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Raros objetos circulares en el cosmos

Ray Norris, de la Universidad del Oeste de Sydney, y sus colaboradores han anunciado el descubrimiento radiotelescópico de cuatro objetos circulares en el cosmos. Tres de ellos exhiben bordes brillantes. En dos se percibe una galaxia central, y una de ellas es una fuente continua de radio; pero la presencia ahí de esas galaxias podría ser casual. El segundo y el tercer círculo, que es muy débil y el único cuyo borde brilla menos que el centro, están muy cerca el uno del otro; quizás estén asociados. 

Hasta ahora no han podido encuadrar estos objetos en algún tipo conocido de fenómeno. El equipo ha remitido el estudio a Nature Astronomy; mientras, lo ha publicado en el repositorio de prepublicaciones arXiv. Norris y sus colaboradores suponen que los círculos quizá sean ondas de choque esféricas causadas por algún suceso muy potente o por galaxias ordinarias.

No es que los círculos sean completamente desconocidos en el espacio. Restos de las supernovas, discos protoplanetarios o galaxias formadoras de estrellas se pueden ver como círculos si el ángulo de visión es el apropiado para ello. Pero Norris y sus colaboradores han examinado numerosos fenómenos de los que se sabe que crean conformaciones así y no han encontrado ninguno que concuerde con las características de los círculos que han observado ahora, salvo, quizá, las ondas de choque.

Por ejemplo, descartan que se trate de nebulosas planetarias o restos de supernovas por razones probabilísticas; o que sean círculos de Einstein (el efecto de una lente gravitatoria), por su excesivo tamaño para ser tan nítidamente circulares; o una galaxia creadora de estrellas (donde esa actividad se presenta a menudo en forma de anillo) o una galaxia anular, ya que el brillo en radio de los círculos descubiertos ahora solo sería compatible con que la galaxia fuese ópticamente visible; o un lóbulo de radio asociado a un chorro de partículas de una galaxia activa, sea de lado (la morfología no es la común) ni de frente (aparecería entonces, en efecto, como un círculo, pero debería verse en su centro una galaxia adecuada); y así con algunas otras posibilidades.

Por lo tanto, opinan los autores, no se trata de una categoría nueva de un fenómeno ya conocido (el chorro visto de frente), ni de los restos de un flujo antiguo de una radiogalaxia. En cuanto a la onda de choque, la posibilidad que más probable les parece, podría haber sido causada por fenómenos transitorios muy violentos (explosiones rápidas de radio, explosiones de rayos gamma o fusiones de estrellas de neutrones), que habida cuenta del tamaño angular de los círculos habrían ocurrido hace mucho, o bien podría tratarse de la onda de choque asociada al viento de una galaxia formadora de estrellas (una posibilidad por ahora solo teórica).

También es posible, concluyen Norris y sus colaboradores, que se trate de fenómenos distintos, captados ahora a la vez gracias a las características del instrumento descubridor, la Red Australiana del Kilómetro Cuadrado Pathfinder (ASKAP), que le permiten estudiar dominios mal explorados hasta ahora.

ASKAP entró en funcionamiento hace menos de diez años; con ella se buscan nuevas fuentes de radio. Halló, en concreto, tres de los objetos; el cuarto, el de la fuente de radio central, lo encontraron rastreando un archivo de imágenes de radio de otro instrumento. Pero los objetos están confirmados mediante observaciones subsiguientes con un radiotelescopio diferente o desenterrando datos archivados. Por eso descartan los autores que los círculos puedan ser meros artefactos observacionales causados por errores. Le han puesto un nombre colectivo provisional a los cuatro hallazgos circulares: «raros círculos de radio», con ORC como acrónimo en inglés.

Daniel Lingenhöhl

Referencia: «Unexpected Circular Radio Objects at High Galactic Latitude», de Ray P. Norris et al., en arXiv:2006.14805 [astro-ph.GA].