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La nave DART, lista para chocar contra un asteroide

Este martes 26 de septiembre a la 1:14 de la mañana, hora española, la NASA asestará un golpe preventivo destinado a prevenir los peligros del sistema solar. En ese momento, la agencia estrellará una nave espacial contra un asteroide situado a 11 millones de kilómetros de la Tierra. El objetivo es modificar ligeramente la órbita de la inofensiva roca espacial, para comprobar si podríamos hacer algo similar en el futuro, en caso de detectar que un asteroide amenazante se desplaza en dirección a nuestro planeta.

La nave espacial DART (siglas inglesas de Prueba de Redirección de un Asteroide Doble) quedará destruida cuando se estrelle contra el asteroide Dimorphos, de unos 160 metros de diámetro. «Es como si lanzáramos un carrito de golf contra la gran pirámide [de Guiza]», compara Nancy Chabot, planetóloga del Laboratorio de Física Aplicada (APL) de la Universidad Johns Hopkins.

La empresa recuerda a la película de 1998 Armageddon, donde Bruce Willis  salva a la Tierra al lograr que un asteroide vuele en mil pedazos. Y todo el evento se desarrollará como una película que se retransmitirá en el sitio web de la NASA. La cámara de DART enfocará a Dimorphos y al asteroide más grande en torno al cual orbita, Didymos, mientras se acerca a su objetivo.

Al principio, DART no será capaz de resolver los dos asteroides, pero cuando se aproxime lo suficiente, estos se separarán en dos puntos de luz. La nave continuará su vuelo hacia Dimorphos, tomando imágenes una vez por segundo y enviándolas a la Tierra hasta que la superficie del asteroide llene el campo de visión. «Estamos entusiasmados por ver qué aspecto tiene», afirma Michelle Chen, ingeniera de software del APL. Entonces, las imágenes cesarán de forma abrupta, cuando DART se estrelle contra la superficie de la roca espacial.

Consecuencias del choque

Sin embargo, esta misión de 330 millones de dólares aspira a alcanzar una meta científica antes de que aparezcan los títulos de crédito: estudiar los efectos que tiene aportar energía cinética (a través de un impacto a 6,6 kilómetros por segundo) a un asteroide. Dimorphos podría absorber gran parte de esa energía o quedar parcialmente destruido, dependiendo de si está hecho de roca maciza o es una aglomeración poco consistente de guijarros espaciales. Los asteroides de tamaño modesto son «pequeños mundos geofísicos y geológicos», afirma Patrick Michel, planetólogo del Observatorio de la Costa Azul de Niza. «Aún no sabemos lo que se encontrará DART.»

La mejor perspectiva de las consecuencias de la colisión se obtendrá desde otra nave espacial, una sonda italiana llamada LICIACube que vuela a poca distancia de DART y sobrevolará Dimorphos tan solo tres minutos después del impacto. Sus cámaras tomarán imágenes antes y después del choque. LICIACube atisbará los restos de la nave DART, a no ser que el impacto levante una nube de polvo lo bastante grande como para impedir su visión. Las imágenes más atractivas de LICIACube deberían estar disponibles en las 24 horas siguientes al choque, según Simone Pirrotta, director del proyecto de la sonda en la Agencia Espacial Italiana.

Es posible que el impacto no produzca ningún cráter, si Dimorphos absorbe gran parte de la energía cinética de DART, explica Adriano Campo Bagatín, planetólogo de la Universidad de Alicante. Las visitas a otros asteroides han demostrado lo complejas y sorprendentes que pueden ser las rocas espaciales. Desde 2018, por ejemplo, la nave OSIRIS-REx de la NASA pasó dos años en órbita estudiando el asteroide Bennu, pero cuando procedió a recoger una muestra, Bennu resultó estar formado por un conjunto de guijarros sueltos que respondieron de manera inesperada al brazo de muestreo.

Confirmar el éxito

En el caso de Dimorphos, pasarán días o semanas hasta que los científicos de la misión puedan confirmar si la prueba ha funcionado. El objetivo es acelerar la marcha de Dimorphos, reduciendo en 10 o 15 minutos el tiempo que tarda en completar una vuelta alrededor de Didymos. Los investigadores determinarán si eso ha sucedido empleando telescopios terrestres para observar cómo Dimorphos bloquea la luz de Didymos, y viceversa, mientras el asteroide más pequeño orbita en torno al más grande.

Los observatorios de todo el mundo medirán las consecuencias del choque, al igual que los telescopios espaciales Hubble y James Webb. «Tengo mis esperanzas depositadas en todos esos instrumentos», asegura Cristina Thomas, planetóloga de la Universidad del Norte de Arizona en Flagstaff que dirige los equipos de observación.

Lo más probable es que los cambios en la órbita de Dimorphos sean perceptibles entre el 1 y el 2 de octubre, o incluso antes, dependiendo de la rapidez con que se despeje la nube de polvo tras el choque. Los investigadores no podrán volver a echar una mirada cercana hasta 2027, cuando la misión Hera de la Agencia Espacial Europea visite el asteroide a fin de estudiar el lugar del impacto.

Dimorphos y Didymos no constituyen una amenaza para la Tierra, y tampoco lo serán después de la prueba. La NASA solo quiere comprobar si es capaz de desviar una roca espacial del tamaño de Dimorphos, puesto que un asteroide así podría devastar una parte de nuestro planeta si chocara contra él.

La agencia espacial está explorando el cielo en busca de asteroides peligrosos, pero el proyecto va con retraso. Con los telescopios terrestres actuales, harían falta otras tres décadas para completarlo. Y, este año, la NASA ha atrasado el lanzamiento de un esperado telescopio espacial que ayudaría a buscar estos asteroides: estaba previsto para 2026, pero ahora no tendrá lugar antes de 2028.

«Lo más importante que debemos tener en cuenta en relación con cualquiera de estas técnicas de desviación es que, para que funcionen, necesitamos disponer de tiempo suficiente», advierte Amy Mainzer, planetóloga de la Universidad de Arizona en Tucson e investigadora principal del futuro telescopio. «La clave está en descubrir los objetos mucho antes de que se produzca un posible impacto.»

Alexandra Witze/Nature News

Artículo traducido y adaptado por Investigación y Ciencia con permiso de Nature Research Group.