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En las grandes rutas marítimas caen más rayos

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  • 12/09/2017

geofísica

Es bien sabido que los barcos contaminan. Un análisis de algunas rutas marítimas muy concurridas muestra ahora sus posibles efectos meteorológicos.

Geophysical Review Letters

La contaminación de los grandes cargueros podría estar causando una mayor abundancia de rayos en torno a sus rutas. Este es el Edith Maersk, uno de los mayores del mundo, con 397 metros de eslora y capacidad para más de 10.000 contenedores (el 7 de septiembre se encontraba en el estrecho de Singapur) [Maersk Line].

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El tráfico marítimo mundial es contaminante: según los cálculos de NABU (la Liga de Defensa de la Naturaleza), una organización ecologista alemana, solo los 15 mayores buques de contenedores del mundo emiten al año tantos contaminantes como 750 millones de coches. No maravilla, ya que el combustible de la mayoría de los barcos es fueloil, una sustancia viscosa que no se quema completamente.

Las partículas finas que libera su combustión parece que tienen un efecto especialísimo en las condiciones meteorológicas, según un estudio de Joel Thornton, de la Universidad de Washington en Seattle, y sus olaboradores, publicado en Geophysical Research Letters: esa suciedad podría ser la causa de que sobre muchas rutas marítimas concurridas el número de rayos crezca notablemente.

Los geofísicos han investigado dos rutas principales, una que va de Sri Lanka al estrecho de Malaca y la otra de Singapur a Vietnam, y las han comparado con regiones del océano similares, que solo distan de ellas unos cientos de kilómetros. Sobre las rutas cae el doble de rayos que fuera de ellas.

Esto no se debe (solo) a que sobre la hasta cierto punto lisa superficie del mar los colosos de acero desencadenen las descargas eléctricas, pues la franja en la que la abundancia de los relámpagos crece es claramente más ancha que la ruta misma. El responsable de esa frecuencia de las descargas, según estos investigadores, sería la contaminación emitida por las chimeneas. El negro de carbón que desprenden y otras partículas hacen de núcleos de condensación en la atmósfera sobre los que se acumula el vapor de agua. Las gotitas que se crean así son, sin embargo, más pequeñas que los aerosoles de procedencia natural, como el polvo de los desiertos o el polen, y ascienden hasta una altura considerablemente mayor en la atmósfera. En capas más altas se congelan y hay fricción entre ellas, y así se producen cargas eléctricas que se descargan en forma de rayos.

En cambio, otros datos meteorológicos muestran que esta mayor frecuencia de los rayos no va acompañada por precipitaciones más abundantes: la polución, por lo tanto y por desgracia, no se lava tan deprisa como quizá se podría esperar.

Daniel Lingenhohl/Spektrum der Wissenschaft

Artículo traducido y adaptado por Investigación y Ciencia con permiso de Spektrum der Wissenschaft. 

Referencia: «Lightning Enhancement Over Major Oceanic Shipping Lanes», Joel A. Thornton et al. en Geophysical Review Letters, publicado en Internet el 7 de septiembre de 2017.