Inicio Intelectualidad La huella carbónica de los antiguos maoríes en la Antártida

La huella carbónica de los antiguos maoríes en la Antártida

Espesos bosques cubrían la mayor parte de Nueva Zelanda antes de que llegasen allá por primera vez seres humanos. Pero desde que empezaron a poblarla, los maoríes fueron deforestándola por medio del fuego. Hoy se pueden encontrar huellas de aquello a 7000 kilómetros de distancia, como lo demuestran testigos de hielo extraídos en la Antártida, según publican en Nature Joseph McConnell, del Instituto de Investigaciones del Desierto, en Reno, y sus colaboradores. Han resuelto así un enigma: el de por qué se depositaron de pronto en el hielo de una zona antártica cantidades mayores del llamado carbono negro (generado preindustrialmente al quemarse biomasa). Su origen era desconocido.

Ese fuerte aumento del carbono negro solo se observa en el norte de la península antártica; no se produjo simultáneamente en regiones interiores del continente helado. McConnell y sus colaboradores han fechado ahora con más precisión esas partículas. De ese modo les ha sido posible ligarlas a acontecimientos históricos. A partir de alrededor de 1300 el carbono negro se acumuló más abundantemente sobre el hielo de la península: los flujos se triplicaron con creces desde entonces, con un pico en el siglo XVI. Aunque hubo varias oscilaciones después, el flujo siguió siendo mucho mayor que el de antes de 1300. En cambio, los testigos del interior de la Antártida no mostraron un aumento simultáneo, mientras que antes de 1300 exhibían un flujo de carbono negro menor que el del norte de la península antártica, pero de forma que los cambios que presentaba, no muy grandes, estaban sincronizados con los que se registraban allí. El equipo modelizó las corrientes de aire sobre el océano Antártico para establecer de dónde podían venir las partículas de modo que se diesen esos patrones. La circulación les llevó a concluir que procedía de incendios al sur de los 40 grados S de latitud.

Esto excluía África y la tierra firme australiana. Descartando unas pocas islas y la Antártida, desprovista de árboles, quedaban solo Tasmania, Nueva Zelanda y la Patagonia como fuentes posibles. Al mismo tiempo, había pruebas de que los incendios se intensificaron en esas épocas en Nueva Zelanda, mientras que en Tasmania y Patagonia no ocurrió lo mismo. «En comparación con los grandes incendios forestales de Australia, el Amazonas o Sudáfrica, costaba creer que la deforestación por el fuego ejecutada por los maoríes pudiese haber tenido un efecto tan grande. Pero precisamente fue así para el océano Antártico y la península antártica», dice Nerilie Abram, científica de la Universidad Nacional Australiana que participó en el estudio.

«Se suele creer que hace más de 200 años, antes de la Revolución Industrial, el aire era puro. Sin embargo, nuestro estudio muestra que  los seres humanos ya influyeron en el medioambiente de la Antártida y del océano Antártico hace más de 700 años», dice McConnell. Ya se sabía, por indicios presentes en el hemisferio boreal, que los romanos contaminaron el medioambiente a escala mundial con metales pesados.

Daniel Lingenhöhl

Referencia: «Hemispheric black carbon increase after the 13th-century Māori arrival in New Zealand», de Joseph R. McConnell et al, en Nature, 598, 82-85 (2021).