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Una libélula en Titán

La NASA enviará un dron doble-cuadrirrotor para que vaya saltando por la superficie de Titán, la mayor luna de Saturno, según ha anunciado la Agencia el 27 de junio. Esta misión llevará el nombre de Dragonfly (Libélula). El lanzamiento se producirá en 2026 y llegará a Titán en 2034.

«Libélula es en realidad un dron, con el tamaño de un vehículo (un rover) marciano que podrá volar de sitio en sitio por Titán», explica Elizabeth Turtle, planetóloga del Laboratorio de Física Aplicada de la Universidad Johns Hopkins, en Laurel, Maryland, que dirige la misión.

Libélula estará impulsada por energía nuclear. Atravesará volando decenas de kilómetros en menos de una hora; cubrirá así el terreno mucho más deprisa que un vehículo con ruedas. En el trascurso de la misión, que durará dos años, recorrerá cientos de kilómetros.

De las nubes de la atmósfera de Titán, ricas en hidrocarburos, cae sobre la superficie de la luna lluvia de metano y etano. El líquido se acumula en lagos y mares, como los que vio en diversos puntos la nave Cassini de la NASA entre 2009 y 2017 espejeando bajo la luz del Sol. Algunos de los lagos crecen y se encogen con el cambio de las estaciones en Titán.

Libélula estudiará la atmósfera mientras revolotea, y se posará en la superficie del satélite, con largas paradas en ella. Explorará zonas donde lagos ricos en metano y etano se hayan secado recientemente; mientras se secan puede que dejen residuos con abundancia de compuestos orgánicos, como los que habría en la Tierra primitiva antes de que apareciese la vida. «Titán tiene todos los ingredientes clave necesarios para la vida», dice Lori Glaze, que encabeza la división de ciencias planetarias de la NASA.

Saltos y brincos

En 2005, la sonda Huygens, de la Agencia Europea del Espacio, se convirtió en la primera nave espacial que aterrizaba en Titán. Durante el descenso midió la temperatura, la presión y la densidad de la atmósfera de Titán, y mandó a la Tierra imágenes del paisaje, abrupto, rocoso, durante 72 minutos tras el aterrizaje.

Libélula derrotó a la propuesta de que una misión vuelva con una muestra del cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko, explorado por la nave Rosetta de la Agencia Europea del Espacio entre 2014 y 2016. El proyecto Retorno de Muestras de la Expoloración Astrobiológica del Cometa (CAESAR), dirigido por Steve Squyres, planetólogo de la Universidad Cornell, en Ithaca, Nueva York, traería a la Tierra al menos 80 gramos de material del núcleo de 67P, con mucho la mayor muestra jamás tomada en un cometa. La misión STARDUST de la NASA reunió un microgramo de polvo del cometa Wild 2 en 2004.

Libélula forma parte del programa Nuevas Fronteras, de la NASA, que selecciona sus misiones de ciencia planetaria entre las propuestas remitidas por investigadores cuyo coste se atenga a unos límites. Libélula no podrá costar más de 850 millones de dólares de 2015, sin contar el lanzador.

Las tres anteriores misiones de Nuevas Fronteras son Nuevos Horizontes, que pasó en 2015 junto a Plutón y a principios de este año, de una roca más pequeña del sistema solar exterior; Juno, que lleva orbitando alrededor de Júpiter desde 2016; y OSIRIS-REx, que da vueltas alrededor del asteroide Bennu y recogerá el año que viene una muestra de este, con la que volverá a la Tierra.

Alexandra Witze / Nature News

Artículo traducido y adaptado por Investigación y Ciencia con permiso de Nature Research Group.