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La microbiota determina la eficacia del tratamiento contra el Parkinson

La presencia de ciertas cepas bacterianas en la microbiota se relaciona con la necesidad de administrar mayores dosis de levodopa, pues los microorganismos transformarían el fármaco en el intestino y reducirían su eficacia. [iStock/Dr_Microbe]

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La administración de levodopa por vía oral constituye la principal estrategia terapéutica para tratar la enfermedad de Parkinson. Sin embargo, la cantidad de fármaco que alcanza el cerebro difiere según el paciente. Ahora, una investigación, publicada por la revista Nature Communications, sugiere que la microbiota intestinal sería el origen de dicha variabilidad.

Al parecer, los microorganismos que habitan el intestino humano, mediante la acción de la enzima tirosina descarboxilasa (TDC, por sus siglas en inglés), transformarían la levodopa en el neurotransmisor dopamina. Esta sustancia, que permite la comunicación entre las neuronas, desempeña un papel fundamental en la regulación de la función motora. No obstante, a diferencia de la levodopa, la dopamina no atraviesa la barrera hematoencefálica que protege el sistema nervioso central. Por consiguiente, la metabolización del fármaco fuera del cerebro reduce la eficacia del tratamiento.

Tras analizar muestras fecales humanas, Sahar El Aidy y su equipo, de la Universidad de Groningen, en los Países Bajos, en colaboración con científicos de Estados Unidos y Egipto, identificaron el gen de TDC en varias cepas bacterianas. En concreto, Enterococcus faecium, Enterococcus fecalis y Lactobacilus bervis. Asimismo, la actividad de la enzima, y en consecuencia, su capacidad para degradar la levodopa, resultó mayor en las dos primeras.

De forma interesante, los datos también revelaron que los pacientes tratados con dosis elevadas del medicamento antiparkinsoniano presentaban niveles altos de TDC en sus heces.

Para los científicos, estos resultados sugieren que la variabilidad observada entre los enfermos dependería de la composición de la microbiota. Es decir, la respuesta a la levodopa dependería de la presencia, y cantidad, de los distintos tipos de microorganismos en el intestino delgado.

En la práctica clínica es común apreciar que, tras un tiempo de tratamiento, la eficacia de la levodopa, aún cuando se administra conjuntamente con inhibidores de TDC, disminuye. Aumentar la frecuencia y cantidad del fármaco puede incrementar la aparición de efectos secundarios, como la presencia de movimientos anómalos o discinesia.

Así pues, de confirmarse, el hallazgo permitiría clasificar a los afectados por la enfermedad según la actividad TDC de su microbiota. Ello ayudaría a personalizar el régimen de levodopa y adecuarlo a las necesidades de cada sujeto.

Marta Pulido Salgado

Referencia: «Gut bacterial tyrosine decarboxylases restrict levels of levodopa in the treatment of Parkinson’s disease», de S. P. van Kessel et al., en Nature Communications, 10:310, publicado el 18 de enero de 2019.