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El sexo del experimentador puede condicionar los resultados de ciertos ensayos con roedores

Los autores del estudio sospechan que el efecto antidepresivo de la ketamina en roedores es el resultado de una interacción específica entre este fármaco y el olor masculino en el cerebro de los ratones. [iStock/jxfzsy]

Los experimentos realizados con ratones y ketamina pueden estar sesgados por el sexo del investigador que los realiza, según un nuevo estudio.

El trabajo, presentado el 14 de noviembre de 2017 en la reunión de la Sociedad Americana para la Neurociencia (SfN), en Washington DC, investiga cómo la ketamina, que posee poderosas propiedades antidepresivas, interactúa con el cerebro. También plantea incógnitas sobre la reproducibilidad de los experimentos de comportamiento en ratones.

La ketamina es más conocida como droga recreativa psicoactiva (llamada Polvo K o Special K). Pero ha atraído el interés de los psiquiatras debido a su potencial para tratar la depresión en cuestión de horas. Sin embargo, no está claro cómo funciona exactamente la sustancia, y muchos neurocientíficos están utilizando modelos animales para descifrar su mecanismo de acción.

Polymnia Georgiou, investigadora de la Universidad de Maryland, es una de ellas. En 2015, un colaborador suyo le pidió que realizara unos experimentos mientras él estaba fuera, incluido un ensayo estándar para evaluar la acción de los antidepresivos llamado prueba de natación forzada. En este experimento, los investigadores inyectan un fármaco a ratones sanos, los colocan en un tanque de agua y miden cuánto tiempo nadan antes de darse por vencidos y esperar a que alguien los rescate.

Los antidepresivos pueden provocar que los ratones sanos naden durante más tiempo que sus homólogos no tratados, que es lo que encontró el colaborador de Georgiou durante sus experimentos con ketamina.

Olores y cerebro

Pero aunque Georgiou siguió exactamente su protocolo, descubrió que los ratones tratados no nadaron durante más tiempo que los ratones a los que se inyectó un placebo. Cuando, junto con otras tres investigadoras y cuatro investigadores varones, indagaron más sobre esta diferencia en nuevos experimentos, descubrieron que la ketamina actuaba como antidepresivo solo cuando era administrada por hombres.

Al sospechar que el olor estaba involucrado en el asunto, los científicos colocaron a los animales dentro de una campana extractora para que los ratones no pudieran oler quién les estaba inyectando el fármaco. Esto eliminó por completo el efecto de la ketamina, independientemente del sexo del experimentador. Cuando Georgiou y sus colaboradores colocaron una camiseta usada por un hombre al lado de los ratones en la campana extractora, los animales con ketamina nadaron durante más tiempo que los tratados con un placebo. Ello les hizo pensar que el olor masculino era necesario para que el fármaco funcionara.

Todd Gould, jefe del laboratorio de Georgiou, se enteró de que Ronald Duman, investigador de la Universidad Yale, se estaba encontrando con efectos similares en experimentos con ketamina realizados por investigadoras de su laboratorio. Entonces Gould le pidió a Duman que repitiera el mismo protocolo de la prueba de natación forzada de Georgiou en su propio laboratorio. Cuando ocho investigadores y ocho investigadoras inyectaron ketamina a los ratones, observaron lo mismo: los ratones que habían sido manipulados por mujeres no respondieron al medicamento.

Georgiou y su equipo repitieron los experimentos con otros antidepresivos, pero el sexo de los investigadores no pareció tener ningún efecto sobre los resultados. Tanto ella como Gould sospechan que el efecto antidepresivo de la ketamina en roedores es el resultado de una interacción específica entre este fármaco y el olor masculino en el cerebro de los ratones.

Pero otros experimentos sugieren que el sexo del investigador puede afectar otros tipos de pruebas conductuales, no solo aquellos con ketamina. Un trabajo publicado el 2014 en Nature Methods demostró que los ratones estaban más estresados y tenían menos probabilidades de responder al dolor cuando eran tratados por un investigador masculino. Y la investigadora de la Universidad de São Paulo Silvana Chiavegatto, que estuvo en la presentación de Georgiu en la reunión de la SfN, explicó que ha observado el mismo fenómeno en su laboratorio, donde también estudian la depresión pero no usan ketamina.

Repensar el modelo        

«Creo que se trata de un hallazgo realmente fascinante, con grandes implicaciones para nuestro campo», opina Adrienne Betz, investigadora de la Universidad Quinnipiac, en Connecticut. Pero advierte de que los resultados son preliminares, y que queda por ver si el efecto es específico para la ketamina y para los ratones.

Otros científicos no están tan de acuerdo sobre las implicaciones y el potencial del estudio. Según Lisa Monteggia, investigadora de la Universidad de Texas, cientos de estudios realizados con ratones por investigadoras demuestran los efectos de los antidepresivos, incluida la ketamina. Otros factores, como por ejemplo, si el investigador (hombre o mujer) está estresado cuando realiza la inyección a los animales, pueden tener un mayor efecto sobre su comportamiento.

Gould y Georgiou piensan que sus resultados no tienen por qué invalidar estudios anteriores; simplemente muestran que los experimentos con ketamina en su laboratorio solo funcionan cuando son los hombres quienes inyectan a los ratones. En humanos, existe una evidencia abrumadora de que la ketamina es un poderoso antidepresivo.

Gould duda de que el sexo de la persona que administra el fármaco tenga un efecto sobre sus resultados en un paciente deprimido, pero nunca se ha realizado el experimento en humanos. Y añade que los hallazgos sugieren que los investigadores que estudian los efectos de las drogas en el comportamiento de roedores deben informar el sexo del experimentador en sus publicaciones para asegurarse de que otros laboratorios puedan replicar los resultados. «Hay una serie de factores que influyen en la reproducibilidad de los experimentos y no se tienen en cuenta; este es uno de ellos. Para nosotros, se trata de una verdad incómoda», concluye.

Sara Reardon / Nature News

Artículo traducido y adaptado por Investigación y Ciencia con permiso de Nature Research Group.