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La leche y los movimientos de poblaciones en la Edad del Bronce

A principios de la Edad del Bronce se produjo en Europa una gran transformación de su estructura poblacional: en torno a  hace 5000 años, grandes y móviles grupos de pastores procedentes de las estepas al norte del mar Negro empezaron a desplazarse por toda Europa y se fueron asentando en ella. Aquellos miembros de la cultura Yamnaya, o Yamna, y sus descendientes se convirtieron en pocos siglos en pobladores de Europa entera y parte de Asia: desde Escandinavia hasta el sur, y hacia el este, incluso hasta en la actual Mongolia, vivían personas emparentadas con aquellos pueblos de la estepa, como han demostrado diversos análisis genéticos.

Varias teorías intentan explicar por qué estas gentes tuvieron un éxito tan poco común y por qué su acervo génico sustituyó al de los pobladores anteriores en una región tan inmensa. Proponen que pudieron expandirse gracias a unas razones bien determinadas: los caballos y la rueda les daban movilidad, y ello, con la leche de sus ganados de ovejas, cabras y vacas, les permitió atravesar la estepa.

Pero hasta ahora no había pruebas directas de que los yamnaya hubiesen domesticado para aquella época los caballos o de que tomasen productos lácteos. Un grupo internacional de genetistas ha cambiado las cosas al respecto: Shevan Wilkin, del Instituto Max Planck de Historia de la Humanidad, en Jena, Alemania, y sus colaboradores han analizado los restos de 55 individuos que vivieron en las estepas al norte del mar Negro antes, durante y después de los grandes cambios de principios de la Edad del Bronce. Se centraron en los dientes o, más exactamente, en el análisis minucioso del sarro que tenían adherido. Ahí se conservan las huellas de la alimentación de aquellos seres humanos: se encuentran, por ejemplo, péptidos bien conservados de proteínas de bóvido. Gracias a esos péptidos se puede determinar que esos individuos fallecidos hace tanto comían y bebían regularmente productos lácteos; se puede saber incluso de qué animales procedía la leche.

Los resultados, los presentan en Nature, ofrecen una pauta clara: en el sarro de diez individuos que vivieron en las estepas del bajo Volga antes de la Edad del Bronce no hay rastro de péptidos ligados al consumo de leche; en otro individuo se encontraron indicios de caseína bovina, pero el hallazgo no es inequívoco. (Esa falta de pruebas del uso de leche afecta también a dos individuos de Botai, en Kazajistán, sitio más al este donde se encontraron discutidos indicios de domesticación del caballo y uso de la leche de yegua). Parece que la leche no formaba parte en absoluto, o no lo hacía de forma regular, de la alimentación de aquellas personas. En cambio, otra cosa se ve en el análisis de los que vivieron allí más tarde, a principios de la Edad del Bronce, en los orígenes de la cultura yamnaya: hay restos de proteínas de rumiante en 15 de las 16 muestras de sarro de diferentes individuos. Consumieron la leche de cabras, vacas y ovejas. Y en dos casos, de yegua: es la muestra proteómica más antigua conocida de domesticación de los caballos. Las muestras correspondientes a un período más tardío de la Edad del Bronce ratifican que los pobladores de la zona siguieron tomando productos lácteos.

Se habría comprobado así que los yamnaya de principios de la Edad del Bronce domesticaron los caballos y consumían productos lácteos, concluyen los investigadores, y la teoría que atribuye a esas prácticas un papel muy principal en las grandes transformaciones de la Edad del Bronce saldría reforzada. Los cambios alimentarios de los yamnaya coinciden con cambios culturales y tecnológicos. Más o menos al mismo tiempo, abandonaron sus asentamientos en los valles fluviales y empezaron a construir unas tumbas características,  los túmulos conocidos como kurganes, y a utilizar carros. La tracción animal, la domesticación de los caballos y la leche, escriben los investigadores, les debieron de permitir la adaptación a la estepa, fría y árida, en toda su amplitud: los caballos se desenvuelven bien en ese medio, y con sus pezuñas llegan a través de la nieve a pastos, y hacen así que estén disponibles también para otros animales de los rebaños; la leche ofrece un nutriente constante. Y ello habría sido esencial para su expansión de principios de la Edad del Bronce.

Sigue sin estar claro cómo consumían los yamnaya y sus afines la leche. Investigaciones genéticas anteriores mostraron que entre los yamnaya no estaba extendida a principios de la Edad del Bronce la persistencia de la lactasa, así que carecían de la dotación genética necesaria para digerir sin problemas la lactosa cuando eran adultos. Es concebible que los péptidos de bóvido presente en su sarro procediese de productos lácteos fermentados, es decir, de quesos o yogures.

Jan Osterkamp

Referencia: «Dairying enabled Early Bronze Age Yamnaya steppe expansions», de Shevan Wilkin et al., en Nature (2021).