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La droga de la invencibilidad de Wehrmacht

Polonia 1 sept




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¿Cuánto sabes sobre la Segunda Guerra Mundial?


En la madrugada del 1 de septiembre de 1939, un millón y medio de soldados alemanes, 2.750 carros de combate y más de 1.500 aviones, penetran en Polonia. Menos de cuatro semanas después, las tropas de la Wehrmacht llegan a Varsovia. Ha empezado la Segunda Guerra Mundial. El corresponsal de la revista Time escribe:

«Ha sido una guerra sin batallas ni frentes… un relámpago de penetración y anulación. Las rápidas columnas de tanques y camiones blindados se han sumergido en Polonia mientras las bombas llovían del cielo anunciando su llegada. Han cortado las comunicaciones, matado a los animales, dispersado a la población, extendido el terror. Actuando algunas veces a 50 km por delante de la infantería y la artillería, han acabado con las defensas polacas antes de que tuviesen tiempo de organizarse. Luego, mientras la infantería limpiaba, se movieron para atacar de nuevo muy detrás de lo que se conocía como frente»

Otra madrugada, siete meses después: el 10 de mayo de 1940, los alemanes lanzarán su ofensiva en el frente occidental con 141 divisiones, 2.400 vehículos acorazados y más de 5.000 aviones. El día 15 capitularánn los holandeses y el 28, los belgas. El 14 de junio, la infantería alemana desfilará bajo el Arco de Triunfo de París. Y un año después, junio de 1941, la que ya se conoce en todo el mundo como «guerra relámpago» (Blitzkrieg) descargará su violencia sobre Rusia.

Los generales y estrategas aliados no dan crédito a semejante rapidez y contundencia ¿Cuándo se detienen para comer los soldados de Hitler?¿Cuándo duermen los tanquistas de las divisiones panzer? ¿Cuándo descansan los pilotos de la Luftwaffe?

La respuesta la guarda celosamente el doctor Otto Ranke, director del Instituto General y de Defensa que desde 1939 experimentaba en secreto con la utilización militar de una droga-milagro a base de metanfetamina: la pervitina. De hecho, el Pervitín es un nuevo medicamento estimulante para combatir la fatiga y reducir el apetito, fabricado por los laboratorios Temmler desde principios de 1938. La pervitina se vende sin receta en las farmacias e incluso se publicita en la prensa en forma de bombones «para elevar el ánimo». En las Navidades de 1938, muchas amas de casa alemanas ya están, sin saberlo, colocadas con meta de chocolate relleno.

En su reciente libro El gran delirio. Hitler, drogas y el Tercer Reich, el periodista e historiador hamburgués Norman Ohler ha investigado a fondo en archivos alemanes y estadounidenses y ha hecho un descubrimiento sorprendente: en los dos primeros años de la guerra los hombres de las fuerzas armadas alemanas casi no necesitaban dormir, nunca tenían hambre, podían recorrer distancias inverosímiles en un día y derrochaban optimismo y valor porque… estaban completamente drogados. Casi invencibles, cada batallón –asegura Ohler– recibía 30 millones de tabletas de Pervitín.

Un informe aleatorio de la 3ª División blindada en la campaña de Polonia, solicitado por el Dr. Ranke, decía: «Euforia, aumento de la capacidad de atención, evidente mejora del rendimiento. Trabajo realizado sin problemas, manifiesto efecto estimulante y sensación de frescura. Todo el día sin descansar, ánimo excelente en la tropa: todos frescos y despabilados, máxima disciplina, leve excitación y gran dinamismo… Visión doble y cromática tras la toma de la cuarta pastilla». Muy pronto, la dura realidad de los efectos secundarios hará su aparición: ansiedad, confusión, insomnio, trastornos del carácter y comportamiento agresivo, además de alucinaciones auditivas y visuales. Ranke se ve obligado a informar negativamente. Como hoy sabe cualquier adicto a las anfetas y el cristal, el bajón del día después resulta terrible. El historiador Lukasz Kamienski escribe: «El soldado que va a la batalla con Pervitín, no puede combatir más de una jornada. Al día siguiente sufre una resaca que lo convierte en un zombi inservible para luchar y que necesitará varios días para recuperarse de los efectos secundarios. Algunos se tornan muy violentos, atacan a los civiles y se revuelven contra sus propios oficiales».

La Wehrmacht prohibió el suministro oficial y gratuito de Pervitín a finales de 1940. Pero el daño ya estaba hecho. Conocidas entre los pilotos de la Luftwaffe como «tabletas Stuka», las pastilla seguirán siendo muy populares y circulando bajo mano entre la tropa. El soldado Heinrich Boll, premio Nobel de Literatura en 1972, escribe a sus padres desde Francia y desde Polonia, siempre pidiendo Pervitín. En diciembre de 1941, durante la retirada de Moscú, con la droga ya oficialmente prohibida por los mandos, un oficial médico de las SS escribe: «Cuando los hombres empezaron a quedarse tendidos en la nieve para morir, decidí proporcionarles Pervitín. Al cabo de media hora, comenzaron a comentar espontáneamente que se sentían mejor y reanudaron la marcha ordenadamente, con una mejor presencia de ánimo, mucho más atentos y animados».