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Las mismas sustancias que dañan la capa de ozono podrían haber causado el sobrecalentamiento del Ártico

Los gases que deterioran la capa de ozono podrían haber provocado la mitad del calentamiento registrado en el Ártico entre 1955 y 2005. De ser el caso, el hallazgo ayudaría a explicar los desproporcionados efectos que el cambio climático está ejerciendo en la zona, un fenómeno que desde hace tiempo intriga a los científicos. La zona está perdiendo hielo marino a un ritmo asombroso y en ella las temperaturas están aumentando dos veces más rápido que en el resto del planeta; un fenómeno conocido como «amplificación ártica».

Hace tiempo que se sabe que las mismas sustancias que dañan la capa de ozono, entre las cuales se encuentran los clorofluorocarbonos (CFC), calientan la atmósfera con una eficiencia miles de veces mayor que el CO2. Hasta ahora, sin embargo, la mayor parte de la investigación sobre estos compuestos se ha centrado en sus efectos sobre la capa de ozono y muy especialmente en el hemisferio sur, donde son responsables de la aparición del agujero de ozono sobre la Antártida, explica Mark England, climatólogo del Instituto Scripps de Oceanografía y uno de los autores del nuevo trabajo. England añade que el estudio, publicado en Nature Climate Change, «está permitiendo replantear gran parte de la discusión sobre una base más global».

Los investigadores compararon simulaciones climáticas con y sin las grandes emisiones de CFC que comenzaron a producirse en la década de 1950. Sin CFC, los resultados mostraron un calentamiento promedio en el Ártico de 0,82 oC. En presencia de esos gases, sin embargo, la cifra se elevaba a 1,59 oC. Los autores observaron cambios igualmente drásticos en la cobertura de hielo marino. Por otro lado, al ejecutar las simulaciones a concentraciones fijas de CFC mientras variaban el grosor de la capa de ozono, los científicos pudieron concluir que el calentamiento se debía al efecto directo de los CFC sobre la atmósfera, no a los cambios que dichas sustancias provocan en la capa de ozono.

Según Marika Holland, climatóloga del Centro Nacional de Investigación Atmosférica de EE.UU., el equipo de Holland ha llevado a cabo «un estudio cuidadoso con un único modelo». «Creo que tiene mucho sentido», opina la experta, que añade que el efecto invernadero de los gases que dañan la capa de ozono es un fenómeno bien documentado. No obstante, las complejidades de los modelos climáticos hacen difícil decir con certeza cuál es la magnitud exacta de su efecto en el Ártico, señala la experta.

Susan Strahan, científica atmosférica del Centro Goddard de Vuelos Espaciales Goddard de la NASA, considera que el trabajo es «interesante y provocador», pero apunta que aún no está convencida de sus conclusiones. Estas serían más sólidas, añade, si los autores hubieran conseguido aportar una explicación física clara para la amplificación observada en las simulaciones. Tanto Strahan como Cecilia Bitz, climatóloga de la Universidad de Washington, opinan que replicar estos resultados en múltiples modelos climáticos será clave para determinar el verdadero peso de los CFC en el calentamiento del Ártico.

Las concentraciones globales de CFC comenzaron a disminuir a comienzos de este siglo gracias a la adopción en 1989 del Protocolo de Montreal, el cual decretó una reducción gradual en el uso de estos compuestos. Y aunque los factores que contribuyen a la amplificación ártica son múltiples, el nuevo trabajo sugiere que tanto el aumento de la temperatura como la fusión del hielo de la región podrían comenzar a atenuarse en el futuro a medida que la concentración atmosférica de CFC continúe disminuyendo, añade Bitz. «Es un resultado muy importante puesto que trae consigo una pizca de optimismo», concluye la experta.

Giuliana Viglione

Artículo traducido y adaptado por Investigación y Ciencia con permiso de Nature Research Group.

Referencia: «Substantial twentieth-century Arctic warming caused by ozone-depleting substances»; L. M. Polvani et al en Nature Climate Change, publicado en línea el 20 de enero de 2020.