébastien Bohler

Referencia: «Hippocampal-dependent appetitive control is impaired by experimental exposure to a Western-style diet». Richard J. Stevenson et al. en Royal Society Open Science, vol. 7, pág. 191338, 2020.