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Primera mirada bajo el amenazado glaciar Thwaites de la Antártida: le llega agua caliente «por todas las direcciones»

Aprovechando la rara circunstancia de que en febrero del año pasado no hubiese hielo en aguas de la Antártida Occidental, unos científicos echaron el primer vistazo bajo el glaciar Thwaites, una formación inmensa y cada vez más inestable que pende del borde del continente. Lo que vieron no hizo sino aumentar el miedo a que se derrumbe, lo que elevaría el nivel mundial del mar en más de medio metro. Los datos que tomó un submarino robótico, a cargo de los científicos de la Colaboración Internacional del Glaciar Thwaites, indican que aguas cálidas procedentes de las profundidades oceánicas emergen desde tres direcciones y se mezclan bajo el hielo.

«Thwaites tiene esas tres pistolas apuntándole», dice Erin Pettit, glacióloga de la Universidad del Estado de Oregón en Corvallis y codirectora de un proyecto dotado con 50 millones de dólares para examinar la estabilidad del glaciar. «Hay agua cálida procedente de todas las direcciones». Ha presentado hace unos días sus primeras conclusiones, correspondientes a los dos primeros años del proyecto, en el congreso científico de la Unión Geofísica Americana en San Diego, California.

Las corrientes cálidas podrían desestabilizar el glaciar, tan grande como la isla de Gran Bretaña, y tiene hielo bastante para que el nivel mundial del mar ascienda unos 65 centímetros. Si se derrumba, podría arrastrar consigo además a otras partes de la capa de hielo de la Antártida Occidental y convertirse así en el mayor contribuyente a la subida del nivel del mar en este siglo.

Temiéndose que el derrumbe ya ha empezado, unos científicos de Estados Unidos y del Reino Unido pusieron en marcha en 2019 un programa de investigación sin precedentes que comprendía seis estudios de campo y dos equipos modelizadores. El equipo de Pettit se centra en la plataforma de hielo del glaciar, que se extiende a lo largo de más de cien kilómetros de mar abierto y hace las veces de tapón que sujeta al hielo que está sobre tierra. Otros grupos estudian el flujo del glaciar sobre tierra y la circulación oceánica; todos los datos se introducirán en los modelos.

«No hemos visto nunca la desintegración de una capa de hielo en un clima que se va calentando, así que hemos de esforzarnos por anticipar cómo podría ocurrir», dice Ted Scambos, glaciólogo del Centro de Datos de la Nieve y el Hielo en Boulder, Colorado, y uno de los coordinadores del consorcio de investigación del Thwaites.

Drama bajo el hielo

La expedición del año pasado fue la primera que realmente alcanzó el frontal de la plataforma de hielo del Thwaites, que por lo normal está insertada en hielo marino. «Las condiciones eran perfectas: mar en calma, agua libre», explica Anna Wåhlin, oceanógrafa de la Universidad de Gotemburgo, en Suecia, que dirigió los trabajos submarinos. «Casi podíamos tocar el hielo».

El equipo envió su robot Rán (llamado así por la diosa nórdica del mar) bajo la plataforma para que tomase datos, con los que se han confeccionado los mapas más detallados del fondo marino jamás creados en la región, y obtuviese información sobre las condiciones del mar y de las corrientes.

El glaciar Thwaites 

La plataforma se divide en dos secciones: el lado este, el más estable, está sostenido por un afloramiento de roca y fluye unos 600 metros al año. El lado oeste se mueve más deprisa, 2 kilómetros al año. Según los nuevos datos, una corriente profunda y cálida se desplaza a lo largo de la costa procedente del contiguo glaciar de Pine Island, y se mezcla con otras corrientes cálidas bajo la plataforma este. Si el lado este se descompone, dice Pettit, la ecuación entera cambiará.

Una de las cuestiones más importantes de la oceanografía es la de cómo interaccionan las corrientes oceánicas con las plataformas de hielo; no hay un dato puntual que no importe, afirma Matthew England, oceanógrafo de la Universidad de Nueva Gales del Sur, en Sidney, Australia. «Esto nos da una idea de lo que han de hacer los modelos».

Las esperanzas se funden

El equipo de Pettit trabajó directamente sobre la plataforma de hielo durante la temporada de campo en la Antártida, que ha terminado este mes. Realizaron pruebas sísmicas para estudiar el fondo marino y perforaron a través de 300 metros de hielo para instalar sensores que vigilarán las condiciones del mar durante los próximos dos años.

Pero Pettit dice que la mayor sorpresa de este año la dieron los datos de radar que detallan la estructura del hielo mismo. Los bajos del Thwaites forman un paisaje por sí mismo, completo, con canales, crestas y acantilados, todo ello moldeado por las corrientes cálidas, dice. «No es  que una capa lisa de hielo se esté derritiendo uniformemente. Es más complejo de lo que creíamos».

Si el año que viene todo va conforme a lo planeado, Rán realizará una misión cartográfica a mayor escala, que llegará hasta donde el cuerpo principal del glaciar descansa sobre la roca viva. Planeadores submarinos y otros instrumentos tomarán tantos datos como se pueda de las corrientes oceánicas y la topografía del fondo marino bajo la plataforma, cuenta Wåhlin.

Wåhlin confía en que para cuando finalice el proyecto, dentro de tres años, su equipo tendrá algunas respuestas sobre el futuro del glaciar Thwaites. «Para entonces tendríamos que conocer mucho mejor los riesgos», dice. «Sería vergonzoso que no fuese así».

Jeff Tollefson / Nature News

Artículo traducido y adaptado por Investigación y Ciencia con permiso de Nature Research Group.

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