Inicio Intelectualidad ¿Por qué las reuniones por videoconferencia resultan agotadoras?

¿Por qué las reuniones por videoconferencia resultan agotadoras?

La pandemia de la COVID-19 ha acelerado la implementación del teletrabajo y las videoconferencias. Prácticas, que al parecer, han venido para quedarse. Por ello, resulta esencial comprender su impacto sobre la salud física y psicológica de las personas. Ahora, Andrew Bennett y sus colegas, de la Universidad Old Dominion en los Estados Unidos, publican las conclusiones de su estudio sobre la fatiga de las videoconferencias, también conocida como «fatiga Zoom» por una de las plataformas de videoconferencias más populares.

A lo largo de 5 días, los investigadores pidieron a 55 personas que trabajaban a distancia que rellenaran un cuestionario una vez por hora. De acuerdo con los resultados, el 93 por ciento de los participantes declaró haber padecido, en un momento u otro, esta forma particular de fatiga. Además, el seguimiento de su estado físico a lo largo del día reveló que el cansancio se relacionaba con las videoconferencias. Sin embargo, la fatiga no afectó por igual a todos los trabajadores. Aquellos que silenciaban sus micrófonos con mayor frecuencia o los que tenían un mayor sentido de pertenencia al grupo mostraron menor grado de agotamiento. Estos resultados concuerdan con la llamada teoría de la «restauración de la atención». Esta postula que la fatiga psicológica procede, en gran medida, del esfuerzo necesario para mantener la atención sostenida en un mismo objeto. Así pues, desconectar el micrófono nos permitiría relajar nuestra concentración; mientras que el sentimiento de pertenencia al grupo aumentaría nuestro interés en la reunión y centraría nuestra atención de forma natural, sin esfuerzo, en lo que se está diciendo.

Por consiguiente, a fin de economizar nuestra energía, los investigadores recomiendan usar la función de silencio del micrófono, cuando no se participe en la conversación, así como reforzar el sentimiento de pertenencia al grupo, por ejemplo creando espacios informales de discusión dentro del equipo, incluso de forma virtual. Asimismo, también sugieren programar las videoconferencias después de mediodía, alrededor de las 13:30 horas, pues al parecer, es cuando causan menos fatiga.

En cambio, mantener la cámara encendida no parece influir en la sensación de agotamiento, ya que, en este caso, actuarían dos mecanismos opuestos que se neutralizarían. Por un lado, apagar la cámara permitiría realizar pausas y relajar la atención, pero por el otro, no ver a los compañeros disminuiría el sentimiento de pertenencia. A este respecto, corresponde a cada grupo definir sus buenas prácticas; pues hay personas a las que les resulta agotador mirar a la pantalla todo el tiempo, mientras que otros perciben la cámara apagada como impersonal.

Guillaume Jacquemont

Referencia: «Videoconference fatigue ? Exploring changes in fatigue after videoconference meetings during Covid-19», A. A. Bennett et al., en Journal of Applied Psychology; 106, páginas 330-344, publicado en marzo de 2021.

Encuentra aquí todos los contenidos de Investigación y Ciencia sobre la pandemia de COVID-19. También puedes acceder a los artículos publicados por Scientific American y otras de sus ediciones internacionales a través de esta web.