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Los mamíferos aumentan su actividad nocturna para evitar a las personas

Un elefante africano al atardecer, en Kenia. [Minkaa/iStock]

Las actividades humanas, desde la caza hasta el senderismo, están empujando a los mamíferos de todo el mundo a tornarse más activos durante la noche, cuando la probabilidad de encontrarse con personas es menor, según concluye un nuevo estudio. Las consecuencias de este cambio aún no están claras, pero los expertos sospechan que podría amenazar la supervivencia de varias poblaciones de animales.

Los autores del trabajo analizaron 76 estudios publicados sobre la actividad de 62 especies de mamíferos en seis continentes. Compararon la actividad nocturna de cada una de ellas en periodos de tiempo o en zonas con un alto impacto humano (como durante la temporada de caza o en áreas surcadas por carreteras) con la que mostraban las mismas especies en épocas o regiones menos afectadas por las personas. Los resultados, publicados en Science, revelan que, en promedio, la mayoría de los mamíferos ha aumentado su actividad nocturna en un 20 por ciento como respuesta a las perturbaciones provocadas por los humanos.

El coyote (Canis latrans), por ejemplo, es un animal que en circunstancias normales dividiría su actividad a partes iguales entre el día y la noche. Sin embargo, en las zonas de senderismo cercanas a las montes de Santa Cruz, en California, este cánido lleva a cabo casi el 70 por ciento de sus actividades durante las horas de oscuridad.

Otros casos son más extremos, explica Kaitlyn Gaynor, ecóloga de la Universidad de California en Berkeley y autora principal del estudio. Los antílopes sable (Hippotragus niger), que en su mayoría están despiertos durante el día, realizan el 50 por ciento de sus actividades durante la noche en el Parque Nacional Hwange, en Zimbabue, una reserva natural y coto de caza.

Aunque hasta ahora varios estudios habían analizado la actividad animal en zonas concretas con presencia humana, este es el primer trabajo que ha considerado el fenómeno a gran escala, señala Marlee Tucker, experta en tendencias ecológicas del Centro de Investigación Senckenberg para la Biodiversidad y el Clima, en Fráncfort. El siguiente paso, añade, consistirá en entender las consecuencias de tales cambios en la reproducción y alimentación de las especies afectadas.

Turno de noche

El hallazgo confirma la hipótesis de que los animales tienden a evitar a las personas, probablemente porque las perciben como una amenaza, apunta Chris Darimont, conservacionista de la Universidad de Victoria, en Canadá. Pero el nuevo estudio ha arrojado también algunos resultados sorprendentes. Uno de ellos es que las actividades no letales, como el senderismo, provocan en los mamíferos la misma respuesta que aquellas que sí lo son, como la caza. «No importa si hacemos un picnic en un parque o si talamos árboles: la vida silvestre que nos rodea nos percibe como un riesgo para su supervivencia», afirma Darimont.

Aunque ese aumento en la actividad nocturna podría ayudar a los mamíferos a reducir el número de encuentros mortales con las personas, el cambio podría tener también consecuencias perjudiciales, advierte Ana Benítez-López, conservacionista de la Universidad Radboud de Nimega, en los Países Bajos. Numerosos carnívoros cazan durante el día porque es en esas horas cuando ven mejor, lo que aumenta sus probabilidades de éxito. Y si una especie no puede alimentarse o aparearse de la manera adecuada, las consecuencias a largo plazo pueden ser perjudiciales, apunta Benítez-López.

Ante el impacto potencialmente negativo de un estilo de vida más nocturno, una solución consistiría en que las personas restringiésemos ciertas actividades recreativas a horas concretas del día, añade Gaynor. Estrategias similares ya limitan algunas actividades a determinadas épocas del año; por ejemplo, varias rutas de escalada en las montañas de Adirondack, en el estado de Nueva York, se cierran durante la temporada de reproducción del halcón peregrino (Falco peregrinus). Gaynor opina que es importante que las personas seamos conscientes de que nuestra actividad puede influir en el comportamiento de la fauna. «Que no veamos la vida silvestre a diario no significa que no esté ahí», concluye la investigadora.

Giorgia Guglielmi/Nature News

Artículo traducido y adaptado por Investigación y Ciencia con permiso de Nature Research Group.

Referencia: «The influence of human disturbance on wildlife nocturnality». Kaitlyn M. Gaynor et al. en Science, vol. 360, n.o 6394. págs. 1232-1235, 15 de junio de 2018.