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Problemas sociales del proyecto astronómico SKA

Representación artística del núcleo central de las antenas de SKA [SKA Project Development Office and Swinburne Astronomy Productions].

Las sensibles antenas de radio de la Red del Kilómetro Cuadrado sufrirían con la recepción de las señales de los teléfonos móviles, y restringir estas podría perjudicar a la economía local, dicen los agricultores.

Sudáfrica ha construido ya prototipos de antenas de plato que se integrarán en la parte sudafricana de la Red del Kilómetro Cuadrado, el mayor radiotelescopio del mundo.

Un mapa que enseña cómo quedaría restringido el uso de los teléfonos móviles en un radio alrededor de los telescopios instalados en Sudáfrica han despertado la ira de quienes viven cerca del instrumento y ha ahondado la brecha entre las poblaciones rurales locales y quienes respaldan el proyecto.

La disputa se ha suscitado en la porción sudafricana de la Red del Kilómetro Cuadrado (SKA) , que al final constará de miles de antenas de radio en África y millones en Australia. La red, que empezará a construirse en 2019 y se completará en la década de 2030, tendrá una superficie total colectora de señales de más de un kilómetro cuadrado, con lo que en conjunto será el mayor radiotelescopio del mundo. La primera fase sudafricana abarca 194 antenas de radio, que se dispondrán como una galaxia espiral: tres brazos en espiral a partir de un cúmulo central.

Los habitantes de la provincia Septentrional del Cabo, donde el Gobierno ha adquirido casi 1400 kilómetros cuadrados de terreno para la fase inicial, han expresado ya las preocupaciones que les causa. A algunos les enfurece que el SKA no fomentará la economía regional tanto como habían esperado, otros se temen que la adquisición de terrenos perjudicará a la actividad agrícola, en particular a la cabaña ovina.

Pero el mapa del la cobertura proyectada de la telefonía móvil alrededor del proyecto, subido a Facebook el 2 de noviembre, ha sacado a luz otro problema con el que han de vérselas las poblaciones locales. Muestra el área que rodea a las antenas de radio del SKA donde el uso de dispositivos electrónicos quedará restringido porque sus señales interferirían con las señales de radio bastantes débiles que las antenas intentarían captar desde el resto del universo

Problemas de comunicaciones

Los residentes en la vecindad de esas zonas han sido conscientes de que esas áreas sin cobertura podrían ser unos daños colaterales del SKA. Pero Eric Torr, propietario de una empresa de avionetas que subió el mapa a a la Red, dice que muestra que el área afectada es «mayor de lo que se nos había hecho creer». El mapa indica que dentro de la zona muerta caen seis localidades, y que eso podría tener graves consecuncias para sus economías rurales.

El mapa fue elaborado por el Observatorio de Radioastronomía de Sudáfrica (SARAO), que dirige el proyecto SKA para Sudáfrica. Lorenzo Raynard, jefe de comunicaciones del SARAO, dice que muestra áreas donde la cobertura de la telefonía móvil se reduciría en un 20 por ciento o más. El mapa formaba parte de una presentación que solicitaba a las empresas que remitieran soluciones alternativas para las comunicaciones en las zonas afectadas, dice.
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Una conjunto informal de organizaciones agropecuarias había estado ya trabajando con el observatorio para encontrar técnicas de comunicaciones alternativas, como la telefonía vía satélite, que se pudieran usar alrededor de las antenas, según Henning Myburgh, agricultor de la zona. «Unas comunicaciones electrónicas adecuadas, sobre todo para los niños, son un derecho humano básico»,dice. Myburgh mantiene que la busca cooperativa se ha trasladado ahora a encontrar tecnologías de telefonía celular que puedan coexistir con la SKA y a reproducir las disponibilidad telefónica de que disfrutan ahora los agricultores. «Es un gran cambio y si es posible será un gran paso adelante», afirma.

Con todo, dice Myburgh, hay agricultores y ganaderos que no están contentos. «No creo que nadie vaya a estar nunca contento con la situación, habida cuenta de lo enormemente intrusivo que es el proyecto en la región», dice.

Nicol Jacobs, que tiene sus tierras en el brazo espiral, dice que el SKA iba a afectar en un principio solo a dos fincas. Dice que se enteró de la verdadera magnitud del telescopio cuando el Gobierno empezó a comprar más explotaciones agropecuarias. «Nos van a comer pedazo a pedazo», dice. Jacobs asevera que le gustaría que el Gobierno devolviese las tierras compradas a los agricultores: «Lucharé mientras pueda», añade.

Pese a la irritación de los residentes, la ley sudafricana dice que el ministro de ciencia y tecnología del país puede preservar la zona del SKA para la astronomía. El departamento de ciencia y tecnología, que supervisa las actividades astronómicas en el país, es el responsable de completar las regulaciones concernientes a las áreas que pueden perder la cobertura de telefonía móvil, y definir las radiofrecuencias que serán protegidas para la astronomía. Preguntada por cuándo estarán concluidas, la autoridad encargada de la gestión de la astronomía en el departmento declinó dar una fecha determinada.

Evaluación medioambiental

Aunque las quejas de la poblacón afectada podrían no influir en la disposición del SKA, una evaluación medioambiental, que debería estar concluida el año que viene, podría cambiar las cosas.

A principios de noviembre, el SARAO le pidió a la Red de Observación Medioambiental Sudafricana que llevase a cabo una evaluación medioambientall del emplazamiento del telescopio, y ofreció tres millones de rand (unos 200.000 euros) para la ejecuión del trabajo.

«La posición relativa de las antenas determina la calidad del haz del telescopio», según Robert Braun, director científico del SKA, que está diseñándolo.

La organización ha dibujado un mapa ideal de las posiciones de las antenas, dice Braun. Pero podría tener que desplazarlos si la evaluación medioambiental halla que los hábitats o los biomas locales quedarían perjudicados, afirma Casper Crous, ecólogo que participa en la colaboración evaluadora.

El plan general consiste en convertir el emplazamiento del SKA en una reserva natural y un lugar para investigaciones medioambientales a largo plazo una vez que el telescopio esté operativo, dice Vrous. Así que una zona de exclusión para las antenas, por ejemplo, «podría convertirse en poblaciones de kokerbooms (un áloe sudafricano) o en humedales efímeros, zonas que una vez que han sufrido un impacto es improbable que se recuperen», dice.

Sarah Wild/Nature News
Artículo traducido y adatado por Investigación y Ciencias con permiso de Nature Research Group.