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Los factores que han intervenido en las inundaciones de Alemania

Unas circunstancias meteorológicas muy desfavorables, unas lluvias muy intensas y unas inundaciones relámpago han causado en Renania-Palatinado y Renania del Norte-Westfalia unas crecidas del nivel de las aguas sin precedentes y una destrucción impresionante. Las zonas más afectadas han sido Bergisches Land, en el segundo de esos estados, y el Eifel, cordillera entre ambos estados y Bélgica. Ha habido muchos fallecidos y desaparecidos. Tras las imponentes inundaciones se esconde una serie de causas, cuya combinación resultó fatal.

El papel principal le corresponde a una situación meteorológica particularmente propensa a las grandes lluvias; ya había estado produciendo mal tiempo en las semanas precedentes. Sobre grandes partes de Alemania se extendía desde hacía algún tiempo un aire relativamente caliente y húmedo, que la borrasca Bernd seguía aportando desde el sudoeste a principios de la semana pasada.

Esa masa de aire era inestable: tendía a ascender. Y como a mayor altura la presión es menor, se expande y enfría. Puede entonces contener menos vapor de agua; este se condensa y pasa a estar en condiciones de caer como lluvia. Y eso es solo el principio. Al condensarse, el agua desprende calor, las masas de aire ascendentes son cada vez más calientes con respecto al aire circundante, ascienden cada vez más deprisa y dan cada vez más agua, círculo vicioso por el que el aire húmedo puede dejar que caigan gigantescas cantidades de lluvia.

Lo único que hace falta para esto es una oportunidad de ascender, circunstancia que conduce a la tormenta. Sin embargo, lo que ocurrió la tarde del miércoles tuvo unas dimensiones completamente distintas. Cuando la borrasca Bernd se desplazó desde Francia hacia el este, el aire inestable, húmedo, del norte del Mediterráneo empezó a dirigirse hacia el oeste. Allí se encontró con aire frío del Atlántico. Este encuentro, o «convergencia», se produjo sobre una franja que iba desde, más o menos, Sauerland, en el sudeste de Renania del Norte-Westfalia, hasta el sudeste de Bélgica, y en ella se descargaron las inmensas cantidades de agua almacenadas como vapor.

El Eifel fue la parte más afectada. Cabe suponer que la razón de ello fue la intervención de otro efecto físico junto con la convergencia de las masas de aire. Es allí donde la zona se vuelve más montañosa y frena las capas inferiores de aire. La consecuencia es una especie de colisión trasera entre coches, llamada efecto embotellamiento: más masas de aire se ven forzadas a ascender cuando llegan a ese punto. Un obstáculo como el Eifel intensifica, pues, la tendencia a ascender de las inestables masas de aire, lo cual crea lluvias adicionales.

Otros dos factores agravaron el problema. Por una parte, el territorio. En las regiones montañosas sobre todo, las laderas empinadas y la concentración de la escorrentía en los valles hacen que la subida del nivel del agua se convierta en riadas enormes, cuyo trascurso preciso, a causa de la gran influencia de las circunstancias locales, apenas es predecible. Por otra parte, estaba lloviendo en la mitad occidental de Alemania desde hacía semanas. El suelo estaba ya saturado antes de las últimas e intensas lluvias. Estas vertieron en determinados lugares más de 150 litros por metro cuadrado, que se drenaron en su mayor parte por la superficie. Y así, el agua de aquel aire tan cálido y húmedo corrió sin nada que la contuviese por calles y casas.  

Lars Fischer