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La placenta conserva la huella del consumo de tabaco

Dejar de fumar durante el embarazo resulta beneficioso tanto para la madre como para el niño. Sin embargo, ahora, un equipo de científicos muestra por primera vez que el riesgo persiste, aun cuando el hábito se abandona en los meses previos a la concepción. Los cambios epigenéticos en el ADN de la placenta y, por lo tanto, la expresión de los genes parecen ser la causa. «Con anterioridad, algunos trabajos ya observaron que fumar a lo largo de la gestación ocasiona cambios epigenéticos, incluida la metilación del ADN en la sangre del cordón umbilical y las células de la placenta. Nuestra investigación muestra, además con una alta resolución analítica en una gran cohorte, la presencia de cambios en la placenta, incluso en mujeres que dejaron el tabaco antes del embarazo», explica Johanna Lepeule, de la Universidad de Grenoble-Alpes, el Instituto Nacional de Investigación en Salud y Medicina, así como el Centro Nacional para la Investigación Científica de Francia, líder del estudio.

Los investigadores analizaron datos de la cohorte Eden, que, entre 2003 y 2006, reclutó a mujeres embarazadas procedentes de Nancy y Poitiers. Ello permitió comparar el ADN de 568 muestras de placenta tomadas inmediatamente después del parto. Las madres fueron clasificadas en tres grupos: no fumadoras, es decir sin hábito tabáquico en los tres meses previos al embarazo ni durante el mismo, exfumadoras, que dejaron el tabaco en los tres meses previos a la gestación, y fumadoras activas antes y lo largo del embarazo.

De acuerdo con los resultados, el hecho de fumar o haber fumado reduce, en conjunto, la metilación en ciertos elementos largos y repetidos de ADN, conocidos como LINES. Asimismo, los perfiles de metilación de otras regiones genómicas también difieren entre los tres grupos de mujeres. De estas, 152 presentan cambios tan solo en el grupo de fumadoras activas. Los investigadores los clasificaron como reversibles, ya que no los detectaron en las mujeres que abandonaron el tabaco. Sin embargo, 26 alteraciones sí persistieron en exfumadoras. La eliminación de factores como el tabaquismo pasivo no alteró los resultados. «Desde un punto de vista biológico resulta interesante ver que estas regiones contienen «potenciadores» capaces de controlar la expresión de genes mediante su activación o su represión», explica la investigadora.

Así pues, aunque los investigadores no pudieron verificar que las diferencias en la metilación afectaran la expresión de los genes en la placenta, ello tampoco puede descartarse. Perturbaciones epigenéticas que resultarían aún más cruciales en regiones ricas en genes sujetos a la «impronta parental». Es decir, aquellos controlados por una marca epigenética conservada desde las células sexuales de los progenitores hasta el embrión. Los genes identificados muestran altos niveles de expresión en la placenta, hecho que sugiere un papel importante en el desarrollo fetal. Un cambio en la expresión de dichos genes podría tener consecuencias para el curso del embarazo e incluso, a más largo plazo, para la salud del niño.

Los mecanismos implicados en la aparición de estos cambios en el patrón de metilación, así como sus potenciales efectos, permanecen aún por esclarecer. «En nuestro estudio, hemos demostrado la presencia de una ‘memoria epigenética’ como consecuencia de la exposición al tabaco. No obstante, todavía no hemos analizado sus consecuencias a largo plazo para la salud del bebé. Dado que el seguimiento de los niños de la cohorte Eden dura varios años, este es nuestro siguiente paso», explica Johanna Lepeule.

Estos resultados refuerzan la recomendación de abandonar el tabaco cuanto antes mejor si la mujer planea quedarse embarazada. «Sin embargo, tampoco debemos desanimar a las futuras madres. Siempre es útil dejar de fumar justo antes, al inicio o durante el embarazo, ya que los beneficios para la salud son casi inmediatos», añade la especialista.

El hallazgo apoya la hipótesis de que los efectos del medio ambiente persisten, ampliamente y a largo plazo, en el desarrollo y futuras patologías del bebé. En los últimos años, se han descrito cambios epigenéticos comparables en la placenta relacionados con otros compuestos, como las partículas de hollín de la contaminación del aire o el dióxido de titanio presente en artículos de uso diario. El desarrollo de una placenta artificial, mediante la reprogramación de células de la piel en células madre placentarias, facilitará el análisis del efecto de estos contaminantes, así como el estudio de los mecanismos moleculares que activan.

Noëlle Guillon

Referencia: «Immediate and durable effects of maternal tobacco consumption alter placental DNA methylation in enhancer and imprinted gene-containing regions», de S. Rousseaux et al., en BMC Medecine; vol. 18, artículo n° 306, publicado el 7 de octubre de 2020.