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Un equipo internacional extraerá en la Antártida hielo de 1,5 millones de años de antigüedad

Científicos del proyecto Beyond EPICA en la Antártida. [Copyright Robert Mulvaney/British Antarctic Survey]

Un grupo de científicos se está preparando para extraer la estructura de hielo más antigua jamás obtenida. Tras dos años de inspección en la Antártida, los expertos perforarán el terreno para desenterrar hielo de al menos 1,5 millones de años de antigüedad, gracias al cual esperan conseguir valiosa información sobre el clima pasado del planeta.

El proyecto Beyond EPICA, que será financiado con 11 millones de euros de la Comisión Europea, comenzará formalmente el próximo mes de junio. Durante el año que viene, los integrantes del equipo, que incluye 12 grupos de 10 países europeos, planean establecer un campamento en un área de la Antártida oriental conocida como Pequeño Domo C y comenzar a excavar la capa de hielo de la zona, de 2,75 kilómetros de espesor.

«Estoy absolutamente emocionado», asegura Carlo Barbante, investigador principal y climatólogo de la Universidad Ca’ Foscari de Venecia y del Consejo Nacional de Investigación de Italia. «Este proyecto emblemático nos ayudará a entender mejor los cambios climáticos pasados y futuros.»

Historia enterrada en hielo 

El hielo que ha permanecido intacto durante milenios conserva muestras de la atmósfera pasada de la Tierra, por lo que ofrece un registro climático continuo y con una elevada resolución temporal. Los registros obtenidos en su día a partir del hielo de Groenlandia y la Antártida han aportado valiosa información sobre los ciclos de glaciaciones del planeta, así como sobre la manera en que las fluctuaciones climáticas se han correlacionado históricamente con los niveles atmosféricos de gases de efecto invernadero.

En particular, las muestras logradas hace más de una década por el Proyecto Europeo de Extracción de Hielo en la Antártida (EPICA, por sus siglas en inglés) brindaron pistas sobre la historia del clima terrestre y los gases de efecto invernadero durante los últimos 800.000 años. Ese hielo reveló que durante dicho período se sucedieron ocho ciclos glaciales, cada uno de ellos de unos 100.000 años de duración.

Sin embargo, los sedimentos marinos sugieren que, hace más de un millón de años, el clima oscilaba en ciclos de unos 40.000 años, lo que supone una pauta de variación climática marcadamente distinta. Barbante señala que el hielo antártico de 1,5 millones de años de antigüedad proporcionará pistas sobre qué fue lo que provocó esa transición, una de las grandes preguntas de la climatología y las ciencias de la Tierra.

Cinco años de proyecto

El investigador cree que se necesitarán cuatro años para completar la perforación mecánica. El equipo comenzará su misión en 2020, cuando introducirá un tubo en el interior de un revestimiento cilíndrico insertado en los cien primeros metros de hielo. Un líquido especial evitará que el  pozo se cierre.

La perforación en sí se llevará a cabo en la temporada antártica de 2020-2021. Los modelos de deposición de hielo y la exploración del lugar, que ha incluido varias perforaciones de reconocimiento y mediciones de radar tomadas desde el aire, sugieren que el hielo más antiguo, situado en el fondo de la capa, no se habría derretido ni plegado.

«Estamos seguros de que los 300 metros más profundos contienen la información climática que estamos buscando», sostiene Barbante. La estación franco-italiana de Concordia, situada unos 40 kilómetros al noreste del lugar de la excavación, proporcionará apoyo logístico y médico durante los cinco años que durará el proyecto.

Mientras tanto, un equipo australiano está explorando las cercanías en busca de un lugar apropiado para extraer otro testigo de hielo profundo, y un grupo espera establecer un campamento en el Pequeño Domo C en enero de 2021. Con el apoyo logístico de la estación de Concordia, la excavación podría comenzar ese mismo año o en 2022.

«No lo vemos como una carrera o una competición», aclara Tas van Ommen, glaciólogo de la División Antártica Australiana en Hobart y director del proyecto, con una dotación de 50 millones de dólares australianos (32 millones de euros). «Hay mucho espacio para la cooperación amistosa.»

Según Barbante, extraer un segundo testigo de hielo será ideal para contrastar los resultados. «Nunca se puede confiar en un único registro. Tal vez a pocos kilómetros de distancia nos topemos con una historia completamente distinta.»

Quirin Schiermeier/Nature News 

Artículo traducido y adaptado por Investigación y Ciencia con permiso de Nature Research Group.