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Ojos dormidos, pupilas inquietas

Mientras el organismo duerme, el diámetro de la pupila oscila. Ello podría evitar que ante un estímulo luminoso el cerebro despertara y se interrumpieran procesos importantes, como la consolidación de la memoria. [Wikimedia Commons]

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El sueño El sueño Ene/Abr 2014 Nº 7

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Durante la vigilia, el diámetro de la pupila varía según el grado de atención, vigilancia o la actividad de la corteza cerebral. Sin embargo, se desconoce el modo en que la abertura del iris fluctúa, así como su relación con la función neuronal, mientras el organismo duerme. Ahora, la revista Current Biology publica las conclusiones de un estudio diseñado por científicos de la Universidad de Ginebra, liderados por Daniel Huber, con el objeto de resolver esta cuestión.

Los experimentos se realizaron con ratones y el primer desafío de los investigadores fue hallar el modo de medir el tamaño de la pupila mientras los animales dormían. Los roedores acostumbran a cerrar los ojos y acurrucarse durante el sueño. Por esta razón, los científicos desarrollaron un método para fijar la cabeza de los múridos y a continuación, los acostumbraron a descansar en esa postura. Curiosamente, los párpados de los ratones se abrían ligeramente cuando yacían así colocados. Ello, junto con la instalación de una luz infrarroja sobre su cráneo a fin de retroiluminar el iris, permitió estudiar el ojo dormido.

El equipo de Huber descubrió que el tamaño de la pupila oscilaba durante el descanso. Además, el cambio de diámetro se relacionó con las distintas fases del sueño. Así, durante el período de adormecimiento, la abertura del iris permaneció dilatada la mayor parte del tiempo. En cambio, en el estadio REM, cuando los ojos se mueven de forma rápida y a menudo aparecen ensoñaciones vívidas, la pupila se contrajo. Por último, los científicos observaron que en ciclo no REM, que representa alrededor del 75% del tiempo de sueño, el diámetro fluctuó continuamente. Los datos obtenidos también demostraron la correlación existente entre el tamaño de la pupila y la actividad del cerebro durmiente.

Según los resultados, el responsable de esta oscilación nocturna es el sistema nervioso parasimpático, mientras que durante el día, también participa el sistema simpático.

Para los investigadores, su hallazgo sugiere que la constricción de la abertura del iris es fundamental para evitar el desvelo y proteger al cerebro durante las fases de sueño profundo. Además, ello favorecería la continuidad del estadio no REM, fundamental para la consolidación de la memoria. En un futuro, plantean realizar experimentos parecidos en humanos con el objetivo de confirmar sus conclusiones.

Marta Pulido Salgado

Referencia: «Pupil size coupling to cortical states protects the stability of deep sleep via parasympathetic modulation», de O. Yüzgeç et al. en Current Biology, 28, 1-9, 5 de febrero de 2018.