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Los deslizamientos de tierra alteran la dinámica glaciar

Como muchos otros glaciares, el Amalia, situado en el campo de hielo sur de la Patagonia chilena, ha perdido gran parte de su masa en las últimas décadas. Su lengua ha retrocedido más de 10 kilómetros en los últimos 100 años. Casi ningún otro glaciar de la región ha menguado a esa velocidad. Sin embargo, en 2019, la tendencia se invirtió y se observó una aceleración de su flujo que vino seguida de una ralentización. Maximillian Van Wyk de Vries, de la Universidad de Minesota en Mineápolis, y sus colaboradores explican la causa inusual de este fenómeno en un artículo publicado en Geology. Y es que un deslizamiento de tierra había estabilizado el glaciar.

Los deslizamientos ocurren con frecuencia en los entornos glaciares. Las lenguas de hielo pueden hacer que las laderas adquieran una mayor pendiente, pero a su vez también las mantienen estables porque actúan como un muro de contención. Si el cuerpo de hielo se retira, la pérdida de ese contrafuerte puede causar el desmoronamiento de grandes masas rocosas. Las consecuencias de tales derrumbes pueden ser catastróficas, como ocurrió en la India en febrero de 2021, cuando un deslizamiento causó 100 víctimas mortales y destruyó las infraestructuras de un valle.

En Chile, por suerte, nadie resultó herido cuando cayeron sobre el glaciar Amalia 262 millones de metros cúbicos de roca y escombros. Sin embargo, sí tuvo efectos inmediatos en el glaciar, cuya lengua comenzó a avanzar con rapidez, tras décadas de haber sufrido un retroceso casi constante, y llegó a crecer más de 1000 metros. No obstante, la velocidad del flujo, al principio muy elevada, se redujo posteriormente de forma significativa, y ahora el glaciar Amalia solo fluye hacia el mar a la mitad de la velocidad que tenía antes del evento.

En un primer momento, el material deslizado empujó el hielo a favor de la pendiente, de modo que la lengua avanzó y aumentó de tamaño. Un tiempo después, los sedimentos y las rocas del desprendimiento se depositaron en la zona donde el glaciar se vierte en el océano, lo que impidió que se desprendieran icebergs y, por tanto, la lengua de hielo quedó estabilizada. Sin embargo, no está claro cuánto durará este efecto y si el flujo volverá a acelerarse después.

Van Wyk de Vries y sus colaboradores no realizaron su estudio sobre el terreno, sino que analizaron una serie de imágenes de satélite. El equipo pretende emplear ese método para localizar otros deslizamientos que se hayan producido en los últimos 20 o 30 años y que hayan podido afectar a la dinámica de otros glaciares. Su trabajo podría servir de ayuda para la población de regiones montañosas que vive en zonas de riesgo: «La combinación de glaciares y deslizamientos puede ser extremadamente peligrosa», asegura Van Wyk de Vries. «Los glaciares pueden hacer que los deslizamientos se licúen y alcancen distancias mucho mayores de lo que cabría esperar.»

Daniel Lingenhöhl

Referencia: «Atypical landslide induces speedup, advance, and long-term slowdown of a tidewater glacier». Maximillian Van Wyk de Vries et al. en Geology, 26 de abril de 2022.