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Un diente fósil sugiere que los denisovanos se aventuraron más allá de Siberia

Un diente fosilizado desenterrado en una cueva del norte de Laos podría pertener a una joven denisovana que murió hace entre 164.000 y 131.000 años. De confirmarse, sería la primera prueba fósil de que los denisovanos (una especie de hominino extinta que coexistió con los neandertales y los humanos modernos) vivieron en el sudeste asiático.

El molar, descrito en Nature Communications el 17 de mayo, es el segundo fósil denisovano que se encuentra fuera de Siberia. Su presencia en Laos apoya la idea de que la especie presentaba una distribución geográfica mucho más amplia de lo que indicaba el registro fósil.

«Siempre hemos supuesto que los denisovanos vivían en esta parte del mundo, pero no disponíamos de ninguna prueba física», comenta Laura Shackelford, paleoantropóloga de la Universidad de Illinois Urbana-Champaign y coautora del estudio. «Esta es una pequeña prueba de que realmente estuvieron allí.»

Una mayor distribución

Los denisovanos fueron identificados por primera vez en 2010, cuando se secuenció el ADN de un hueso de la punta del dedo hallado en la cueva de Denisova, en Siberia, y se demostró que pertenecía a una especie de humano antiguo desconocida hasta entonces. Estudios genéticos posteriores han revelado que millones de personas de Asia, Oceanía y las islas del Pacífico son portadoras de rastros de ADN denisovano.

Esto indica que la especie se extendió mucho más allá de Siberia, aunque las pruebas fósiles eran insuficientes. Hasta ahora, todo el registro fósil de los denisovanos se reducía a un puñado de dientes, fragmentos óseos y una mandíbula encontrada en el Tíbet. Aparte de esta última, todos los especímenes (incluido un fragmento de hueso que pertenecía a una niña medio denisovana cuya madre era neandertal) proceden de la cueva de Denisova.

Ello se debe en parte a que los fósiles tienen más posibilidades de sobrevivir en condiciones frías y secas que en un clima cálido y húmedo. Pero en 2018, Shackelford y sus colaboradores estaban buscando posibles lugares de excavación en el norte de Laos cuando se encontraron con una cueva «simplemente llena de dientes». Estos pertenecían a una mezcla de especies que incluían a tapires gigantes, ciervos, cerdos y antiguos parientes de los elefantes modernos. Según Shackelford, es probable que los puercoespines acumularan huesos para afilar sus dientes y extraer nutrientes. Entre el primer conjunto de fósiles que se extrajo de la cueva había un pequeño diente de hominino poco desarrollado. 

La datación de la cueva y de los dientes de los animales reveló que el diente de hominino era anterior a la llegada de los humanos modernos a la zona. «Fue una gran sorpresa», explica Shackelford, que afirma que el equipo no esperaba hallar restos humanos antiguos. Al principio, los investigadores pensaron que el fósil podría pertenecer a Homo erectus, una especie humana antigua que vivió en Asia hace entre 2 millones y 100.000 años. Pero los autores sostienen que el molar es «demasiado complejo» para pertenecer al H. erectus, y aunque comparte algunos rasgos con los dientes de los neandertales, también es «grande, y algo extraño», apunta Bence Viola, paleoantropólogo de la Universidad de Toronto.

El molar se asemeja más a los dientes de la mandíbula del denisovano descubierta en el Tíbet. «Los denisovanos poseen dientes gigantescos», explica Viola. «Así que parece una buena suposición atribuirlo a un denisovano.»

Las raíces del diente no están del todo desarrolladas, por lo que probablemente perteneció a un niño, según los investigadores. También se observó que su esmalte carecía de ciertos péptidos asociados al cromosoma Y, un posible indicio de que pertenecía al sexo femenino.

Lugar y momento adecuados

Reconstruir la identidad de una persona cuyos huesos han sido degradados por miles de años bajo un clima tropical es un reto, comenta Katerina Douka, arqueóloga de la Universidad de Viena. Sin más fósiles ni análisis de ADN, «la realidad es que no es posible saber con certeza si este único y mal conservado molar pertenecía a un denisovano», afirma.

Sin embargo, Viola opina que el molar está situado en «el lugar y el momento adecuados» para atribuirlo a un denisovano. De confirmarse, revelaría que la especie fue capaz de adaptarse a diferentes condiciones ambientales. En la época en la que murió el portador del diente, hace más de 131.000 años, la zona habría sido ligeramente boscosa y templada, totalmente diferente de las gélidas temperaturas a las que se enfrentaban los denisovanos en Siberia y el Tíbet. La capacidad de vivir en una amplia variedad de climas los diferenciaría de los neandertales (cuyo cuerpo estaba adaptado a lugares más fríos) y los haría más parecidos a nuestra propia especie.

A pesar de las incertidumbres, es probable que el descubrimiento anime a otros investigadores a buscar fósiles de humanos antiguos en el sudeste asiático, comenta Viola.

«Cuando empezamos a buscar en Laos, todo el mundo pensó que estábamos locos. Pero al encontrar restos como este diente, algo que ni siquiera preveíamos, probablemente haya más fósiles de homínidos por descubrir», concluye Shackelford.

Freda Kreier/Nature News

Artículo traducido y adaptado por Investigación y Ciencia con el permiso de Nature Research Group.

Referencia: «A Middle Pleistocene Denisovan molar from the Annamite Chain of northern Laos»; Fabrice Demeter et al. en Nature Communications, vol. 13, artículo n.º 2557, mayo de 2022.