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Sobrevivieron a la gran extinción del Pérmico

Una ramita fosilizada de una antigua conífera, hallada en la costa del Mar Muerto [Grupo de Investigaciones Paleobotánicas de Münster].

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En las riberas del Mar Muerto, preservados en rocas de hace 260 millones de años, yacen recordatorios del aguante de las plantas ante una catastrófe medioambiental.

Unos fósiles de plantas, inusulamente ricos en detalles, enseñan que varios grandes linajes sobrevivieron al mayor episodio de extinciones de la historia de la Tierra, un cataclismo con cambio climático y conmociones medioambientales que sucedió hace unos 250 millones de años y al que veces se le llama «la Gran Muerte». Según algunos estudios, hasta el 90 por ciento de los animales terrestres se extinguieron. Nunca estuvo la vida más cerca de desaparecer de la Tierra que entonces.

Pero hay indicios de que a las plantas les fue mejor. Los fósiles, descritos el 20 de diciembre en Science, dan a entender que ciertos grupos de plantas, que vivían en entornos severos y soportaban sequías estacionales, estaban especialmente bien preparados para sobrevivir a un cataclismo medioambiental.

«Creemos que fue así porque ya estaban adaptadas a tener que soportar perturbaciones y estrés», dice el autor principal, Benjamin Bonfleur, paleobotánico de la Universidad de Münster, en Alemania.

Postales del Pérmico

Seguir los pasos de la evolución de las plantas es particularmente difícil: es raro dar con fósiles que conserven los intrincados detalles de los rasgos anatómicos clave de una planta, sus órganos reproductivos, por ejemplo, o las características de su epidermis. Sin estos rasgos, a los investigadores les es imposible identificar inequívocamente la especie de un fósil.

Pero armados con mazas y picos, Bonfleur y sus colaboradores desenterraron una inusual colección de plantas momificadas en un afloramiento rocoso de la costa oriental del Mar Muerto, en Jordania. El recubrimiento como de cera, o cutícula, de las plantas se conservaba admirablemente, y gracias a ello el equipo pudo identificar las plantas basándose en sus rasgos epidérmicos.

La colección de fósiles incluye el ejemplo más antiguo conocido hasta ahora de un miembro de la familia de plantas a la que pertenecen las coníferas modernas. Entre lo hallado están además los restos de un antiguo helecho de semilla, el Dicroidium, que podrían zanjar un debate acerca de la historia de la especie.

Durante mucho tiempo se creyó que vivió solo en regiones más meridionales durante la era del Mesozoico, después de la Gran Muerte. Pero en 2006 unos investigadores hallaron unos fósiles de Dicroidium cerca del Mar Muerto, en Jordania, de antes del gran episodio de extinciones; parecía, pues, que esos antiguos helechos habían sobrevivido a la extinción del Pérmico.

Algunos científicos pusieron en duda esos resultados porque los fósiles no contenían ejemplos de órganos reproductivos, que algunos consideran cruciales para identificar la planta. Los últimos especímenes, en cambio, contienen estructuras portadoras de polen y semillas, confirmando así el hallazgo de 2006.

Antiguos ancestros

Una razón de que la colección sea tan importante es que procede de un etornno bastante seco, afirma la paleobotánica Cindy Looy, de la Universidad de California en Berkeley. Hay pocos fósiles de ambientes así, clave para la evolución de las plantas con semilla.

«Tiene vastas consecuencias para nuestro conocimiento de la evolución y origen de varios de los principales linajes de plantas», dice. «Las principales innovaciones en las plantas con semillas se produjeron en entornos secos».

Los investigadores se valen de fósiles así para calibrar los modelos de la evolución de las plantas, explica Looy; por lo tanto, estos últimos hallazgos podrían modificar las estimaciones de cuándo divergieron los diferentes grupos.

Los fósiles podrían servirles también a los científicos para entender por qué algunas plantas sobrevivieron al episodio de extinciones y en cambio otras perecieron. Looy espera que se desentierren más pistas cuando los investigadores compartan los datos y extiendan sus excavaciones por regiones aún no exploradas. «No es que haya muchos paleobotánicos». dice, «y sí mucho planeta que cubrir».

Heidi Ledford / Nature News 

Artículo traducido y adaptado por Investigación y Ciencia con permiso de Nature Research Group.

Referencia: «A hidden cradle of plant evolution in Permian tropical lowlands», de Patrick Blomenkemper et al. en Science, 21 de diciembre de 2018: vol. 362, núm. 6421, págs. 1414-1416.