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¿Por qué se llama Madrid?

Sobre el topónimo Madrid se han dado numerosas etimologías, todas muy razonadas y razonables, no obstante los orígenes de la ciudad de Madrid se remontan a tiempos de los ibéricos carpetanos y fueron quienes la fundaron.

La Gran Vía madrileña, de noche

Verán, si diseccionamos el nombre Madrid verificaremos su estructura interna y comprenderemos mejor qué motivó el nombre. Es necesario saber que un acrónimo significa “nombre”, pueden ser siglas que se pronuncian como una palabra pero también son vocablos formados al unir parte de dos o más palabras. Este tipo de acrónimos es la clase de nombre que es Madrid y además el modo de uso de la lengua de los carpetanos. Aquí se completa con dos elementos y su significado es la suma de los significados de las palabras que lo generan: MA · DRID.

La Puerta de Alcalá

Así el primero se trata de /MA·/ y con el cual nuestros antepasados decían madre, no obstante la acepción más común era la de –por-; todavía en griego y en italiano es de uso cotidiano.

El segundo es /·DRI/ y es un verbo que compromete a la lengua española a reconocerse heredera del legado de nuestros antepasados ibéricos. Fueron quienes trajeron este término a nuestra península desde la raíz griega Δρᾶ “Dra” que significa –hacer-.

Concluyendo, cuando decimos /MA·DRI+D/ lo que pronunciamos es una antiquísima frase. Véase que añadieron una +D final, porque los fonemas terminados en /d/ y /z/ son  de acento cario; ya que ellos, al igual que nosotros escribían tal como lo pronunciaban.

Madrid, madre, madrazo, madroño

Miren ¿de dónde proviene Madre? La respuesta es que se trata de otro inesperado acrónimo. Pero ¿por qué es necesario comprender Madre para sustentar Madrid? Pues porque MADRE al igual que MADRID se compone de dos raíces en una oración y aunque ambas no son iguales sí que son semejantes. Cuesta verlo, existe un desconocimiento sobre la sintaxis de nuestros antepasados, sólo que cuando se comprende la filosofía del lenguaje que emplearon nos damos cuenta de lo perfectiva que era su lengua.

Ma-drid hace referencia no sólo al concepto de crear sino además al de línea igual que ocurre con Madre: -SE HACE UN TRAZADO-. Pero ¿por qué la fuente “Dra” declinará en español? Pues, porque la lengua ibérica era flexiva: Dra-Dre-Dri-Dro-Dru. Miren, con Dra decimos MA·DRA·ZO, con Dre MA·DRE, con Dri MA·DRI·LEÑO, con Dro MA·DRO·ÑO y con Dru MA·DRU·GADA. Añadimos nuevos sufijos y aunque no lo parezcan tienen significado, sólo que esas definiciones las extraviamos a través de los tiempos. Sí, así es nuestra prodigiosa lengua, aglutinó más y más fracciones. Y es que nuestro idioma no deriva como pudiera parecer sino que es una lengua de composición. La cuestión del nombre tras un estudio exhaustivo bien sustenta que el topónimo MADRID es una voz carpetana que significa “POR EL CAMINO”.

La Fuente de Cibeles se construyó en 1782

Así pues, Madrid siempre fue Madrid y nunca dejó de serlo. Los diferentes nombres que se le atribuyeron a través de los tiempos son perfectamente lógicos y defendibles, sólo que se trata de “traducciones” de un original dado en ibérico oral y es que cuando una civilización, sea cual sea, declara un lugar; todos, no importa quienes lleguen después, lo seguirán respetando.

Por el camino

Naturalmente aquel Madrid no se trataba de una vía, trazado, camino, paso, través cualquiera, sino hacer un trayecto lo más corto y transitable posible. Es decir, un rural canal de comunicación que facilita el paso entre las poblaciones. Por supuesto, eso tuvo estrecha relación con el pastoreo, la búsqueda de mejores pastos que desemboca en tránsito por recurrentes vías de trashumancia.

Esos incipientes trazados fueron más tarde las populares “cañadas” recorridas desde antiguo, si bien posteriormente por su importancia tomaron el nombre de “reales” y fueron reguladas por un edicto de Alfonso X el Sabio en 1273. Alguna incluso, cuando se ha respetado el paso original, atraviesa la ciudad por calles asfaltadas, como es el caso de la calle de Atocha en pleno centro de Madrid.

Nuestras palabras, las que usamos nosotros, pude comprobar que son las mismas que usaban ellos. Naturalmente no están con nuestros caracteres actuales. Otras se extraviaron en el tiempo y no son de uso corriente; no obstante, todavía podemos encontrar esas raíces en el griego antiguo, muchas en el griego actual, ahora bien, nosotros las conocemos escritas con ortografía de patrón latino. Hoy tenemos un asomo nuevo hacia aquellos acontecimientos pasados y es que MADRID significaba “POR EL CAMINO”. ¿No les parece sin igual?

 

Enrique Cabrejas © 2017