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Dimitri Ivánovich Mendeléiev (1834-1907), químico ruso famoso por haber descubierto el patrón subyacente a lo que hoy conocemos como tabla periódica de los elementos, fue uno de los más importantes e influyentes científicos del siglo XIX. Su libro Principios de la química (1869) marcó un antes y un después en el desarrollo de esta ciencia. Además, formó a miles de estudiantes en la Universidad de San Petersburgo y contribuyó a grandes avances en la agricultura, la ganadería y la industria de su época (fue él, por ejemplo, quien estableció la graduación alcohólica que debía tener el vodka: 40 grados).
Sin embargo, en vida de Mendeléiev los reconocimientos oficiales le fueron esquivos. Así, nunca fue admitido en la Academia Rusa de las Ciencias debido a sus ideas liberales, y en 1890 fue represaliado en la Universidad por interceder a favor de los estudiantes y en contra de las autoridades zaristas. Pero sin duda la mayor injusticia cometida contra él fue la que tuvo que ver con el prestigioso Premio Nobel de Química: estuvo a punto de conseguirlo, pero la intervención de un rencoroso colega, el químico sueco Svante August Arrhenius, truncó la concesión.
En 1906, el Comité Nobel de Química –cuyas recomendaciones siempre eran atendidas– propuso a la Academia Sueca de Ciencias que el galardón fuera para el descubridor de la tabla periódica. Inesperadamente, cuando todo el mundo creía que se anunciaría su nombre, se premió al francés Henri Moissan, al parecer por la intervención del académico Peter Klason, que adujo que hacía casi cuatro décadas del libro de Mendeléiev. Pero detrás de Klason estaba Arrhenius, ganador del Nobel en 1903 por su Teoría de la Disociación Electrolítica, que no había perdonado al ruso que criticara en público su trabajo. Poco después, el 2 de febrero de 1907, Dimitri Mendeléiev falleció.
