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28/02/2017
Astronomía
Siguen apareciendo indicios de la existencia de un gran planeta del Sistema Solar mucho más lejano que Neptuno y Plutón.
Monthly Notices of the Royal Astronomical Society
Desde hace un siglo se sospecha de la existencia de un planeta mucho más lejano que Neptuno y Plutón. En los últimos años han ido apareciendo indicios de su influjo en diversos objetos transneptunianos [Caltech/R. Hurt (IPAC)].
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Describiría su órbita muy por fuera, más allá de Plutón, y necesitaría miles de años para dar una vuelta completa alrededor del Sol. Desde que Percival Lowell, astrónomo y fundador de observatorio, sacase hace un siglo a colación un supuesto Planeta Nueve –llamado también Planeta X–, este excita la fantasía de los científicos. No hay ninguna prueba de su existencia, pero desde hace algún tiempo menudean los indicios indirectos. De esta especie es un nuevo estudio, de Julia de León, del Instituto de Astrofísica de Canarias, y sus colaboradores en Monthly Notices of the Royal Astronomical Society. Han tomado en cuenta los datos orbitales y de composición de los asteroides transneptunianos 2004 VN112 y 2013 RF98. Lo más probable es que estos dos cuerpos tengan el mismo origen, habida cuenta de su semejanza química y de lo parecidas que son sus órbitas alrededor del Sol.
Ambos objetos debieron de formar un sistema doble de asteroides, en giro alrededor de un centro de gravedad común. Pero desde algún determinado momento se han ido separando. Tras varios miles de iteraciones de un modelo por ordenador, De León y sus colaboradores han concluido que debieron de disociarse por culpa del encuentro cercano con un cuerpo celeste con una masa entre diez y veinte veces la de la Tierra. Esas masas coinciden con las que se le atribuyen al misterioso Planeta Nueve. Según el cálculo, la pareja de asteroides se separó hace entre cinco y diez millones de años. El resultado de De León y su equipo apunta, en cualquier caso, en la misma dirección que indicios precedentes del Planeta Nueve, que consisten sobre todo en los datos orbitales característicos de distintos objetos del Cinturón de Kuiper que indican que estos podrían estar influidos por un cuerpo celeste de gran masa. Pero mientras no se pueda dar con él mediante un telescopio, las dudas acerca de su existencia seguirán en pie.
Más información en Monthly Notices of the Royal Astronomical Society.
Fuente: spektrum.de/Daniel Lingenhöhl