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Venus y la tectónica de placas

  • Noticias
  • 27/12/2017

Planetología

Nuestro vecino Venus es un planeta sumamente nocivo para la vida. Y se pensaba que también por dentro está bastante muerto. Pero ahora parece que tiene algo que se parece a la tectónica de placas.

Unión Geofísica Americana

Un hemisferio de Venus, según las imágenes de radar de la misión Magallanes [NASA/JPL/USGS].

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Temperaturas que derretirían el plomo, vientos extremos, una presión atmosférica 90 veces mayor que en la Tierra: Venus, del que se diría que es hermano de la Tierra, es sin embargo un lugar de extremos. Desde el punto de vista geológico es un poco monótono, con una tectónica de placas a lo sumo rudimentaria, o al menos eso pensaban los planetólogos. Paul Byrne, de la Universidad del Estado de Carolina del Norte, y su equipo han llegado a una conclusión un tanto distinta, como han expuesto en la reunión de otoño de la Unión Geofísica Americana, celebrada a mediados de diciembre de 2017. Venus sería interiormente un poco más semejante a la Tierra de lo que se creía. Han escrutado detalladamente los viejos datos tomados con radar por la misión Magallanes de la NASA, y descubrieron regiones de Venus con una apariencia que recordaba a las cordilleras de Asia central.

«Se parece un poco a los comienzos de la tectónica de placas en la Tierra», le ha contado Byrne a la revista estadounidense Newsweek. Se refiere a la época de nuestro planeta en la que unas denominadas microplacas se movían por la superficie terrestre, que se estaba enfriando. Eran mucho más pequeñas que las posteriores placas continentales; todavía las hay hoy en día, como por ejemplo la placa de Cocos, entre la placa del pacífico y la placa continental americana. Esos bloques encontrados en Venus son de un tamaño parecido a las microplacas terrestres, dicen estos investigadores. La convección en el viscoso manto, como la que existe en la Tierra, no desempeña en cualquier caso papel ninguno en  Venus, explica Byrne. Lo de este tendría que ver más bien con las temperaturas extremas de su superficie.

 Allí se puede llegar a los 460 grados centígrados. El calor hace que la corteza rocosa cercana a la superficie esté sumamente caliente, mientras que mayores profundidades permanecen más frías, antes de que se llegue al manto, de nuevo más caliente. Estas diferencias producen un movimiento muy viscoso, si bien también duradero, en cuyo final las microplacas se topan unas con otras y podrían crearse montañas. Merece la pena seguir investigando esta actividad interior de Venus porque, como también le dice Byrne a Newsweek, hay una pregunta que se nos presenta antes que las demás: «¿Por qué es Venus nuestro planeta hermano, pero no nuestro gemelo?».

Daniel Lingenhöhl/spektrum.de

Artículo traducido y adaptado por Investigación y Ciencia con permiso de Spektrum der Wissenschaft.

Fuente: «Block Tectonic Motion on Venus», de Paul K. Byrne et al en AGU Fall Meeting.